ser o no ser. En el cuarto centenario de la muerte de William Shakespeare, los británicos tienen que dilucidar si son europeos o no. Y lo harán en las urnas, concretamente, el 23 de junio. Esta decisión afectará a muchos ámbitos de sus vidas, sobre todo en términos económicos. Si finalmente el pueblo británico decide salirse de la Unión Europea, lo que sí cambiarán serán sus ligas de fútbol, al menos si se mantiene la actual reglamentación en cuanto a jugadores extranjeros. Esta temporada, por ejemplo, la Premier League cuenta con 161 jugadores comunitarios que, en caso de triunfar el Brexit, término con el que se conoce la campaña que apuesta por sacar a Gran Bretaña de la Unión Europea, tendrían que hacerse con un permiso de trabajo para poder seguir jugando en sus clubes, algo que en el último año se ha complicado bastante. Está por ver cómo reaccionarían en tal caso los dirigentes del fútbol británico y el propio Ministerio del Interior para evitar que la competición, una de las marcas británicas con más proyección, se devalúe con la fuga de parte de los mejores futbolistas. Seguro que más de un aficionado inglés cambia su intención de voto por miedo a perder a su jugador favorito.

Hace años que la Federación Inglesa se preocupa por el poco impacto de los jugadores autóctonos en las plantillas de sus clubes. En 2016 el 66% de los jugadores de la liga no son ingleses, lo que convierte a la Premier en la liga con más presencia de jugadores foráneos de entre las cinco más importantes de Europa. En ese ranking le sigue Italia, donde el 57% de los jugadores de la Serie A no son italianos. En la Bundesliga el 48% de los futbolistas no son alemanes y tanto en la Primera División como en la Ligue 1 francesa los extranjeros suponen solo el 42% de las plantillas.

Desde mayo del año pasado entró en vigor una nueva regla para restringir el acceso de jugadores extracomunitarios a la Premier. Hasta entonces se concedía el permiso de trabajo de manera automática cuando un futbolista acreditaba haber jugado, al menos, el 75% de los partidos oficiales de su selección en los dos años anteriores, siempre que su país estuviese entre los 70 primeros del ranking FIFA. Si no se cumplía este requisito, había que presentar un recurso de apelación en el que se alegaban todo tipo de características para demostrar que el jugador era merecedor de una excepción. El 50% de los extracomunitarios de la Premier conseguían el visado a través de este panel de apelaciones. La Federación denunciaba que estas apelaciones eran muy laxas, ya que el 79% de los recursos tenían una respuesta positiva, permitiendo que jugadores extranjeros de poco nivel ocupasen una plaza dentro de una plantilla inglesa. La prueba de ello es que el 55% de los futbolistas extracomunitarios jugaban por debajo del promedio de minutos de la liga.

nuevas exigencias La nueva norma exige que el jugador extranjero haya jugado, al menos, el 30% de los partidos oficiales de su selección en los dos últimos años si su país está entre los diez mejores de la FIFA, el 45% si está entre el undécimo y el vigésimo de la FIFA, el 60% entre el vigésimo primero y el trigésimo del ranking FIFA y el 75% de los partidos si su selección está entre las cincuenta mejores del planeta. Si no se cumplen estos requisitos también se pasa a un panel de apelaciones, pero en esta ocasión se le otorgará una puntuación según el valor del traspaso respecto a lo pagado en la Premier League en los dos mercados anteriores, según el sueldo que va a firmar el jugador respecto a sus compañeros de equipo y según la categoría de la competición y el club del que proceda. A partir de ahí, también habría un capítulo de excepciones, pero la Federación Inglesa estima que con este sistema el 33% de los jugadores extracomunitarios de anteriores campañas no habrían podido formalizar su fichaje. Por ejemplo, en el hipotético caso de que el Manchester City pagase por Aymeric Laporte los 50 millones de euros de su cláusula de rescisión, lo más normal es que el jugador de Agen no tuviese problemas para hacerse con el permiso de trabajo. Si tuviese que inscribirse como jugador extranjero, triunfando el Brexit en las urnas, Laporte no cumpliría los requisitos de la tabla de partidos internacionales, ya que no ha debutado con la selección absoluta de Francia, pero el montante del traspaso, una cifra récord por un defensa, y su más que probable alto salario, le darían una gran cantidad de puntos en el panel de apelaciones, lo que le abriría las puertas de la Premier League.

Estas medidas vienen a respaldar la hoja de ruta que Greg Dyke, presidente de la Federación, se ha propuesto cumplir para reducir el número máximo de jugadores extranjeros en las plantillas. De los 17 que pueden tener en la actualidad, se pretende que sean 13 en 2020. Otro dato que indigna al mandatario inglés es que en la Liga de Campeones de 2014 solo participaron 23 jugadores ingleses, frente a los 78 españoles, los 55 alemanes y los 51 brasileños.

El inicio de esta campaña liderada por Dyke estuvo en la eliminación de la selección inglesa en la primera fase del Mundial de Brasil. El planteamiento es que, con menos jugadores extranjeros, los futbolistas ingleses tendrán más oportunidades para triunfar. Greg Dyke pone siempre como ejemplo a Harry Kane, quien siendo suplente eclosionó en el Tottenham Hotspur por el bajo rendimiento del togolés Emmanuel Adebayor y del español Roberto Soldado. Kane pudo llegar así a la selección con solo 21 años. “¿Cuántos Harry Kane hay por ahí que no pueden jugar?”, envita Dyke.

un problema generalizado Ahora las alarmas se disparan con el Brexit en el horizonte. ¿Qué pasa si los 161 jugadores comunitarios de la Premier League pasan a ser extranjeros? El primer dato es preocupante: con la nueva normativa, dos tercios de este colectivo no tendrían el permiso de trabajo automáticamente y tendrían que someterse al nuevo y exigente panel de apelaciones. El problema es generalizado, ya que los veinte clubes de la liga cuentan con al menos un jugador que no pasaría el corte y algunos equipos verían seriamente cercenada su plantilla: el Sunderland se quedaría sin porteros y el Newcastle sin seis centrocampistas, por ejemplo. Jugadores ilustres de los clubes más punteros, como Nasri, De Gea, Mangala, Navas o Mata, verían comprometido su futuro en el fútbol inglés.

Sin jugadores europeos la Premier League perdería gran parte del atractivo y calidad que le han llevado a ser la competición de fútbol que más dinero genera en derechos televisivos. Hay quien está convencido de que la normativa sería revisada para que los jugadores europeos tuviesen más facilidades para hacerse con un permiso de trabajo, pero sería difícil justificar que existiese una regla para los futbolistas y otra diferente para trabajadores de otras industrias. Además, tampoco se podría caer en la discriminación estableciendo una normativa para jugadores de Europa y aplicando otra para futbolistas procedentes de otros continentes.

Por ahora, la primera en poner el grito en el cielo ante el peligro de salirse de la Unión Europea y de su libre mercado de trabajadores ha sido la vicepresidenta del West Ham, Karren Brady, quien envió una carta al resto de clubes para que se posicionasen en contra del Brexit. “Perder este acceso ilimitado al talento europeo supondría una desventaja”, advertía. Así que el fútbol británico estará pendiente de las urnas el 23 de junio, con las selecciones de Gales, Irlanda del Norte e Inglaterra en plena Eurocopa de naciones. Por cierto, la selección inglesa se ha ganado su participación venciendo en los diez partidos clasificatorios. Y todos sus jugadores militan en clubes de la Premier League. ¿De verdad merecerá la pena decir adiós a Europa para mejorar el fútbol autóctono?