londres - Garbiñe Muguruza pensaba que le tocaba jugar ante Serena Williams. Pero no, eso será mañana en la final de Wimbledon después de que la tenista vasco-venezolana culminara ayer su histórico recorrido en la hierba del All England Tennis Club con una victoria tensa y agónica en la semifinal ante Agnieszka Radwanska. Casi dos horas de juego se resumieron en un 6-2, 3-6 y 6-3 que metió a Muguruza en su primera final de un Grand Slam y, de paso, en el puesto número 9 del ranking mundial, pase lo que pase ante la número 1 del mundo, la ganadora de 20 torneos grandes y protagonista de 24 finales, o sea una jugadora casi infalible cuando se trata de rematar la faena.“Jugar ante Serena es el mayor desafío que se puede tener en un Grand Slam. Siempre es difícil plantear un partido ante ella, tiene pocas debilidades”. La norteamericana lo demostró despachando sin contemplaciones a Maria Sharapova (6-2 y 6-4) en una hora y veinte minutos.

Pero Muguruza también está convencida de que a la estadounidense “no le hace mucha gracia jugar contra mí porque ya le gané una vez”. Fue en la segunda ronda de Roland Garros en 2014. Las otras dos ocasiones fueron en Melbourne, en el Abierto de Australia. En la primera, en 2012, Williams impuso por 6-2 y 6-0. En la última, a comienzos de este año, Garbiñe Muguruza forzó tres sets para caer por 2-6, 6-3 y 6-2.

Mañana será el cuarto enfrentamiento entre ambas, todos en partidos de Grand Slam, lo que indica el nivel de competitividad que ha alcanzado la jugadora vasco-venezolana. Ayer pasó una prueba de fortaleza mental para tumbar a Radwanska, que ya había estado antes en la situación de luchar por la final de Wimbledon. Pero en el primer set, Garbiñe Muguruza fue un vendaval que amenazó con hacer añicos la resistencia de la polaca.

Su servicio era un martillo pilón. Ganó doce de los trece puntos en que logró ponerlo en juego a la primera y no cedió ni una pelota de ruptura en todo el primer set. Recibiendo palos de derecha y de revés, la polaca era incapaz de meterse en la cancha y se defendía como podía detrás de la línea de fondo. Así, Garbiñe Muguruza llegó a un 3-1 y 15-30 a favor. Daba la sensación de que el partido podía durar poco, pero Radwanska empezó a cambiar ritmos, a alternar golpes liftados y cortados mientras los nervios empezaron a atacar a la de Caracas, que veía cerca el triunfo y empezó a acumular errores no forzados. “Me puse bastante nerviosa. Ella consiguió lo que pretendía, que era sacarme de mi sistema. Tuve un momento de tensión y ella jugó muy bien”, explicó después Muguruza.

momento crítico La finalista de 2012 rompió por primera vez el saque de la novata para igualar a tres y poner rumbo a seis juegos consecutivos que le pusieron por delante en el inicio del tercer set después de que Garbiñe Muguruza cediera su saque por tercera vez en sus tres últimos turnos al servicio. Era un momento crítico para la vasco-venezolana, que podía sentir que todo el esfuerzo no había servido para nada porque, al fin y al cabo, la experiencia no estaba de su lado.

Pero Muguruza reaccionó como lo hacen los grandes, sin dejar de ser valiente, sin aflojar en sus golpes en busca del todo o nada. Ella debía marcar el rumbo del partido pese a los intentos de Radwanska de meterle en una tela de araña. Respondió con otra rotura del saque de la polaca que hizo bueno en el tercer juego para recuperar el mando en el marcador. El servicio de Garbiñe Muguruza volvía a funcionar, pero había que jugar cada punto al máximo de concentración porque la polaca no regalaba nada. Solo cometió un error no forzado en el set definitivo, por lo que la pupila de Alejo Mancisidor tuvo que añadir quince golpes ganadores más su cuenta.

La tensión alcanzó su punto más alto cuando Muguruza sacaba para meterse en la final y el marcador señalaba deuce en el noveno juego. Radwanska, instada por su palco, reclamó una pelota de su rival que cayó junto a la línea y se equivocó, o la equivocaron. Porque la bola, por unos milímetros, había sido buena. El ojo de halcón convirtió lo que podía ser una oportunidad de rotura para la polaca y de, quizás, dar otro giro definitivo al partido en la primera bola de final para Muguruza, que no desaprovechó. Con un saque potente y una volea a media altura definitiva, Garbiñe hizo historia en Wimbledon y se recostó en esa hierba a la que, en poco tiempo, se ha adaptado de maravilla para dar su mejor versión.

“Llegar a la final significa mucho para mí. Una tenista trabaja toda su vida para estar en esta situación, para pelear por un Grand Slam. Es un sueño, un regalo después de todo el trabajo duro”, declaró Garbiñe Muguruza en la sala de prensa del All England Tennis Club, una vez que ya había asimilado que estaba en la final. Después, desgranó algunos de los aspectos de la final, como ese momento en que se vio con una clara ventaja y le entraron los nervios. “Radwanska lo estaba esperando. Lo hizo muy bien, peleó y ganó el segundo set. Pero luego supe mantener porque sabía que iba a ser un partido difícil. Tenía que volver a mi patrón del primer set y plantarle cara”.

agresividad y confianza El duelo llegó al tercer set y “la sensación era que podía ir a cualquier lado. Sabía que tenía que seguir con mi juego, ser agresiva, teniendo confianza en mi tenis. Me concentré y me quité los pajaritos que te entran en ese momento”, explicó Garbiñe Muguruza que, aún siendo consciente de la máxima dificultad que entraña la final de mañana ante “la mejor tenista de los últimos tiempos”, no renuncia a nada porque es la mejor manera de poder ganar.

“Me falta el partido más importante, tengo que creer que puedo ganar y que tengo que ir a por todas. Sería un desastre si no lo pienso así”, subrayó la vasco-venezolana que ha llegado donde nadie, probablemente ni ella misma, esperaba hace un par de semanas cuando cayó en la primera ronda del torneo preparatorio de Birmingham. Para ella será la primera, por eso es “la mejor final posible. No hay un partido más complicado, pero he trabajado toda la vida para esto”. Desde que con tres años empuñó su primera raqueta para acompañar a sus hermanos Asier y Iker hasta la final de Wimbledon, el torneo más glamuroso del mundo, Garbiñe Muguruza ha quemado todas las etapas previstas.