vitoria - Apenas hace un año que alcanzó la mayoría de edad pero cualquiera que mantenga unos minutos de conversación con él escuchará a Iker Larrañaga repetir habitualmente la coletilla cuando era joven. Algo que llama poderosamente la atención pero que, en su caso, llega adquirir hasta cierta lógica. Porque pese a su evidente e innegable juventud (12-5-1996), el piloto vitoriano lleva más de una década compitiendo en los circuitos de motocrós. Un tiempo en el que, paso a paso, ha ido escalando peldaños hasta terminar confirmando todos los buenos augurios que le han acompañado desde que prácticamente no llegaba al estribo de su montura. De esta manera, en la actual temporada lidera con solvencia el Campeonato de España de MX2 y todo apunta a que añadirá a su brillante currículo el primer Nacional en categoría senior. Un título que, a buen seguro, no será el último para este pura sangre a todo gas.

Y eso que la ruta que ha tenido que recorrer para llegar hasta aquí no ha sido ni mucho menos sencilla. Más bien al contrario, ha estado plagada de obstáculos que ha ido superando con determinación inquebrantable. El primero, mantener a capa y espada su afición -y dedicación- a un deporte prácticamente inexistente en Álava. Con apenas tres años se subió a su primera moto en Ariñez -localidad en la que reside- de la mano de su padre y con siete debutó en una carrera. Para hacer eso posible -más todo lo que ha venido después-, los sacrificios propios y familiares han sido incontables.

“Él no ha competido nunca pero mi aita, aunque pueda parecer lo contrario, es un gran aficionado a las motos y él fue el que me metió el gusanillo. Cuando empecé con las carreras como aquí no hay donde entrenar él me recogía a la salida de la ikastola con la furgoneta de su trabajo y todo preparado dentro, nos hacíamos un montón de kilómetros, entrenaba y volvíamos a casa. Él tenía que desmontar todo para poder volver a trabajar al día siguiente y yo intentar llevar al día los estudios. Después, los fines de semana nos íbamos toda la familia en la caravana hasta donde tocara correr y vuelta a casa”, recuerda Larrañaga con cierta nostalgia.

Con esa rutina espartana, Iker pronto comenzó a destacar y a llamar la atención de los gurús de esta dura y espectacular especialidad. Más aún cuando en los años 2006 y 2007 se proclamó campeón de España en categoría alevín. Algo insólito teniendo en cuenta que provenía de un territorio en el que este deporte no tenía la más mínima tradición ni, lo que le confiere más mérito todavía a sus resultados, infraestructura o ayuda alguna.

Tantos ojos puestos encima de un niño de apenas doce años se transformaron, como resulta perfectamente comprensible, en una presión máxima que no siempre resultó fácil de sobrellevar. Como consecuencia, apareció un pequeño periodo oscuro en su trayectoria del que Iker no tiene problemas en hablar.

“Por unas cosas o por otras los resultados no terminaban de llegar. Siempre he sido muy impulsivo y a veces me caía cuando tenía la opción de ganar algo importante, otras veces me fallaba la cabeza... Llego un punto en el que era complicado seguir así y continuar encargándonos nosotros solos de todo y al final mi padre me planteó que era el momento de buscar ayuda”, desgrana.

Era el año 2012 y en ese punto de inflexión vital y deportivo Larrañaga opta por mirar fuera y recurre a los conocimientos del expiloto navarro Álvaro Elizalde, dedicado ahora a transmitir sus conocimientos. “Fui un par de semanas o tres a su casa en verano y desde el primer día comencé a notar los cambios. La evolución fue muy importante y rápidamente quedó claro que habíamos tomado la decisión acertada”, apunta.

Desde entonces, los caminos de ambos no se han separado y el joven alavés ha regresado por todo lo alto al lugar que todos le reservaban. De esta manera, el año pasado se proclamó campeón de España sub’ 18 y subcampeón en MX2 y en este 2015 está a punto de estrenar su palmarés en categoría senior, ya que -a falta únicamente de dos pruebas por disputarse- lidera con una cómoda ventaja la clasificación en la que el curso anterior terminó subcampeón.

Y eso que, una vez más, no lo está teniendo en absoluto sencillo. Porque, en estos momentos, Iker se recupera de la operación a la que tuvo que someterse en su rodilla derecha. “Me caí al principio de la temporada y parecía que tenía roto el menisco pero pude seguir compitiendo. Sin embargo en la última carrera ya comencé a tener más problemas y los médicos vieron que además de roto lo tenía desplazado, lo que me podía ocasionar problemas graves. Así que decidí operarme aprovechando el parón que hay en verano en el campeonato de España”, explica.

Tras ser intervenido en Vitoria por el doctor Carlos Pérez (del equipo de Mikel Sánchez), Larrañaga se encuentra ya en pleno proceso de rehabilitación y espera estar en plenas condiciones cuando, en octubre, se retome un Nacional que no está dispuesto a dejar escapar. Lo que sí ha trastocado este contratiempo físico es su participación en el Europeo -en el que compite desde hace varios años-, donde también ha comenzado a brillar. De hecho, aunque su mejor resultado es un octavo puesto ha sido protagonista en varias pruebas y llama con fuerza a las puertas de un Mundial que más que probablemente le acoja entre sus participantes en 2016.