nueva york - Flavia Pennetta se impuso a su compatriota Roberta Vinci por 7-6 (4) y 6-2 en la final femenina entre italianas del Abierto de Tenis de Estados Unidos, en la que logró su primer título del Grand Slam y tras la que anunció su despedida del circuito. En una de las finales más sorprendentes de la historia, terminó por imponerse la lógica y la victoria fue para la número 26 del mundo, que ganó a la 43 en algo más de una hora y media. Pero Pennetta tenía reservada una última sorpresa: “Esta es la forma en la que me gustaría decir adiós al tenis”, anunció justo antes de recibir el trofeo. La italiana, de 33 años, dijo que había tomado la decisión antes del torneo y aseguró que la victoria en Nueva York es la manera perfecta de despedirse. “Creo que es lo que todos los jugadores quieren hacer. Irse con un gran trofeo”, explicó.
Pennetta llegaba a la final tras derrotar en semifinales a la segunda favorita, la rumana Simona Halep, mientras que Vinci había dado la campanada dejando fuera a la número uno del mundo, Serena Williams, que buscaba en Nueva York completar el Grand Slam tras sus victorias en Australia, Roland Garros y Wimbledon.
El día llamado a ser la fiesta de Serena fue al final la fiesta del tenis italiano, que por primera vez colocó a dos jugadoras en lo más alto de un torneo del Grand Slam, un hecho histórico que no quiso perderse el primer ministro, Matteo Renzi, que presenció el encuentro en directo.
Y Pennetta y Vinci no desaprovecharon el escenario, brindando un partido más igualado de lo que sugiere el resultado. La ganadora reconoció que nunca había pensado en ganar en Nueva York y aseguró que el resultado fue una “gran sorpresa” para ella misma. “Es un sueño hecho realidad. Siempre cuando era joven pensaba en ser número 1 o ganar un Grand Slam (...). No sé que decir. También es bonito haber jugado con una amiga”, dijo tras el encuentro. Vinci y Pennetta, dos viejas conocidas que crecieron enfrentándose en categorías inferiores e incluso ganaron juntas un Roland Garros júnior como pareja, se fundieron en un largo abrazo al final del partido y comentaron animadas el encuentro a la espera de recoger sus trofeos. Las dos hicieron en Nueva York el torneo de sus vidas. Tras haber estado entre las diez primeras del mundo o muy cerca, las dos, ya en la cuesta abajo de sus carreras, demostraron el valor de la experiencia. - Efe