GASTEIZ - En el tono de voz de Mikel Landa (13 de diciembre de 1989, Murgia) reverbera la dicha, la felicidad por el retorno a su hogar, la competición, después de unos meses puñeteros, con la salud laminada. Su organismo le envió al destierro de los días que nunca acaban cuando uno está enfermo. Jornadas inacabables con la cabeza lanzándole preguntas. Se arrugaban los hombros de Mikel, la principal luminaria del ciclismo vasco, un corredor que luce el maillot de las grandes promesas, el mejor de los diseños. Al fin Landa se arrancó el luto en la Settiimana Coppi e Bartali, la carrera que le dio el abrazo de bienvenida al asfalto. Pocas veces se sintió mejor. Añoraba un dorsal. El costumbrismo de la competición. “Necesitaba volver a sentirme ciclista”, dice el alavés antes de retornar el lunes a la Vuelta al País Vasco, la carrera que le puso en órbita para un maravilloso viaje a La Luna.

¿Cómo se le quedó el cuerpo tras conocer el accidente mortal de Antoine Demoitié en la Gante Wevelgem?

-Se te queda mal cuerpo porque piensas, podría ser yo. Es algo que nos puede pasar a cualquiera y es un accidente que ha acabado de manera trágica. Los coches y las motos en carrera son necesarios para informar, para retransmitir, para todo, pero ha llegado un punto en que tal vez sean demasiadas y tal vez esté mal regulado su uso. Se tienen que reunir todas las partes para mejorar la situación y pensar un poco más en la seguridad de los corredores porque somos los más vulnerables. Hay respeto, pero se deben mejorar las cosas.

Debutó en la Settimana Coppi e Bartali. Llevaba seis meses sin correr. ¿Qué tal el regreso a la competición?

-He vuelto muy satisfecho, ha sido bonito sentirme de nuevo corredor, me hacia falta. Iba con bastantes dudas, pero el haber estado bien me ha dado mucha confianza. Fui sin ningún objetivo a la Settimana Coppi e Bartali y cualquier cosa que hiciera me iba a servir. He conseguido olvidarme un poco de todo. Me he centrado en el ciclismo, en la competición, que era lo que necesitaba.

¿Era importante que se sintiera de nuevo corredor para la autoestima?

-Sí. Eso es lo más importante. Por mucho que entrenes, por mucho que veas que tu condición mejora, si no lo haces con un fin no te sirve para nada. Me hacía falta olvidarme de los entrenamientos, de los objetivos y, simplemente, correr. Necesitaba entrar en la dinámica de la competición y eso lo he conseguido.

¿Le hizo especial ilusión hacer la maleta, ponerse el dorsal, la liturgia de la competición?

-Fue un subidón. Ir a la carrera, encontrarte con distintos corredores, no solo con los de tu equipo en la concentración, el masaje de después de cada etapa, la tensión, la adrenalina de cada día de competición, la cena... todo suma.

¿Cuáles fueron sus sensaciones durante la carrera?

-Las sensaciones fueron buenas, aunque evidentemente cuesta un poquito volver adaptarse al sufrimiento. Lo más positivo fue ver que aún cuando sigues sufriendo ves que estás delante y que a medida que pasaba la carrera, aunque te duelan las piernas te ves con los de delante. Creo que mi condición es bastante aceptable.

De hecho, se atrevió incluso a atacar.

-No había nada que perder, estábamos para competir. La carrera fue dura, había un momento en el que se podía probar y lo hice.

Señal de ambición y de buenas piernas.

-Sí, sobre todo, de ambición, de querer encontrar tu sitio y estar en la pelea de la carrera. Una cosa es estar ahí, en carrera, y otra muy distinta poder disputarla. Eso es lo que me ha dado moral.

En el tiempo que ha transcurrido entre la pasada edición de la Vuelta a País Vasco y esta, ha pasado del Astana al Sky, de ser una promesa a convertirse en un realidad, de ganar en Aia a cerrar el podio del Giro después de ofrecer un recital en la montaña. ¿Cómo ha llevado un invierno con tantos cambios?

-Bueno, la verdad es que me ha costado un poco. El año pasado, que es cuando di el salto como corredor, lo que me rodeaba no cambió tanto como este año. Con el cambio de equipo todos están pendientes de mí; desde los compañeros a los miembros del staff. También los aficionados, que quieren saber más de ti y todo eso suma. De algún modo te sientes más presionado. Quieren que ganes, pero luego está uno mismo, que no estás tan bien como quieres, que ves que no puedes. Con el contratiempo que he tenido con la salud todo eso era más difícil. No ayudaba.

¿La presión extra le ha llegado a agobiar?

-El hecho de que la gente espere cosas de ti, me motiva. Esa presión me gusta. Ves que la gente te anima, que se vuelca contigo. A mí todo eso me motiva mucho para seguir peleando, yendo a cada carrera a disputarla, pero cuando no estás bien, porque la condición física no te acompaña, es duro. Quieres corresponder pero no puedes hacerlo, ni a ti ni a nadie.

De nuevo las defensas bajas. Otro invierno duro. ¿Le dio muchas vueltas al asunto o solo queda resignarse?

-Le das un poco vueltas a la cabeza, te preguntas por qué te pasa, por qué de nuevo a ti, qué has hecho mal. Llegas a dudar si volverás a tener la condición que tenías antes. Son demasiadas horas las que tiene el día cuando estás enfermo, pero todo te fortalece y cuando vuelves, vuelves mejor, más fuerte. Con mucha más ambición.

Tuvo que alterar el calendario previsto. ¿Le generó preocupación el retraso?

-No. En ese aspecto he estado tranquilo por la experiencia que tuve el año pasado (comenzó tarde por culpa de un citomegalovirus, pero realizó un curso fantástico). Estando tranquilo y teniendo paciencia me fue muy bien. El Giro es en mayo y lo que gastes en enero quizás lo necesites en mayo. Pero sí es cierto que el cambio de equipo ha generado que todo el mundo me quiera ver disputando carreras con mi nuevo rol y el no poder hacerlo tal vez ha me ha generado algo de nerviosismo, de estrés.

¿Cómo se encuentra de ánimo tras un invierno duro?

-Muy animado, más animado que nunca, la verdad. Tengo muchas ganas de seguir progresando, que siga acercándose el Giro. Tengo ganas de mejorar.

¿Es consciente que está en medio del escenario, que se espera mucho de usted?

-Sí, sí. Sé que se espera mucho de mí, pero bendito problema. Me ha tocado.

¿Ha cambiado mucho su vida tras su fichaje por el Sky?

-A nivel profesional sí que ha cambiado bastante. A nivel personal, no. Mantengo las mismas costumbres, con mi familia y mis amigos alrededor. Eso no ha cambiado y no voy a dejar que cambie. Mikel sigue siendo el mismo Mikel de antes.

Retorna a la Vuelta al País Vasco, la carrera que en 2015 le sirvió para impulsarse. ¿Qué siente?

-Me hace mucha ilusión. El año pasado me dio un alegrón. La afronto con muchas ganas, soy consciente de mi condición, que mi nivel está por debajo del de los favoritos que vienen de pelearse en la París-Niza o en la Volta a Catalunya. Yo vengo de correr cuatro días y el ritmo de ellos es superior al mío pero sí que me gustaría dar un poco guerra siempre que se pueda y disputar alguna etapa. Aunque el tema de la general lo veo imposible.

¿Qué espera de la Vuelta al País Vasco?

-Pelear por alguna llegada en alto más que por la general. Los finales en alto son mi fuerte. Ahí me gustaría estar con los mejores. Pondré todo de mi parte para conseguir una etapa.

¿Se interpondrá Mikel Landa en el duelo entre Contador y Nairo Quintana?

-Ojalá pueda interponerme entre ellos. Ojalá les moleste mucho.

La carrera ofrece varios finales en alto. ¿Le atrae alguno especialmente?

-Hombre, la segunda etapa, la que acaba en Garrastatxu es mi favorita. Está cerca de casa, irán muchos amigos a verme y habrá que intentar darles una alegría.

También tendrá una contrarreloj que le servirá como test a sus ensayos con la cabra. Su punto débil.

-Sí. Lo que pasa es que será un poco diferente, pero sí que es un test importante aunque sea para ver cómo voy mentalmente. Este año sabíamos que era algo en lo que teníamos que trabajar y hemos puesto más empeño. Entrenando me he visto que he mejorado, pero falta por ver esa mejoría en competición. El mejor test es la competición y claro que me gustaría mejorar en la contrarreloj.

¿El problema cuando uno no es un especialista contrarreloj, es más de cabeza o de piernas?

-Es más de coco. Si no te juegas nada o no estás disputando la general, es fácil desconectar. No es un día de descanso porque das pedales, pero sí lo es de desconexión. Das pedales y pasas el día. La clave para rendir bien en la contrarreloj está más en la cabeza que en las piernas.

¿Llegará al Giro con las horas de vuelo suficientes?

-La cosa va a estar un poco justa, la verdad. Me gustaría tener un mes más de margen pero es lo que cosas han venido así. Ahora mismo no miro atrás. Solo miro adelante. Los cuatro días en Italia me han dejado con la moral alta. Espero que me vaya igual que el año pasado o mejor. De aquí en adelante seguiré pensado en el Giro con más confianza que antes.

¿Ha explorado alguna etapa del Giro?

-La contrarreloj es muy rápida, me esperaba algo más exigente. También vimos la etapa de Arezzo, que es de subida en tierra. Cuando la examiné estaba en mal estado pero de cara al Giro seguro que lo mejoran. Puede que haya alguna diferencia ese día. Tiene un tramo complicado con la tierra y luego la bajada es bastante rápida y técnica. Prácticamente te encuentras con la meta. El próximo viaje que haga a Italia para el Trentino aprovecharé para ver alguna etapa. Todavía no sé cuáles serán, pero espero ver un par de etapas más. Después del Trentino no correré nada más hasta el Giro. Tengo poco margen de tiempo. Así que entrenaré en casa e iré a correr.