vitoria - Y llegó la hora. Casi cuatro meses después de su mal trago en el maratón de Berlín, del que tuvo que retirarse por problemas estomacales tras unos atropellados avituallamientos, llegó el momento para Iván Fernández, la hora de dar el do de pecho en su ansiado camino hacia los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro, que se celebrarán el próximo mes de agosto. La exigencia para alcanzar la gloria olímpica es clara: el atleta vitoriano debe completar los 42.195 metros del circuito de Hamburgo en menos de 2 horas, 11 minutos y 58 segundos y esperar después a que la decisión del seleccionador español, Pepe Ríos, le sea favorable. Porque podría darse el caso de que lograra ese tiempazo en el mismo circuito alemán donde debutó en la distancia de Filípides y sin embargo se quedara a las puertas del sueño en detrimento, en este caso, de Jesús España, madrileño de 39 años con más experiencia internacional que Iván y que lograría el pase a Río con la marca de 2:11:58 que consiguió en febrero en el Campeonato de Sevilla. En ese hipotético escenario, los tres maratonianos que representarían a la selección nacional serían el propio España además de Javi Guerra y Carles Castillejo, que hace tiempo que tienen el dorsal garantizado tras haber conseguido la mínima en citas anteriores.
Como quiera que este tipo de cábalas no han ocupado en ningún momento la cabeza de Iván, todos sus esfuerzos desde el pasado 31 de diciembre se han centrado en aislarse del ruido mediático en torno a su objetivo y preparar a conciencia la cita del próximo domingo en Hamburgo, a la que acude en el punto álgido de su carrera después de haber sufrido varios contratiempos médicos en los últimos meses. Primero fue una mononucleosis que cortó en seco su progresión física -estuvo casi una semana parado- y después tuvo que pasar por las manos del prestigioso estomatólogo Eduardo Anitua para solventar un problema bucal que también retrasó los planes previstos. Así y todo, a los pocos días de esta intervención fue capaz de calzarse las zapatillas de clavos, enfundarse el mono de faena y ponerse de barro hasta las cejas para proclamarse campeón de Euskadi de Cross por octava vez consecutiva, una hazaña inédita en el atletismo vasco que tardará mucho tiempo en ser igualada, si es que se consigue. Horas después de aquello, y comprobado en primera persona sus sensaciones en carrera, el corredor del Adidas-Bikila anunció que retrasaba su participación en el maratón de Sevilla (disputado en febrero), donde previsiblemente se iba a jugar la baza de Río, y posponía el día D al mes de abril para apurar su puesta a punto y llegar en las mejores condiciones. Los resultados cosechados en las carreras disputadas en este tiempo parecen haberle dado la razón, ya que los ritmos y las sensaciones han resultado francamente convincentes. Quienes conviven a diario con el propio Iván, y no son muchos, aseguran ver al atleta “como un bestia”, una percepción que choca de lleno con las dudas que sobre su figura se cernieron cuando hace un par de meses decidió no jugarse su última carta olímpica en el Campeonato de España de Sevilla y comprobar posteriormente desde el salón de su casa el extraordinario tiempo que hizo su compañero, y competidor en pos del pasaporte olímpico, Jesús España.
Aquella mañana, lejos de amilanarse, el vitoriano se creció ante el desafío en un ejercicio de absoluta confianza en sí mismo. Pasó de la palabrería y los tóxicos de mente y proyectó toda la rabia contenida en el objetivo, su único objetivo, antes de emprender una carrera contra el crono y contra sí mismo que finalizará este domingo en las calles de la capital alemana, donde los recuerdos tras su debut en la prueba del maratón no pueden ser mejores. Aquello ocurrió el 26 de abril de 2015 y Fernández terminó el 13º con un gran tiempo de 2 horas, 13 minutos y 43 segundos.
¿preparado para perder? “Cuando vi la marca de España me entraron más ganas de seguir porque hace un año aposté porque el maratón era mi disciplina y no estaba dispuesto a renunciar, por eso decidí centrarme en mí y no hacer mucho caso del ruido de fuera. Y eso es lo que he hecho, entrenar mejor que nunca y convencerme de que puedo conseguir bajar de las 2 horas, 11 minutos y 58 segundos. Estoy convencido porque estoy para hacer la carrera de mi vida”, aseguraba el pasado sábado el atleta a este diario con la confianza y tranquilidad de un veterano. No hay, o al menos no se intuye, postureo alguno en su ambiciosa declaración de intenciones. Solo confianza en sí mismo y trabajo, mucho trabajo, perfectamente diseñado y cumplido a lo largo de las últimas 16 semanas, en las que Iván ha completado 160 sesiones de entrenamiento y casi 2.700 kilómetros de series y rodajes por caminos muchas veces inhóspitos como los que frecuenta en los entornos de Aránguiz o Foronda, ideales para coger fondo y pulir las grandes tiradas. Por el camino también se han quedado los cinco pares de zapatillas que el corredor ha tenido que reponer debido al desgaste de semejantes palizas entre carreras por asfalto, citas en el barro y entrenamientos.
El punto y final a todo ese esfuerzo se sabrá dentro de unos días, concretamente el domingo por la mañana, cuando las manecillas del reloj apuren las 11 horas y los 12 minutos. Solo entonces el corredor alavés sabrá si ha cumplido con la primera parte del gran trato para ganarse una plaza en una Olimpiada, porque la segunda, fuera ya de su alcance, dependerá de la decisión del seleccionador de convocarle o no y ésta no llegará hasta el lunes 2 de mayo. Aunque es improbable que ningún otro corredor español esté en estos momentos en disposición de luchar por los tiempos en liza, la Federación quiere curarse en salud y agotará los plazos teniendo en cuenta además que en las próximas semanas, en concreto el 24 de abril, se celebrará el maratón de Londres. “¿Y si supera la marca de Jesús España (2:11:58) y el seleccionador no le convoca con España? ¿Está preparado para ese palo?”, le pregunta el periodista. “Cosas más difíciles se han visto, pero son decisiones que ya no están en mi mano. Así y todo, creo que si mejoro la marca de Jesús habré hecho mi trabajo, que es a lo que me debo, por eso lo que está claro es que se lo tengo que poner difícil al seleccionador y que luego tenga que decidir”, resuelve el corredor.
El del domingo será su tercer maratón después de los de Hamburgo (2:13:43) y Berlín (retirado), y al recorrido alemán se presentará otra vez en perfecto estado de revista, con el punto físico ideal y la cabeza en el sitio adecuado, centrada en aprender de los errores del pasado y obsesionada en mantener y seguir con rigurosa cadencia los tiempos previstos al paso de cada kilómetro. “Más o menos he entrenado igual que el año pasado, quizá con un pelín más de volumen pero en las series, que es lo que importa, los tiempos los he mejorado respecto a la planificación de hace un año, así que estamos contentos”, adelanta el atleta, que dirige su dedo índice hacia su cabeza para advertir que en el plano mental también se encuentra muy fuerte. Que conozca el circuito y presente algo más de experiencia, sin duda, son argumentos que jugarán el domingo a su favor y que el propio corredor confirma. “Saber a lo que me enfrento y dónde lo voy a hacer creo que me va a permitir mantener los nervios en los momentos clave de la carrera, que suelen ser la salida y los puntos de avituallamiento”, que tantos problemas le causaron en Berlín.
el objetivo: 3:08 el kilómetro En el empeño por conseguir romper la marca de Jesús España, los registros dicen que las piernas de Iván tendrán que volar durante los 42 kilómetros de la prueba a unos muy exigentes 3 minutos y 8 segundos, “pero para eso hemos trabajado tanto”, argumenta. Su entrenador, el campeón del mundo de la distancia Martín Fiz, le ve bien. Ha estado presente en las últimas sesiones de su pupilo y únicamente desea transmitirle tranquilidad. “Sabes lo que tienes que hacer, así que hazlo”, le ha repetido en los últimos días. ¿Pero y si no hay recompensa al final del camino? ¿Si la jornada no sale como lo tiene previsto? ¿Está preparado para perder?”, se le insiste. “Si no estoy preparado para perder quizá no merezca ganar. Sé que esto es un cara o cruz pero también estoy tranquilo porque sé que lo voy a dar todo”, zanja Fernández con sorprendente madurez antes de apuntar que si logra el objetivo, su primer recuerdo ya tiene nombre y apellido. “Me acordaré de la gente que ha estado conmigo todos estos días, por su puesto de mi familia y también los patrocinadores que me han ayudado a llegar hasta aquí”.