En fútbol tres semanas son un mundo. El partido en Huesca parece algo de la prehistoria después de que el Alavés firmara su segunda derrota consecutiva ante el Mirandés. Quizás se echó de menos entonces un Señor Lobo que recordara que era demasiado pronto para empezar a “chuparnos las pollas”. El paisaje ha cambiado por completo y los dos tropiezos han sepultado de dudas y debates nebulosos lo que antes era poco menos que un ascenso sin bajar del autobús. Ahora se echa de más que el nombre que más suena sea el de Lolo Reyes. Y que como de repente alguien se haya dado cuenta que la plantilla es demasiado corta. Reyes es como el programa de Podemos: todo el mundo habla de él pero muy pocos lo han visto. Si el éxito o el fracaso de la planificación del Alavés depende de un tipo con nombre de peluche que debe jugar de centrocampista defensivo es que nos hemos vuelto todos locos. Zubillaga lo definió como “un jugador que valía por tres”. Un Messi a la chilena, vamos. Con esta afirmación del director deportivo habría sido interesante preguntar a Bordalás de cuántos jugadores dispone. Si aceptamos pulpo como animal de compañía y el totémico Lolo Reyes “vale por tres”, el entrenador hubiera tenido, como dice él, 21 jugadores “más dos del filial”. 23, que se quedarían en 22 si descontamos a Estrada. En realidad no me parece un desprecio hacia Llamas y Einar, legítimos futbolistas del primer equipo, la discriminación de Bordalás a la hora de catalogar a sus hombres. Aunque puede sonar despectivo, prefiero un jefe sin tacto en la sala de prensa pero que después dé carrete a estos jugadores que otro como Luis de la Fuente, El breve, que izó la bandera de la cantera, puso a Alex Vallejo en el primer partido y lo mató para toda la temporada después de cometer un penalti antes de la media hora. Con Llamas conviene ir superando el trauma de que sea canterano. Esto ocurre en casi todos los equipos de España cuando aparece un prometedor futbolista de la casa. La mayoría del pueblo se divide entre abuelos y padres. Para los primeros es el niño consentido y para los segundos al que hay que exigir más y no pasarle una. No quiero los paños calientes, pero recelo mucho más de los que ponen al canterano en perpetua sospecha. Después del partido, mi viejo Luis (que igual habría que alinearlo como abuelo de Llamas) le preguntó a Pablo Gómez qué tenía que hacer este jugador para ser titular. “No ser de Vitoria”, le contestó la leyenda. A Pablo, precisamente, buena parte de Mendizorroza nunca le perdonó triunfar a base de talento puro. La postura de quien escribe respecto a esto es tan pragmática como quizás descarnada: quiero que jueguen los mejores y me dá igual que sean canteranos, españoles, de Ibaia, de la Fábrica o de Cúcuta. El Alavés salió en Dortmund sin ningún canterano y no recuerdo a nadie comentarlo. Sospecho firmemente que Llamas pertenece a esa estirpe, la de los mejores. Contra el Mirandés me volvió a pasar algo que me ocurre a menudo con este futbolista: me quedan ganas de ver más. Si tomamos el partido del sábado como un medidor -que no tiene por qué ser así a largo plazo-, se puede observar con desazón que tienen que pasar cosas muy raras para que salga al campo. La principal fue ir perdiendo por dos al descanso después de alinear como mediocentro a un jugador fuera de posición. La entrada de Llamas revitalizó al equipo. Catalogado como enganche, jugó en la sala de máquinas, siendo casi siempre el encargado de dar salida al juego, asistir ante la primera línea de presión y batir las siguientes con aperturas certeras o incluso desparpajo en la conducción vertical. Fue el socio de todos. Y tampoco rehuyó la trinchera. Saber dar un pase no es incompatible con robar balones, por mucho que así se haya vendido. Es posible que su constitución o apariencia inviten a pensar en él como en un mediapunta pero si la necesidad y la escasez del equipo está veinte metros atrás, igual es el momento de acabar con las viudas de Lolo Reyes, dejar a Carpio en su sitio y a Estrada en el suyo, y comprobar si Llamas es una solución o no. Aquí nadie habla de regalar oportunidades pero después de una primera cita así no se puede dejar al chico en el portal, porque se acabará buscando a otra.
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