Vitoria ? Un dato al que él no concede especial trascendencia pero que, sin duda, convierte a Jesús Ruiz en uno de los grandes focos de atención de la Media Maratón de Vitoria. Y es que se trata de uno de los atletas más veteranos en tomar parte en esta prueba. Sin embargo, él prefiere no fijarse demasiado en lo que marca el carné de identidad y escuchar a su propio cuerpo. “Muchos me dicen que estoy loco y que tengo que dejarlo pero nadie se conoce mejor que uno y mientras me respondan las piernas...”. Con ese espíritu afronta una nueva Media, en la que espera que una inoportuna molestia física no le impide llegar a la línea de meta para fundirse en una abrazo con su mujer y sus nietos.
71 años y al pie del cañón, ¿cómo se hace para conseguirlo?
?Bueno, la verdad es que correr no es algo prioritario para mí. En realidad es algo que alterno con otros deportes. Me gusta el aire libre y practico ciclismo de carretera, voy mucho al monte y, además, corro. Pero no lo hago de una manera demasiado disciplinada, voy un poco a mi aire. Solo participo en dos carreras en todo el año, la Media Maratón y la Behobia. Para entrenar suelo salir casi siempre solo por Lasarte y Berrostegieta y cuando se acercan las carreras tengo una especie de test, que es subir hasta el puerto de Zaldiaran. Es la medida para saber si estoy preparado o no. Si llego y bajo hasta Vitoria es que estoy bien.
¿Cómo empezó a correr?
?Cuando hace 38 años se organizó esta prueba por primera vez, que entonces era un cross, se convirtió en una novedad, casi un acto social. Llamó mucho la atención y la gente se apuntaba casi como el que queda para tomar un café. Y yo me apunté con varios compañeros de la fábrica. Fue un boom. Probablemente por eso luego hubo muchos problemas y pasó lo que pasó, con algún fallecido incluso, porque la gente no estaba preparada. Yo entonces tenía 33 años y ya seguí corriendo las ediciones posteriores. Me acuerdo que en la tercera tenía el dorsal y todo pero ese día nevó y había hielo y la mujer se empeñó en que no corriera por miedo a que me cayera. Después dejé de participar cuatro o cinco años y a partir de ahí no he vuelto a faltar.
Es inevitable que sea uno de los veteranos de la prueba, ¿tiene cuerda para rato todavía?
?Sí. Todos los años suelo decir que es el último pero al final me animan. Además el grupo de amigos siempre hacemos un almuerzo al día siguiente de las carreras y eso también es otro aliciente (risas). La Behobia la acabé bastante bien así que creo que el año que viene volveré a las dos.
¿Dónde busca la motivación?
?En participar, en estar con los amigos... Es algo que llevas dentro y el hecho de terminar la carrera y conseguir tu objetivo es un bienestar muy satisfactorio. Durante la carrera lo pasas jodido porque a partir del kilómetros 14-15 empiezo a notar que las piernas comienzan a decir que ya vale pero aguanto y al final cuando llegas a la meta es una satisfacción enorme.
¿Y la familia cómo lo vive?
?Mi mujer suele estar siempre en la llegada y normalmente paro todos los años, le doy un par de besos y ya sigo hasta la meta. El año pasado además estaba con dos nietos, una de dos añitos y otro de seis. Les cogí y entramos de la mano los tres.
¿No se animan los hijos a seguirle?
?Qué va, me dicen que estoy chinado. Aunque luego sé que presumen de aita y mandan la foto de meta a los primos y demás... Este año por lo menos se han apuntado los cuatro nietos a la Media txiki así que quiero quedar con ellos a las diez y media para hacernos una foto juntos.
¿Cómo explicaría lo que le proporciona el deporte?
?Es la satisfacción que produce el haberte esforzado para conseguir algo. En todo ser humano debe haber algo por dentro que te ilusione, que te motive y en mi caso ahora es esto. Además, el deporte te puede ayudar incluso a solucionar problemas serios porque sales a correr un rato, sientes el contacto del aire en la cara, te liberas un poco y llegas a casa con otra sensación. La superación personal y el esfuerzo para lograrlo es lo que hay que buscar siempre en la vida. Esforzarte y conseguir un objetivo es muy gratificante. Yo me suelo fijar mucho en las llegadas y me llama la atención cómo celebra cada uno el éxito de alcanzar la meta. Se siente muy dentro y los abrazos que se dan son muy especiales, muy de verdad. l