Bilbao - Las dudas que asaltan a Ion Izagirre tal vez sean de índole metafísico; preguntas filosóficas, quizás. Nadie sabe de los diálogos interiores de las personas salvo las entrañas y la conciencia, territorios vastos, ásperos, inabarcables. En lo concreto, en lo inmediato, Ion Izagirre lo tiene claro. Cristalino. El ciclista de Ormaiztegi, tercero en la pasada edición de la Vuelta al País Vasco, estira el cuello este curso. Mira más arriba. La visión, ambiciosa. “El año pasado hice podio y este año quiero dar un pasito más”, dice Izagirre, impecable su primer tercio de curso. Brillante en el Algarve, segundo, París-Niza, quinto, y Volta a la Comunitat Valenciana, a un palmo del podio. “La idea es ganar siempre, pero hay que ser realistas porque hay corredores con mucho nivel como Nairo o Contador, que serán los más vigilados. También está Pinot, que ha ganado el Criterium Internacional, Purito, Aru, Dan Martin... Hay mucho nivel en la carrera. Eso sí, siempre vamos a intentarlo. Lo tengo claro”, explica el guipuzcoano, que ha preparado la cita de casa, el fetiche de los ciclistas vascos, con “mimo”. Alejado del trajín de las carreras desde la París-Niza, donde danzó en el baile exclusivo de la Costa Azul, se refugió en las sesiones preparatorias, el campo base de la competición. Las sensaciones y los datos sonríen a Ion Izagirre, que no esconde que “la Vuelta al País Vasco es uno de los objetivos del año. Me encuentro muy bien. He podido entrenar a gusto después de la París-Niza”. En ese impasse, el ciclistas guipuzcoano no perdió hilo. Revisó al milímetro los vericuetos que de las etapas que cosen la cita vasca, una carrera que se puede escurrir en cada esquina de un recorrido exigente, capaz de descabalgar al más diestro de los jinetes de una coz. No hay paz en la Vuelta al País Vasco. Bien lo sabe Ion. Concienzudo.

“He repasado muy bien el recorrido y todos los días son peligrosos. Hay que ir día a día. Cada segundo cuenta. El año pasado se ganó la Vuelta por segundos y este año será parecido. Ya se ha visto en carreras como Algarve, París-Niza o la Volta. Todo está muy igualado”, certifica Izagirre sin necesidad de calculadora. Es el lenguaje del nuevo ciclismo, ese que se comprime entre páginas de Excel, pulsómetros, potenciómetros, planes de entrenamientos... El universo de la ciencia en un puñado de segundos. La carrera, en Eibar; en la contrarreloj que cerrará la Vuelta al País Vasco. “La contrarreloj de Eibar es una crono ratonera y posiblemente la carrera se decida el último día. Primero hay que subir hasta el Santuario de Arrate, otra subida con paredes, y luego está el descenso, rápido y técnico, antes de entrar en Eibar. Posiblemente se hagan más diferencias bajando que subiendo”. El ciclismo que desciende, el que gotea manecillas cuesta abajo, como juez. Las subidas, cortantes, punzantes como un pelotazo de sol y sombra con el estómago vacío, apenas sirven para descascarillar segundos. No hay tiempo que sobra en el límite. “Hay subidas tan duras, en la que se va tan justo, que es difícil hacer diferencias. Eso sí, el día que falles, se te va la carrera. No hay tiempo para reaccionar en una carrera así. No hay tiempo para recuperar”.

Confianza en Quintana No hace distingos jerárquicos el ciclismo. Manda la carretera, su dictado. Cincel y martillo. En Catalunya triunfó la caligrafía de Nairo Quintana, que derrotó a Contador por siete segundos. En la Vuelta al País Vasco se espera la esgrima de ambos. Espadachines de primera. Izagirre también llega afilado al cónclave. “Sobre el papel Nairo está mejor que yo, pero es bueno que tengamos dos bazas con las que jugar”, desgrana el de Ormaiztegi, que en la pasada edición de la carrera fue mejor que Nairo Quintana en la general.

Nadie discute en Movistar el liderazgo del colombiano, un ciclista que posee don de mando y un talento descomunal. “Nairo es el capitán del equipo y si él está fuerte, nuestra obligación es ayudarle a ganar la carrera, pero en caso de que haya que coger la responsabilidad del equipo, no me asusta”, establece el guipuzcoano, que estará “para lo que me necesite y lo que mande el director”. En caso de que a Nairo se le indigestara la carrera, Ion Izagire está preparado para asomarse. Es el segundo de a bordo. Contramaestre. “Tanto Nairo como yo tenemos opciones de disputar el triunfo de la Vuelta al País Vasco. Pero Nairo es Nairo y se ve. Sé lo que tengo que hacer: estar cerca de Nairo en todo momento”, desgrana el guipuzcoano, consciente de su potencial y su currículo en las pruebas de una semana. “Uno no gana solo, se necesita la ayuda de todo el equipo para poder ganar. El director dirá que tengo que ser su escudero... je, je”, cierra convencido Ion Izagirre, la alternativa.