San francisco - Richard Tardits estaba predestinado a ser un jugador profesional de rugby en Francia, pero el destino quiso que la vida de este baionarra abriese una senda desconocida para ningún deportista vasco o francés. Desde muy joven destacó por su forma atlética, pero su familia, en una posición acomodada, se empeñó en que la cabeza de Richard creciera y se desarrollara de una manera paralela a la de sus músculos. Por eso lo enviaron a Estados Unidos para que estudiara inglés cuando ya había formado parte de la selección francesa junior de rugby. Las prisas no son buenas y ya habría tiempo para iniciar el asalto al profesionalismo a la vuelta del otro lado del Atlántico.

Tardits apareció así en Augusta (Georgia) en 1985, en casa de un amigo de su padre, que también había sido jugador de rugby. Pero Richard, obsesionado con realizar sus estudios en Norteamérica, vio en las becas deportivas una oportunidad para abrirse un camino que jamás hubiese podido imaginar. Un día leyó en un periódico que la Universidad de Georgia organizaba unas pruebas para su equipo de fútbol americano. Con unas facultades tan buenas para el rugby, el de Iparralde pensó que aquello del fútbol americano podía ser algo en lo que podría encajar. Pasó las pruebas físicas y para cuando se quiso dar cuenta estaba en la universidad realizando sus estudios sobre el mundo de los negocios y embutido en el uniforme y el casco de los Bulldogs de Georgia.

El deporte universitario, a veces tan exigente como el profesional, se presentó como un escenario hostil para un joven extranjero. Tardits, que se negaba a volver a Europa por la puerta de atrás, se exprimió en el campo de entrenamiento y en los estudios hasta conseguir una beca, algo muy extraño para un alumno de intercambio que había llegado poco tiempo antes para aprender el idioma. Richard Tardits se convirtió en el primer francés de la historia en jugar al fútbol americano universitario con una beca.

En Georgia completó cinco temporadas a un gran nivel como linebacker y, al establecer un récord de sacks que estuvo vigente durante más de veinte años, la afición le bautizó como Le Sack.

En 1988 Richard Tardits dio un salto que cambió su vida. Fue elegido por los Cardinals de Phoenix. De no haber sucedido esto, tenía decidido viajar en coche hasta Argentina y trabajar para Renault en Buenos Aires. Pero llegó el salto al fútbol profesional, a la NFL. No llegó a disputar un solo partido con su nuevo equipo. Tardits no encajaba en el sistema de juego defensivo, por lo que pronto se vio sin equipo. Incapaz de sentirse derrotado, Richard se apuntó a los campamentos de entrenamiento de los Patriots de Nueva Inglaterra. La elección no fue casual. Era la franquicia que más cerca quedaba de Harvard, el mejor lugar para culminar su obsesión de ser un abogado de prestigio. Al final, tuvo que decidir entre el fútbol profesional y los estudios. Con el paso de los años dice que es de lo único que se arrepiente: haber renunciado a Harvard.

Contra todo pronóstico Tardits consiguió colarse entre los 47 jugadores de la plantilla de los Patriots y, al contrario de lo que le pasó en Phoenix, allí sí consiguió ser una pieza habitual de los equipos especiales. El vasco completó tres campañas como jugador de los Patriots en los que acumuló 27 partidos, una cuota que le garantiza cobrar un retiro de 750 dólares mensuales cuando cumpla 55 años. Actualmente tiene 50, pero no parece que esté muy pendiente de alcanzar ese beneficio, puesto que ha tenido éxito en sus múltiples negocios.

un ‘sportman’ total La NFL es despiadada y tras tres años Richard Tardits se vio obligado a colgar las botas, pero su carrera deportiva no acabó ahí. El vasco se las ingenió para enrolarse en dos proyectos diferentes que dejaban claro que era un todoterreno y un hombre capaz de amoldarse a las circunstancias. Como pionero del fútbol americano en Iparralde y Francia, participó en la selección francesa de este deporte. Pero una vez que se retiró (y ya con la nacionalidad norteamericana) también se enroló en la selección de rugby de Estados Unidos, lo que le permitió disputar dos mundiales.

El surf, el tenis, el submarinismo, el golf... Son deportes que también han tenido un papel relevante en su vida, pero lo más exótico llegó cuando participó en el equipo olímpico francés de bobsleigh.

A los entrenadores de Tardits en la NFL les sorprendía encontrarlo en las concentraciones leyendo el Wall Street Journal, así que no es de extrañar su trayectoria en el mundo de los negocios. Mientras estuvo en la NFL se dedicó a comprar excedentes de marcas deportivas para revenderlos en Europa, lo que le dio muchos beneficios. Más tarde, en un vuelo entre París y Boston, coincidió con un directivo de una empresa de residuos que no dudó en contratarle. Terminó creando su propia compañía, Residuos Apollo, que más tarde vendió. Fue entonces cuando se dedicó a viajar por Estados Unidos en una caravana durante un año con su mujer Joanna, una inglesa que conoció en Hong Kong, y sus tres hijos.

En 2003 se instaló en Biarritz. Tiene varias empresas, pero con lo que más disfruta desde hace varios años es gestionando su propio campo de golf de lujo, el Country Club de Bigorre. En 2014 decidió presentarse a la alcaldía de Biarritz, con la intención de aplicar su visión del mundo y de los negocios a la localidad, pero no tuvo el éxito que él deseaba y no llegó a hacerse con el control del Ayuntamiento.

Mientras decide si lo volverá a intentar o no, disfruta viviendo el fútbol americano en primera línea. Desde hace años retransmite en diferentes canales de televisión los partidos de fútbol americano para toda Francia. Por eso lleva toda la semana en California, en contacto directo con todo lo que sucede en relación a la Super Bowl de mañana entre los Denver Broncos y los Panthers de Carolina. Seguro que entre los bastidores del fútbol americano todavía hay alguno que le señala recordándole la cara de susto que se le quedó a su entrenador de los Cardinals cuando se enteró de que había estado en las calles de Iruñea corriendo ante los toros de los Sanfermines. Una anécdota más de uno de los jugadores más sorprendentes que ha tenido la NFL.