Bilbao - “Si discutiera con un jugador, nos sentaríamos juntos unos veinte minutos, hablaríamos del asunto y al final decidiríamos que yo tengo razón”. Brian Clough era un entrenador diferente. Solo así se explica que consiguiera liderar una de las historias más increíbles que se recuerdan en el mundo del fútbol, la del Nottingham Forest de finales de los años 70. Clough, natural de Middlesbrough, llegó al Forest en 1975, a mitad de temporada y con el equipo penando en la segunda división inglesa. Cinco años después, el Nottingham Forest celebraba su segunda Copa de Europa consecutiva. La figura de Clough pasó a ser leyenda y no es de extrañar que todavía se siga venerando su nombre en documentales como I believe in miracles, que mañana inaugura el Thinking Football Film Festival organizado por la Fundación Athletic.
Brian Clough mantuvo una relación muy especial con Peter Taylor desde el inicio de su carrera como entrenador. Habían sido compañeros como jugadores y Clough quiso que le acompañara como asistente en el banquillo de su primer equipo, el Hartlepools United de cuarta división. Los dos mantendrían una relación de amor y odio como técnicos y como amigos. El carácter explosivo de Clough, Taylor lo compenetraba a la perfección con su buen ojo para detectar talentos. Juntos ficharon también por el Derby County, al que ascenderían a la Premier League en su segunda temporada. En su primer curso en la máxima categoría el Derby fue cuarto. Dos temporadas después ganaron la Liga. “Dicen que Roma no se hizo en un día, pero yo no estaba dirigiendo aquel trabajo”, presumía el míster.
Tras una salida traumática del Derby County, Clough y Taylor probaron suerte en el Brighton & Hove Albion de tercera división, pero el experimento no cuajó. El binomio se separó y Clough fichó por el Leeds United. Sin el apoyo de Taylor aquella etapa estuvo condenada al fracaso. “Hoy es un día espantoso... para el Leeds United”, dijo Clough el día de su despedida.
el inicio de todo Fue entonces cuando fichó por el Nottingham Forest, que pasaba apuros en la segunda división inglesa. Consiguió evitar al descenso y, dos temporadas después, Peter Taylor volvió a sentarse con él en el banquillo. Fue el inicio del milagro del Forest. Solo necesitaron una temporada juntos para ascender al equipo a la máxima categoría. El binomio reclutó para la causa a jugadores con los que ya habían contado en sus proyectos anteriores. El más llamativo es el caso de John McGovern, a quien ficharon con 16 años para el Hartlepools United y después Clough también se lo llevó al Derby County y al Leeds. McGovern se convertiría en el capitán del Forest y sería el encargado de alzar dos Copas de Europa.
En su primer año en la élite, la 1977-78, consiguieron un sorprendente doblete: Liga y Copa de la Liga, venciendo al todopoderoso Liverpool que arrasaba en Europa. Entre el 26 de noviembre de 1977 y el 9 de diciembre de 1978, el equipo consiguió encadenar 42 partidos de Liga sin perder, algo que no sería superado hasta 2004 por el Arsenal de Thierry Henry.
El título de Liga le dio al Forest la oportunidad de debutar en la Copa de Europa. Los hombres de Clough siguieron asombrando al mundo, puesto que se plantaron en la final de Múnich y vencieron al Malmö con un gol de Trevor Francis, el primer jugador inglés por el que se había alcanzado a pagar un millón de libras. Con aquel gol Francis le devolvió el favor a su entrenador, quien le quitó presión al confesar que el fichaje, en realidad, había sido por 999.999 libras.
Aquel triunfo les permitió ganarle la Supercopa de Europa al Barcelona y participar de nuevo en la Copa de Europa. El Nottingham Forest volvió a ganar la máxima competición continental el año siguiente, esta vez derrotando en la final del Santiago Bernabéu al Hamburgo con un gol de John Robertson, quien mañana estará presente en el visionado del documental en el festival bilbaíno. Su gol sirvió para que el Forest se convirtiera en el primer club de la historia que ganaba la Copa de Europa sin haber ganado la temporada anterior su liga nacional. Bryan Clough lo describía así: “John Robertson era un joven muy poco atractivo. Si algún día me daba la impresión de que me había levantado con mala cara, me sentaba a su lado. Comparado con él, me sentía de golpe como el Errol Flynn de las narices. Eso sí, en cuanto le dabas un metro de césped, John era un artista. El Picasso de nuestro deporte”.
Clough estaría al cargo del Forest hasta 1993, completando 18 temporadas en el cargo. Su marcha coincidió con el descenso de categoría y con su deterioro de salud por culpa del alcoholismo. Para entonces, ya había perdido la ayuda de Peter Taylor, quien había abandonado el club en 1982. La ruptura fue traumática y, cuando Taylor se llevó del Forest a John Robertson, los dos amigos dejaron de hablarse para siempre. Taylor falleció en 1990 estando de vacaciones en Mallorca y Clough, al enterarse, lloró amargamente. Años después le dedicó su biografía y todas los reconocimientos honoríficos recibidos. Sabía perfectamente que todos sus éxitos como entrenador habían llegado con Peter Taylor sentado a su lado.
La muerte alcanzó a Clough once años después de retirarse de los banquillos. Un cáncer de estómago terminó en 2003 lo que otra enfermedad en el hígado no había culminado. Tenía 63 años. Su funeral fue en el Pride Park Stadium ante 14.000 almas. Todo el mundo quería despedirse del artífice del milagro futbolístico, pero también de un hombre comprometido, capaz de secundar las marchas de apoyo a los mineros en huelga.
Garry Birtles formó parte de aquel equipo campeón y mañana estará también en Bilbao para recordar sus gestas. Él firma una de las mejores definiciones de aquel milagro: “Cada vez que veo un partido del Liverpool, busco las banderas de su estadio que recuerdan las fechas en que fueron campeones de Europa. Saltan desde 1977 y 1978 a 1981. Y siempre pienso: ‘Esos somos nosotros, esa brecha. Nosotros hicimos eso”.