José Bordalás jugó la carta del Barcelona para proyectar su mensaje y tratar de explicar un muy mal partido del Alavés. “No pensemos ahora que somos el Barcelona de la categoría. Somos un equipo que trabaja y los chicos lo están dejando todo. Tenemos virtudes pero también limitaciones”. En los últimos años, y por motivos obvios, los estándares de lo que es buen fútbol, lo que es jugar bien y bonito, se han polarizado del lado del equipo azulgrana. El grave problema ha sido el dogmatismo que algunos fundamentalistas, desde Xavi Hernández a Santiago Segurola, han conferido al estilo del Barcelona. Aquí todo lo que no fuera tener un 80% de posesión ya era jugar mal. El apabullante Madrid de Mourinho de 2012, que precisamente fulminó a aquel Barcelona, jugaba mal porque jugaba a la contra. El Atlético del Cholo, que lleva años siendo la mejor defensa de Europa, también juega mal. Del último Barcelona de Pep, retórico hasta el ridículo, jamás se dijo que jugara mal. Qué más daba que todos aquellos toques fueran completamente inofensivos o que el Bayern le metiera siete en 2013, si ellos tenían más posesión.
Pero Bordalás fue tramposo llevando el axioma del Barcelona a su terreno. Fuera de la burbuja dogmática, jugar bien o mal no se divide entre lo que hace el Barcelona y todo lo demás. Jugar bien no es necesariamente hacerlo divertido. No se puede arrinconar a la crítica con el argumento de que ésta solo se produce porque no es bonito de ver cómo jugó el Alavés. Bordalás seguro que sabe que su equipo hizo un mal partido contra el Mirandés y que tampoco estuvo bien contra la Llagostera. Un servidor no se va a limitar al pobre “este equipo no juega a nada” y va a ofrecer su visión de por qué el Alavés ha jugado mal estos dos partidos. Puede sonar simple, pero conceder cuatro mano mano al penúltimo es jugar mal. Recibir más de una docena de corners y no sacar ninguno en todo el partido en Miranda, es un indicativo de que probablemente hayas jugado mal. Que el fenómeno Fernando Pacheco tenga que trabajar tanto y el portero rival tan poco, es que has jugado mal. Ni bonito, ni feo. Mal. Si agrupamos dos grandes maneras de jugar bien entre lo que propone Guardiola y lo que representa Simeone, a este Alavés de Bordalás hay que meterlo en el segundo grupo. Juega bien a la manera de ser una roca defensiva, controlar los espacios, no ofrecer ninguna superioridad al contrario, desplegarse a la contra y hacerse valer en las jugadas a balón parado. Ha habido muchos encuentros en los que El Glorioso ha llevado esto a la perfección, cercando su área y siendo lo suficientemente productivo en la contraria. Es líder y como reivindicó el técnico, la temporada es inmaculada. Incluso en estos dos partidos ha sabido encontrar los puntos, pero en ningún caso ha sido gracias a las virtudes que Bordalás le ha conferido al plantel. Básicamente porque la mayoría han brillado por su ausencia últimamente.
Después del partido en Anduva muchos tuits asociaron el resultado al carácter del entrenador y de verdad que no consigo entenderlo. Sí que es cierto que los jugadores no dejaron nada, eso está fuera de duda, pero simplemente no salió según lo planeado. No me creo que Bordalás de repente les haya dicho que nos vamos a convertir en un coladero. Ni me creo que el jefe no sepa cuando se va a dormir que el botín de los dos últimos partidos está por encima de los méritos contraídos.