Zúrich (SUiza) - La FIFA abrió ayer una nueva era en la que, comandada por el suizo Gianni Infantino -elegido por 115 de los 207 miembros con derecho a voto-, espera recuperar la credibilidad perdida en los últimos meses por los escándalos de corrupción que forzaron a la dimisión a Joseph Blatter. Infantino, que ya había encabezado la primera votación con 88 votos (3 más que el jeque Salman bin Ebrahim Al Khalifa) se impuso en la segunda ronda a Al Khaifa (88 votos), al Príncipe Alí bin Al Hussein (4) y al francés Jerome Champagne, sin apoyos. El candidato que presentó la UEFA se convierte en el noveno presidente de la institución y en el sucesor de Blatter, tan sólo nueve meses después de que éste obtuviese su quinta reelección. La elección, casi seis horas después de que el Congreso aprobase de forma íntegra los cambios propuestos por el Comité de Reformas, impone al nuevo presidente la tarea de liderar la renovación de una institución que necesita de forma urgente limpiar su imagen para evitar la fuga de patrocinadores.

De la importancia de una votación que se preveía incierta hasta el final hablaron los movimientos que hicieron los candidatos favoritos hasta el último minuto. Si la víspera tanto Al Khalifa como Infantino salieron de gira por las reuniones de todas las confederaciones para convencer a los indecisos, en la mañana de la elección no se quiso dejar nada al azar. En previsión de manifestaciones de grupos de derechos humanos, que han denunciado la presencia del jeque Salman en el comité que identificó a 15 deportistas participantes en las manifestaciones de 2011, un reducido número de aficionados con pancartas perfectamente compuestas con la misma foto del candidato árabe, lanzaron mensajes a favor del bareiní, en los instantes previos. A estos los reemplazó, posteriormente, un grupúsculo de poco menos de una decena de opositores al régimen bareiní que exhibieron pancartas con las fotos de los torturados mientras gritaban: “Salman, dictador”. Durante el Congreso, la decisión de quitarle el voto a Kuwait e Indonesia, dos federaciones asiáticas suspendidas por injerencias gubernamentales, -que supuestamente debían apoyar a Al Khalifa-, provocó la protesta de Jordania y Emiratos Árabes, que pidieron, sin éxito, que se votase esa inhabilitación. No era una cuestión menor, porque reducía a 104 votos la mayoría simple con la que uno de los candidatos debía imponerse en la última ronda.

En los discursos previos, el foco de atención se lo quedó el sudafricano Tokyo Sexwale, el candidato al que no apoyaba ni la Confederación Africana. Tras decir que no se retiraba “porque un soldado muere con las botas puestas”, consumió 13 minutos de alocución explicando su programa antes de anunciar que no concurriría a la elección. El resto de candidatos se mantuvo tras la primera elección, que prácticamente descartó a Champagne (7 votos) y al Príncipe Alí (27). Infantino se rearmó de moral al quedar primero con 88 votos, 3 más que Al Khalifa, que llegó como favorito a la jornada final. Y, en el juego de pactos, Infantino logró los adeptos que necesitaba (sumó 27 más) para superar con holgura la mayoría simple. Su llegada a la presidencia de la FIFA, con 45 años, hace que respire el fútbol europeo, que temía un cambio de eje ante la emergencia asiática y le sienta bien a Sudamérica, que apostó en bloque por el suizo. - Ó. González