Pamplona - ¿Cómo se quedó usted después del anuncio de la baja de su actividad como pelotari en la empresa?
-No pensaba que no iban a hacerme otro contrato. Desde que regresé de mi última lesión he intentado dar todo lo que tenía dentro, el cuerpo me está respondiendo y eran ellos los que querían optar por otro camino. A eso no se puede decir nada.
Durante el pasado Cuatro y Medio se pudo ver que el nivel mostrado era distinto al de los meses anteriores, lastrado por lesiones.
-He conseguido encontrar a un masajista de Iparralde, que está en Bilbao, que ha podido encontrarme el problemilla que tengo en la espalda. Desde ese momento, me encontré bien. Me recuperó la espalda. Me quedé fuera de los campeonatos, pero me quedé a gusto, porque sé que puedo seguir jugando tranquilamente. Además, me da pena porque creo que puedo dar todavía. Es difícil de hacer creer en eso a las empresas. Ellos tienen algunas dudas. La vida es así. Quizás he encontrado un poco tarde a este masajista. No es el fin de la vida. He demostrado que todavía puedo seguir jugando a pelota, que todavía estoy con chispa y que puedo seguir dando más guerra.
De cara al futuro, ¿tiene previsto seguir jugando a pelota en pared izquierda o en trinkete?
-Sí, bueno, hace tiempo que en Iparralde me están siguiendo para jugar. También tengo algunos contactos para hacerlo en Hegoalde. Si estoy bien, intentaré jugar en los dos. Aprovecharé un poco para jugar algo más tranquilo, si se puede. En Iparralde hay mucho nivel en trinkete, nadie regala nada, e intentaré prepararme para ello.
¿Con qué sensaciones se queda tras quince años en la élite?
-Han sido quince años que se me han pasado muy rápido. He pasado de todo y muchos buenos momentos. Quizás esos fueron al principio, con Panpi Ladutxe, aprendiendo un nuevo deporte. Yo venía del trinkete y tuve que empezar de cero. Además, están los campeonatos que he ganado, he jugado contra grandes pelotaris? No está mal.
De hecho, posiblemente haya disputado una de las finales más emocionantes, la que ganó a un fantástico Aimar Olaizola en 2011.
-Fue una gran final contra un gran pelotari como Aimar Olaizola. Había perdido dos contra Juan Martínez de Irujo antes y cuando ganas la tercera tienes más alegría que ganando a la primera. He tenido que trabajar y entrenar mucho para llegar hasta ahí. También generó muchas dudas todo lo que pasó antes de aquella final.
Al principio de su carrera deportiva en pared izquierda tuvo que realizar una conversión absoluta en su modo de jugar.
-Tuve que trabajar mucho y muy diferente de lo que estaba acostumbrado. He jugado bastantes partidos contra Titín III, Martínez de Irujo o Aimar Olaizola, que tienen más físico que yo, es la verdad pura y dura. Son gente más fuerte que yo. He tenido que trabajar para estar a esa altura. Tenía que jugar con mucha cabeza para hacerles daño y pensar en todo para rivalizar contra ellos.
Precisamente por eso no han sido fáciles estos quince años.
-No. Ninguna carrera profesional es fácil. Hay muchos que juegan mucho a pelota. Me ha tocado una generación fuerte. Sobre todo, al principio, me tocó jugar mucho contra Titín, que me hizo aprender mucho porque tenía que estar al cien por cien para poder ganar. También contra Juan, Aimar, Oinatz?
La txapela del Manomanista de 2011 fue la primera de esa modalidad que fue a Iparralde. ¿Cómo se vivió allí?
-Lo hemos vivido por dentro. La gente lo vive, pero no es lo mismo que en Hegoalde. La gente me apoyó, sobre todo antes y durante el partido.
Siendo un pelotari técnico, rematador, emocionante de ver, ha cuajado grandes actuaciones. ¿Cómo ha sentido su conexión con el público?
-No lo sé. Muchas veces la gente decía que era frío, que me costaba entrar en el partido, pero yo siempre he intentado darlo todo. Muchas veces lo que se vive dentro y lo que se ve fuera es muy diferente. He intentado estos quince años dar todo lo que tenía dentro y he tenido días buenos y días malos.
Ganó la txapela del Manomanista de 2011, pero además tiene otras tres del Parejas, conseguidas en 2002 (con Oskar Lasa), en 2007 (con Peio Martínez de Eulate) y 2010 (con Aitor Zubieta). ¿Tienen también un sabor especial?
-Todas tienen algo distinto. La primera, con Oskar Lasa, fue una gran txapela. Fue la primera y sentía como si fuéramos yo el hijo y él, el padre. Me sentí muy a gusto. La siguiente fue con Martínez de Eulate y fue un buen campeonato. Me encontré muy bien, con juego. Con Peio me une mucha amistad. Respecto a la última, con Aitor me entiendo muy bien. Fue un campeonato muy bueno. Son cosas que siempre quedarán ahí: en la cabeza y el corazón.
¿Qué va a echar de menos?
-Los entrenamientos y coger el coche e ir con mi padre los días que tenía partido. - Igor G. Vico