AIGLE - Sobre Aigle, Suiza, en estos días en los que el WorldTour ha instalado su carpa en el desierto de Qatar, -Boasson Hagen venció ayer la crono- arrecía el viento frío y cortante de la polémica. La afilada ventisca alcanzó la sede de la UCI (Unión Ciclista Internacional) en los Mundiales de ciclocross de Zolder (Bélgica), disputados a finales de enero. Allí, el ciclismo se embarró aún más, enfangado un par de palmos en el lodo tras el descubrimiento de un motor en la bicicleta de una corredora belga, Femke Van den Driessche, que participó en la categoría sub’23. El sorprendente hallazgo, la prueba definitiva del uso del dopaje tecnológico, generó una tremenda sacudida en los pilares del ciclismo después de que en los últimos años varios episodios hicieran sospechar sobre su uso en competición, si bien las autoridades que regían el ciclismo y diversas voces del pelotón negaban la mayor.

Una vez detectada la trampa, la UCI aseguró que sería implacable en la persecución de las bicicletas con motor. Brian Cookson, presidente de la UCI, se mostró dispuesto a rastrear todas las bicicletas que se empleen en competición para erradicar cualquier tentación de uso de motor. “Advertimos que el doping tecnológico era una amenaza para el deporte. Ya tenemos el primer caso. Nos tomamos esto muy en serio. Estamos investigando tecnologías que son mínimamente invasivas para que no haya que desmontar las ruedas. Pero si fuera necesario, desmontaremos todas las ruedas”, subrayó Cookson, que no quiere perder la pista del fraude tecnológico. El caso está ahora en la Comisión de Disciplina de la UCI, que deberá decidir cuál será el castigo.

La solemne declaración del presidente de la UCI, contrasta, empero, con una posible sanción. En Bélgica, informa Ciclo21, surgen dudas sobre un posible castigo a la corredora por fallos normativos. Lionel Bajart, parlamentario belga, matizó las declaraciones del ministro de Deportes Flamenco, Philippe Muyters, y asegura que, “aunque todos estamos de acuerdo en que queremos y debemos de perseguir y castigar estos comportamientos, la única realidad es que la lista de sustancias y métodos prohibidos sobre los que se basa nuestra justicia es la de la AMA”. La Agencia Mundial Antidopaje no ha incluido aún herramientas legales para castigar el dopaje mecánico por lo que se abre la opción de que el primer caso de fraude quede sin sanción.

A esa posibilidad se suma el indulto al equipo Katusha después de que la escuadra rusa acumulara dos casos de dopaje en menos de un año. El primero, el de Luca Paolini, por cocaína, en el pasado Tour de Francia; el segundo, el de Eduard Vorganov, positivo por meldonium en un control fuera de temporada el pasado 14 de enero. Ambos en menos de un año. Según el reglamento de la UCI esa infracción debería suponer la suspensión de entre 15 y 45 días para el Katusha puesto que la cocaína está incluida en la lista de sustancias prohibidas por parte de la AMA.

Una decisión controvertida Sin embargo, la Comisión de Disciplina explicó que no existen elementos suficientes para una suspensión del Katusha y que la aplicación de una sanción “para todo el equipo sería inapropiada y desproporcionada”. Lo cierto es que la comisión sitúa el positivo de Paolini por cocaína en el ámbito de las drogas de carácter recreativo. “El consumo de cocaína del ciclista no estaba relacionado con la intención de influir en el rendimiento deportivo”, sino más bien sobre una base recreativa. “La cocaína es una droga social cuyo consumo no está relacionado con el rendimiento deportivo”. Con anterioridad, la UCI sí sancionó al Androni con 30 días de suspensión por sus dos casos positivos.