Zaratamo - “Fíjese, cuando voy por ahí fuera yo digo que soy del pueblo del campeón. Así, ya saben que soy de Zaratamo”, concreta Jon Ajuria, alcalde de la localidad. Mikel Urrutikoetxea es el mejor embajador. El delantero de Asegarce se ha convertido en la sensación después de un año sensacional, con la Triple Corona de seguido, sin pararse a pensar. Todo de un tirón. El hito de Mikel no son solo los títulos, sino el triunfo de la humildad y el trabajo sobre todo lo demás. Ayer se volvió a dar un baño de sensaciones, piel de gallina y mejillas coloradas en el frontón Elexalde de su pueblo, homenajeado por el club Upo Mendi, que le vio nacer como pelotari. La gran familia de Zaratamo le dejó otro hueco en la contracancha para la placa que conmemora su victoria en el Parejas -que ya acompaña a las del Manomanista y el Cuatro y Medio- no solo por sus triunfos. Le agradecen que “transmite una imagen de cercanía y humildad”. Antes, como regalo a los aficionados, los más pequeños del club debutaron de blanco, con cuatro años, mostrando el músculo más importante de la localidad: la gente.
Entre las miradas que oteaban a Urrutikoetxea se encontraba Paulino Cerro Iborra, de 59 años, trabajador del Ayuntamiento y “el que tiene las llaves de todos los locales del pueblo”, según dicen en la contracacha. Paulino es una de las instituciones del pueblo. Él recuerda que Urrutikoetxea venía para “figura” desde que era un chaval, que “jugaba mucho”. “Principalmente le conocemos ahora y es un chaval modélico. Es elegante y serio. De niño ya era así. Es como se le ve en el frontón”, comenta el de Zaratamo, quien añade que “el carácter que tiene ahora es el mismo que tenía entonces. Ni se inmuta. Es más, en el pueblo estamos emocionada y orgullosa y él anda como si no hubiera pasado nada. Es una gozada, todo un ejemplo”. Admite Cerro que “siempre ha sido un chaval discreto, que de juvenil ya le empecé a seguir, arrasaba. Siempre ha tenido temple y un hueco para estar con los más pequeños. A otros se les ve más gallos, pero Mikel es un bendito”. “En mi opinión, estos triunfos no se han acabado. Esto va para largo. Aunque puede haber lesiones o problemas, pero tiene solo 26 añitos y le queda un largo camino”, advierte Paulino, quien siente “orgullo”. “Es una fiera en la cancha, que eso lo sabemos todos, y como persona, que es lo que más me importa. Es tan vital qué consigues como de qué forma lo haces”, señala Cerro.
En Zaratamo, que contó ayer con 150 comensales para degustar uno de los triunfos de su vecino en una comida organizada en el frontón por el club Upo Mendi, Carlos Zarraga, de 70 años, es una de las instituciones. Nació detrás de la iglesia y fue campeón de veteranos con 60 primaveras. “Mikel para Zaratamo significa mucho. Si tenemos en cuenta su trayectoria como pelotari, vemos que es maravilloso. Ganar Manomanista, Cuatro y Medio y Parejas en poco tiempo conlleva que cree afición y que los chavales tengan una referencia. Para nosotros es muy importante”, asevera el vecino de la localidad vizcaína, quien añade que “como persona es un tío fenomenal. Si como pelotari es de diez, como persona se supera”. “Llega a todos, es humilde, con cualquiera se vuelca. Es uno más. Da gusto estar con él”, manifiesta Zarraga, primo del exprofesional palista zaratamoztarra. Recuerda al Mikel de hace veinte años como un muchacho al que seguía: “Era tranquilo, sencillo y amigo de sus amigos. Muy formal”.
La localidad vizcaína, no obstante, ya conocía las mieles del éxito en la pelota vasca -con profesionales en el leño, como el propio Zarraga, Zaratamo o Morgado y en la mano, como Urkiza, Elorz y Luque-. Bittor Urkiza, de 64 años, dirigió la escuela Upo Mendi y estuvo en las canchas de la élite manista desde el 72 hasta el 85. “Ahora mismo, Urrutikoetxea se ha transformado en la referencia de Zaratamo, que siempre ha sido un pueblo muy pelotazale. Hubo un tiempo en el que no hubo pelotaris de nombre. Tener uno con este palmarés, imagínese”, certifica el exdelantero, que confiesa que el impacto se ve en la propia cancha. “Cuando yo estuve con los muchachos, costaba más traer niños. Ahora hay muchos”, admite Urkiza, quien apostilla que “es un chico que se deja querer. Es muy pausado y no levanta la voz. Eso se refleja en la cancha. Es la victoria del trabajo y la humildad”. “Mikel de niño tenía un golpe que marcaba la diferencia. Eso le viene en los genes. Aun así, ha aprendido”, rememora Bittor, que ve que ha “crecido” mucho y busca la tecla del ADN: “Los abuelos eran de genio. Eran fuertes y con mucho nervio”.
Adolfo Agirre, de 70 años, es el tío de Mikel Urrutikoetxea y, cuando comenzó su carrera profesional, actuó como botillero. Además, fue su técnico y uno de los pelotaris aficionados más destacados de su época. “Mikel es un chaval fantástico, pero ¡qué voy a decir! Es de diez tanto dentro como fuera”, declara el de Zaratamo. Evoca el expelotari que “desde una edad cortita, ocho o nueve años, tenía algo distinto. Era superior a sus rivales. Nunca le daba importancia a las cosas”. “Siempre hemos hablado de los partidos y ha conseguido cosas muy importantes. Yo le puse de zaguero cuando era cadete en un duelo en Oñati en fiestas. Dejó a todos asombrados”, reflexiona Agirre, quien remata que “sabía que iba a rendir este año, pero no al nivel que ha dado”. Cuenta el extécnico de la escuela Upo Mendi que “tuve suerte con los niños que me tocaron. Mikel tenía muchísima afición. Aquí todo era frontón y frontón. Y él era de los fijos”. También busca la esencia del nervio del campeón en su árbol genealógico: “Los dos abuelos eran muy fuertes, pero el materno era delgado como él, con nervio”. Además, se acuerda de los partidos de niño, cuando a Mikel le miraban y decían que “cómo iban a jugar contra tan poca cosa”. “Oía ese tipo de comentarios y yo pensaba en cómo le iba a dar a la pelota ese chico que parecía un alfiler. Que les iba a sacar a pelotazos”, remacha Agirre.
Urrutikoetxea comparte barrio con Jon Ajuria, alcalde de Zaratamo, que cada vez que puede presume de vecino. “En Nafarroa decimos de dónde somos y todo el mundo lo sabe”, admite entre risas. “La hazaña de Mikel ha escrito la historia. Es algo que no había hecho ningún vizcaíno, ha quitado la hegemonía a los navarros. Nos ha emocionado. Esto es una emoción colectiva”, dice el primer edil de la localidad. “Ejemplar sería su definición como persona. No parece el campeón, comparte con todos. En las relaciones personales no marca las distancias. Otros no asumen ese nuevo estatus”, desgrana Ajuria, quien confiesa que “Mikel ha sido un chico con una gran pasión: la pelota. Siempre le recuerdo de niño con la pelota. Para ser un gran campeón se necesita afición, sacrificio, condiciones y una cabeza muy buen amueblada. El campeón lo necesita. Es un orgullo”.