Amorebieta - Un par de ciclista anónimos del pelotón que llega más tarde que Visconti, maldicen al Movistar, mascullan su impotencia frente a un bloque granítico que manejó la Klasika de Primavera a su antojo. Jerarquía. El dominio azul fue inequívoco. Desde el prólogo hasta el epílogo, cuando llegó el doblete, la celebración eufórica de Visconti, tres años sin nada que llevarse a la boca. El italiano, magnífico en la Itzulia como báculo de Nairo Quintana, necesitaba un triunfo que le aliviara el ánimo. “Para mí es una gran victoria, porque me llega tras una Vuelta al País Vasco muy buena para mí, además con el podio de Nairo. Y necesitaba esta victoria”, expuso antes de ser recibido con honores, flores y la txapela, el mejor de los tocados. De ahí su festejo enrabietado, agitando la bicicleta mientras Gorka Izagirre, que no pudo estar en la Vuelta al País Vasco por una gastroenteritis que también tumbó a su hermano Ion, le cuidaba la espalda levantando el brazo. Dobles figuras. Feliz ambos por la victoria. A ese estado de dicha se sumó Alejandro Valverde, el más fuerte de la carrera, gregario ayer, cuarto en meta. El murciano empleó la mañana para completar una exigente preparación, un entrenamiento en competición. Corrió Valverde vestido de mayordomo, dispuesto a corresponder a Visconti, un ciclista que luce el buzo azul del trabajador.
En la Klasika, Visconti lució un frac para posar en la llegada con el cielo azul, manchado con alguna nube blanca. Un día peinado con un viento revoltoso en una cita gobernada por Movistar a pesar del empeño del resto. Entre ellos el encomiable de Sergio Pardilla, superviviente del espeluznante accidente de la pasada Vuelta al País Vasco, cuando un escalofrío recorrió la Gran Vía de Bilbao, que clavó un bolardo en el cuerpo de Pardilla y Stetina, ambos gravemente heridos y que todavía les recuerdan las secuelas grabadas en la piel y en la memoria. Un calendario después de aquella caída brutal, -“han pasado un año y cuatro días”, subrayó Pardilla-, el corredor del Caja Rural pudo sonreír. Tercero en Amorebieta. Podio. Felicidad. En la Klasika se sintió ciclista de nuevo. Renacido. Pardilla se hizo un hueco en el acorazado del Movistar. Polizón a bordo. En evidente inferioridad, tres para uno, Sergio Pardilla contribuyó a que la fuga prosperara desde la corona de Muniketas, que dejó la carrera entre manos amigas. Valverde, Izagirre y Visconti. Un trío de enorme calidad. No tardaron en abrir una zanja de ventaja respecto al pelotón, donde el resto de integrantes del Movistar apagaron cualquier llama. El cuarteto montó una cooperativa para desembocar en Nafarroa kalea, avenida del ciclismo en Amorebieta. La intimidatoria presencia de Valverde, que vence en todos los frentes, desactivó las esperanzas de Sergio Pardilla y dispuso la carrera para Visconti. “Seguramente la participación era la que era, no era como una carrera WorldTour. Pero para mí vale como una carrera WorldTour o más, porque son ya tres años que no gano y esto me da una gran moral para las próximas carreras”, analizó el italiano. En el último kilómetro el ritmo de Valverde esposó a Pardilla. Le borró de la ecuación y desbrozó la alfombra roja para que los objetivos encuadraran el aterrizaje de Visconti y Gorka Izagirre. De dos en dos. Metros después asomó Pardilla, meritorio tercero. Valverde cerró después de descorchar a Giovanni Visconti que en un día soleado se agarró por segunda vez a la primavera.