nunca se sabe lo que te depara la vida. Cuando piensas que todo puede estar perdido, la situación puede dar un giro de 180º y puedes llegar a ver la luz al final del túnel. Así ha sido el caso de los siete refugiados políticos de Eritrea y uno de Siria, que pasaron de dejar sus países por conflictos políticos a encontrarse en el camino con Mikel Gurrutxaga, responsable del Proyecto Ciclista Solidario y exciclista amateur, quien les cambió la vida por completo. Esta ONG, que intenta aunar la acción social y el ciclismo, ha traído a Euskadi a Abraham Gebru, Abel Gebrehiwet, Nahom Desale, Wedeb Fikadu, Firas Wardeh, Johanna Tesfay, Haile Kidane y Awet Gebremedin para hacer realidad su sueño: poder convertirse en ciclistas profesionales.
Corredores de élite en sus países que tuvieron que dejar de lado la bicicleta por motivos políticos para emprender el camino hacia Europa en busca de un futuro mejor. Con el apoyo incondicional de Ner Group, asociación que tiene como seña de identidad el compromiso por la sociedad, los jóvenes, que llegaron en marzo a la localidad guipuzcoana de Idiazabal, aprenderán en las próximas jornadas a integrarse en la sociedad. “Son personas que han sufrido mucho por el tema político de sus países. Chavales de 20-24 años que no saben si van a poder volver a sus hogares. Entonces, nuestro principal objetivo es ayudarles en lo personal, no en lo deportivo”, explica Gurrutxaga.
“Luchamos por cambiar vidas a través de las bicicletas”. Es el lema sobre el que trabaja esta ONG que el año pasado decidió embarcarse en el proyecto de ayudar a cinco chicos etíopes. Gracias a la colaboración de los voluntarios, la mayoría trabajadores del propio Ner Group, el proyecto salió a flote y pudieron apoyar a la inserción social de estos jóvenes. “No solo nos centramos en el ciclismo, sino que vamos un poco más allá. El año pasado trajimos a cinco etíopes que estuvieron aquí tres meses y les formamos. Les enseñamos las tareas domesticas, a cocinar, idiomas e informática”, señala el responsable.
Conocedor del panorama ciclista, Mikel Gurrutxaga asegura que son muchas las diferencias de este deporte en Europa y África. Insiste especialmente en el poco nivel de las pruebas del Continente Negro, donde hay una pobre participación: “La diferencia que puede haber es que aquí el pelotón esta formado por unos 200 corredores y allí como mucho son 70. Cuando traes aquí un ciclista de África, quizás las primeras tres carreras las pase mal”. Pero este no debe ser el único tema a resolver por la Confederación Africana de Ciclismo. Gurrutxaga avala la forma de competir de los ciclistas africanos, a quienes ve como firmes candidatos a pelear por el Tour en un futuro, pero recalca que el mayor problema está “en la falta de preparación en los entrenamientos. Les falta entrenar mejor. Son buenos, pero necesitan desarrollarse y aprender nuevos métodos”.
Poca ayuda Todo proyecto conlleva tiempo y dedicación. Ponerse en contacto con ellos y traerlos a Euskadi ha sido un trabajo de varias semanas. Por el momento, el proyecto cuenta con el apoyo de Ner Group, pero a Mikel Gurrutxaga le gustaría tener la ayuda de las instituciones vascas para hacer el proyecto más atractivo. “El año pasado la Diputación de Gipuzkoa nos echó una mano, pero este año no hemos recibido noticia alguna por parte de la Diputación y Gobierno vasco”, indica el responsable de la ONG.
De momento, los ocho refugiados están disputando carreras del calendario aficionado antes de partir en los meses de mayo, junio y julio hacia Holanda, Bélgica y Alemania para competir con el equipo Ner Group Marco Polo Cycling. En el horizonte, un nombre: Temesgen Buru. Este etíope aprovechó la oportunidad ofrecida por la ONG el año pasado y a principios de año firmó un contrato con el Burgos BH. Para Mikel Gurrutxaga este hecho puede volver a repetirse con los corredores eritreos “si trabajan duro y bien”.