BILBAO. El montañero Alex Txikon, tras ser el primero junto a sus compañeros de cordada Simone Moro y Ali Sadpara en conquistar en invierno el Nanga Parbat, ha explicado hoy que, aunque no lo descarta completamente, no entra en sus planes intentar el único 'ochomil' que falta en la temporada fría, el K2.
Txikon conquistó hace unas semanas el Nanga junto a sus dos compañeros, una de las dos montañas de más de ocho mil metros que faltaban por escalar en invierno. Recién llegado a Bilbao, hoy ha ofrecido una rueda de prensa en la que ha explicado que no tiene nada cerrado de cara al futuro, pero que cree que no intentará el K-2 invernal.
El propio Txikon pensó en subir el K-2 invernal hace dos años, pero le denegaron los permisos. Ahora, no entra en sus planes, por lo menos de momento, aunque luego ha matizado que no lo descarta completamente.
Los motivos son varios: el primero, que ya sabe que el invierno que viene van a intentarlo varias expediciones a la vez, lo que choca con su idea no competitiva de la montaña. Al menos ya hay anunciadas tres expediciones, dos polacas y una iraní.
Una de ellas, la que prepara el gran Krzysztof Wielicki, se había especulado con que podía invitar a Txikon, pero de momento no hay nada, aunque Wielicki estará en San Sebastián en mayo. Pero Txikon no ve claro "tanta gente en la montaña, no va a ser seductor; habrá problemas sobre quién equipa..., no lo veo (ir al K-2) ahora mismo".
Txikon ha insistido en que no quiere que "ningún reto deportivo, -en este caso el K-2-, se convierta en una obsesión. Eso pasó en el Gasherbrum en 2012, y mis tres compañeros se quedaron allí por obsesionarse".
El segundo problema es el dinero, ya que una expedición de ese tipo cuesta unos cincuenta mil euros, un dinero del que Txikon, que tiene patrocinadores pero no suficientes, no dispone.
En cambio, es más optimista sobre la posibilidad técnica de subir al K-2 -algunos consideran que sus paredes de hielo a partir de 8.400 metros lo hacen inescalable en invierno-. Txikon cree que técnicamente es factible.
Hoy ha desvelado que Simone Moro, su compañero en el Nanga y el hombre que más primeras invernales ha escalado en el mundo, con un total de cuatro, piensa en intentar el Everest en invierno sin oxígeno, algo que todavía no se ha conseguido, pero el alpinista vizcaíno tampoco lo incluye de momento en sus planes.
"Tengo que poner los pies en la tierra, reposar y disfrutar de la vuelta a casa. Luego, veremos", ha resumido.
El montañero ha narrado su expedición, de la que ha destacado la paciencia para conseguir el objetivo y la magnifica sintonía con sus compañeros, Sadpara, Moro y la italiana Tamara Lunger, que se quedó a unos metros de la cima.
Paciencia y trabajo: "hoy en día para escalar un ocho mil -en verano y con sherpas- se necesitan unos diez días de trabajo en la montaña. Nosotros estuvimos sesenta días en el campo base, con 34 días de trabajo en la montaña, quince noches en campos de altura y 3.400 metros de cuerda porteados y fijados".
También ha explicado por qué subieron la pendiente final por dos rutas paralelas, Sadpara por las rocas y él y Moro por un canal de hielo: "Cuando llegamos al punto en el que nos confundimos el año pasado, sólo veíamos contrafuertes rocosos. Sadpara decidió ir por las rocas, Simone se puso nervioso y le dije que le dejara, que Sadpara ya había subido dos veces -en verano-, porque para mí, lo importante es que uno de la cordada cumpliera el objetivo. Nosotros fuimos por el canal, guiados con prismáticos desde el campo base, y al final llegamos los tres".
En la cumbre, no disfrutó nada: "Sólo pensaba en no enfriarme y memorizar la bajada. Levanté la vista, vi el K-2 y me dije, seré tonto, para cuando me di cuenta nos teníamos que marchar".
De hecho, la peor noche fue la del descenso tras la cumbre, cuando no pegaron ojo pensando en la bajada hasta el campo base, donde, como ha recordado hoy Txikon y dicen todos los alpinistas, "está la verdadera cima".