PEKÍN. El presidente del COI, Thomas Bach, anunció la candidatura ganadora tras una votación en la que participaron 85 de los 101 miembros del comité (entre los que no votaron estaba él, los tres representantes chinos y el presidente saliente de la FIFA, Sepp Blatter).
Tras el anuncio, la delegación china, liderada por la viceprimera ministra Liu Yandong y en la que también estaba el exjugador de baloncesto Yao Ming, estalló en alegría, tras casi dos años de carrera por lograr esta designación.
La capital china, que competía con la kazaja Almaty, se convierte en la primera ciudad de la historia que acogerá unas Olimpiadas de Verano, que ya albergó en 2008, y unas de Invierno, que conseguirá con sólo 14 años de diferencia.
Los principales argumentos de la candidatura eran el gran potencial financiero de China, la experiencia de la ciudad en importantes eventos deportivos y la posibilidad de aumentar la afición por los disciplinas invernales entre cientos de millones de seguidores chinos.
Pekín ha tenido éxito con una arriesgada propuesta, que celebrará las pruebas sobre hielo en Pekín (muchas de ellas en los mismos estadios que acogieron los JJOO de 2008), las de esquí nórdico en Zhangjiakou, a 250 kilómetros, y las de esquí alpino en Yanqing, a mitad de camino y al pie de la Gran Muralla.
Frente a la lejanía de las instalaciones, Pekín ha argumentado que estarán unidas por trenes de alta velocidad, por lo que la distancia entre unas y otras se recorrerá en menos de media hora.
La posible falta de nieve, algo habitual en el árido norte de China, se compensará con el uso de cañones artificiales, mientras que Pekín invertirá en los próximos años unos 160.000 millones de dólares para reducir su contaminación atmosférica.
Almaty intentaba ser la primera ciudad de Asia Central en acoger unas Olimpiadas, y basaba su candidatura principalmente en una mayor cercanía de las instalaciones deportivas y mucha más cantidad de nieve natural que las montañas del norte chino.