LUARCA - Tom Dumoulin camina erguido. Es un tallo el holandés, un tipo elegante sobre la bicicleta. La Mariposa de Maastrich se estiró aún en la Ermita de Alba, donde revoloteó con gracia. “Salvé el día y fue mucho mejor de lo esperado. Nunca estuve realmente en problemas y tuve muy buenas piernas”, advirtió Tom Dumoulin. Desde Asturias, desde una de sus más abruptas terrazas, el holandés percibió la silueta de Burgos, la ciudad que ama porque le citará mañana con la contrarreloj, su mejor amante. “Todo depende ahora de la contrarreloj”, señaló el holandés, feliz, dichoso lejos de las montañas con las que se pelea cada vez con más destreza.
Dumoulin sale reforzado del infierno del norte. Ha soportado el tríptico con entereza e inteligencia. Ayer fue su mejor día en la montaña asturiana. Apenas penalizó 27 segundos respecto a Purito. Un buen síntoma para La Mariposa de Maastricht, cuyo referente es Bradley Wiggings, que se reconvirtió de la pista a la carretera hasta el punto de conquistar el Tour. Con esa idea amenaza a Purito, del que le separa 1:51. Aru se sitúa a 1:50 de Dumoulin y Majka dispone de una renta de 16 segundos respecto el poderoso holandés, el principal candidato a hacerse con el maillot rojo.
Le avala su currículo como contrarrelojista. El holandés fue tercero en el Mundial de Ponferrada del pasado año. Entonces solo fue superado por Wiggins y Tony Martin, dos grandes especialistas contra el crono. Dumoulin se midió con Purito en la exigente contrarreloj de Aia en la Vuelta al País Vasco.
En aquella ocasión, el holandés aventajó en cuatro segundos al actual líder. Sin embargo la cita de Aia no parece que sirva de referencia real sobre el potencial de ambos. Después de ofrecer su perfil más fotogénico en Suiza, donde batió a Cancellara en las dos cronos en las que se midieron, Dumoulin fue cuarto en la crono del Tour por detrás de Dennis, Martin y Cancellara. En Utrecht aventajó a Purito en 1:18. Eran 14 kilómetros. En Burgos esperan 38,7 kilómetros. - César Ortuzar