San Marino es incansable. La selección de fútbol de este diminuto país jamás ha conseguido ganar un partido oficial desde que la FIFA le dio la oportunidad de competir en 1988. “Empatar es una posibilidad y ganar es un sueño”, rezaba Giampaolo Mazza pocas horas antes de proyectar un documental sobre la trayectoria de la selección de San Marino en el Thinking Film Festival de la Fundación Athletic.

Mazza regentó el banquillo sanmarinense durante quince años, todo un récord mundial. “Ha sido una gran satisfacción para mí”, explica, “sobre todo cuando le puse fin. Me pidieron entrevistas desde todo el mundo y en ese momento comprendí que mi carrera había sido algo grande”. Fue él mismo quien quiso poner punto final a una etapa llena de derrotas en lo deportivo, pero reconfortante en lo personal y lo emocional: “Después de tantos años era justo que otro entrenador de San Marino probase la experiencia que yo había tenido la oportunidad de vivir”.

Cuando llegó al banquillo tenía los pies en el suelo: “Conocíamos nuestros límites. Somos un país con poquísimos habitantes y con pocos jugadores. Difícilmente podemos competir a la par con adversarios de altísimo nivel como nos encontramos en Europa. El objetivo era dar una buena imagen más que obtener un resultado positivo”.

Las derrotas llegaban una detrás de otra, pero los empates se celebraban casi como un título. Un ejemplo fue el empate ante Letonia. El momento álgido llegó en un amistoso ante Liechtenstein. San Marino se impuso 1-0. Era un amistoso, pero el país lo tomó como una gran gesta. “No fue una victoria útil desde el punto de vista clasificatorio”, señala el técnico, “pero sí muy importante en el aspecto moral”.

San Marino tiene 32.000 habitantes y no cuenta con equipos profesionales. Los jugadores que defienden la camiseta comparten el fútbol con la profesión con la que se ganan la vida. Es por eso que ante las grandes potencias europeas los marcadores son muy abultados. Alemania batió el récord: les endosó un 13-0. “Para nosotros no es un problema el número de goles que encajemos”, confiesa Mazza, “estamos contentos porque nuestros adversarios se toman nuestro partido como uno más de competición. Estamos orgullosos de jugar partidos oficiales”. Aquel día, con más de diez goles en el luminoso, el portero Lehman subió hasta el área de San Marino para lanzar un penalti, algo que no sentó muy bien en la humilde selección sanmarinense: “En aquel momento pedimos respeto. Nos da igual que nos metan tantos goles, pero no nos parecía justo que con un 13-0 en el marcador subiese a lanzar un penalti el portero. Solamente pedimos respeto, Lehman lo comprendió y renunció a tirar el penalti”.

¿Como se puede motivar a un equipo que nunca gana partidos? Mazza lo tiene claro: “Es la parte más difícil del trabajo como seleccionador de San Marino. A veces es imposible tener concentrados a los jugadores porque la diferencia con el rival es grande tanto física o como técnicamente. La gran motivación es defender los colores de nuestro país, la pertenencia a San Marino y poder tomar parte en estas competiciones oficiales”.

Giampaolo se siente satisfecho por ver cómo en todos los estadios despiden a sus jugadores con aplausos. Sabe que por delante queda un duro trabajo de cantera y en cuestiones físicas para “reducir la diferencia con los profesionales”. Mientras tanto, prosigue la búsqueda de la primera victoria oficial: “Yo espero que la victoria sea en el próximo partido. No será fácil, pero puede cumplirse el sueño de nuestra vida”.