Con la ausencia de Brasil, cuyo paso por el torneo ha sido lamentable, la final de la Copa América responde a las perspectivas levantadas, toda vez que Chile, jugando en casa y con un equipo competitivo, tiene la oportunidad de conseguir su primer título y la Argentina de Messi resarcirse de una frustración que pesa como una losa en su abigarrada historia, pues no gana la competición desde 1993. Sobre todo para Lionel Messi, el mejor jugador del mundo, puede que de todos los tiempos, y sin embargo con la albiceleste aún desconoce la gloria.
La última vez que Argentina conquistó un torneo internacional sucedió en un acontecimiento menor, los JJOO de Atenas 2004, con el oro olímpico, el Apache Tévez en plan estelar y la dirección técnica de Marcelo Bielsa, cuyo recuerdo se hace omnipresente en vísperas de esta final de la Copa América.
Los chilenos aún recuerdan con añoranza la única vez que su selección logró vencer a la de Argentina en 38 partidos disputados entre ellos a lo largo de la historia. Ocurrió en el mismo recinto, el estadio Nacional de Santiago, el 15 de octubre de 2008, durante la fase de clasificación para el Mundial de Sudáfrica’2010. El céltico Fabián Orellana anotó el único gol del encuentro (1-0), recordado como histórico entre la hinchada de La Roja, que todavía rememora con veneración al seleccionador que guió con brillantez a Chile hacia el Mundial africano: Marcelo Bielsa.
La huella del exentrenador del Athletic también es profunda en los técnicos de los equipos finalistas, los argentinos Jorge Sampaoli y Gerardo Tata Martino, que proclaman con fervor su condición de admiradores y discípulos del Loco Bielsa.
Los leprosos Al igual que Marcelo, ambos son de Rosario y se criaron en el Newell’s Old Boys. Sampaoli no triunfó como futbolista, entre otras razones porque una lesión de tibia y peroné forzó su retirada a los 20 años. Martino, en cambio, llegó a ejercer de ídolo entre los leprosos. Jugaba de volante zurdo y se labró fama de cachazas. Pero a comienzos de los años noventa coincidió con Bielsa en Newell’s para protagonizar juntos, el Loco ya como entrenador del equipo, una de las páginas más brillantes del equipo rosarino, pues en 1992 se proclamó campeón del Torneo Clausura, y alcanzó la final de la Copa Libertadores, trofeo que perdió en la tanda de penaltis frente al Sao Pablo brasileño.
El grupo de jugadores que formaba parte de ese equipo quedó tan identificado con el estilo que impulsó Bielsa que aquellos que optaron por la carrera de entrenador tras colgar las botas adoptaron no solo la filosofía del Loco, también la indumentaria, en chándal y zapatillas como adusto uniforme en sintonía con el acontecimiento deportivo.
Lionel Messi, que también es de Rosario y dio sus primeros pasos futbolísticos en Newell’s antes de ser captado por el club azulgrana, fue fundamental en la contratación del Tata Martino como técnico ideal para continuar el trabajo de Tito Vilanova en el Barça en la temporada 2013-14. Para más abundancia, el entonces director técnico Andoni Zubizarreta, más proclive a dar la alternativa al actual entrenador, el asturiano Luis Enrique, llamó a Bielsa para recabar su opinión al respecto. Craso error. Una larga charla y la capacidad de seducción que atesora El Loco inclinaron definitivamente la balanza en favor del Tata.
Tanto Jorge Sampaoli como Gerardo Martino reverencian a Bielsa y han absorbido su filosofía futbolística, que aplicaron luego en sus respectivas carreras, aunque con matices. Ambos entrenadores comparten la idea de enseñar en cada paso, y de estar pendientes de cada detalle para reducir al mínimo la influencia del azar. En los entrenamientos practican cada jugada hasta el hartazgo, o hasta que el ejercicio salga como lo desea el técnico.
El pragmatismo De cara a la final de mañana, probablemente Martino insista más en el control de pelota, tal y como hizo en el Barça y porque tienen mejores mimbres, pero sin renunciar al ataque. En cambio, los equipos de Bielsa suelen destacarse por ser muy verticales, favoreciendo el juego de los extremos, que tienen gran importancia en sus planteamientos.
Martino no apuesta tanto a la verticalidad, es partidario de la pausa justa y prefiere un equipo que busque abrir la cancha todo lo posible bajo la máxima futbolística de que para ser profundo hay que ser ancho, dando mucho protagonismo a los laterales.
Con todo, en su etapa como seleccionador de Paraguay, donde se le tiene en muy alta estima por los éxitos conseguidos, Martino antepuso el pragmatismo a la rigidez conceptual de Bielsa. Por eso triunfó en el Cerro Porteño y luego con el combinado guaraní, a la que clasificó para cuartos de final en el Mundial’2010, donde cayó eliminada tras un durísimo encuentro frente a a la postrera campeona, la selección española; y en la anterior Copa América, en el año 2011, llevó a Paraguay hasta la final, que perdió (3-0) ante Uruguay, pero eliminando previamente, en semifinales, a la mismísima Argentina, que ejercía de anfitriona del torneo.
Sampaoli prefiere plantear las situaciones de ataque de forma más directa, lo cual puede ser temerario frente a rivales con tanto talento como la actual selección argentina.
Conociendo la idiosincrasia de su colega, Martino ha definido a combinado chileno como “una máquina de atacar” y no cree que la Roja cambie sus postulados en el encuentro decisivo de la Copa América.
Pero tanto Martino como Sampaoli también tienen marcadas diferencias con respecto a Bielsa en el aspecto social y humano. Bielsa guarda las distancias con respecto a sus jugadores, mientras Martino prefiere el acercamiento y una mayor complicidad con sus discípulos. El Loco dijo sobre Tata: “Me gustaría aprender de Martino. Siempre amable, dispuesto, siempre un señor”. No triunfó en el Barça, pero consolidó una impagable imagen de hombre bueno.
En cambio, Marcelo Bielsa probablemente jamás toleraría la indulgencia plenaria con la que Jorge Sampaoli ha tratado el caso Arturo Vidal, la estrella del equipo, que estampó su Ferrari de 400.000 dólares contra otro vehículo mientras conducía bajo la influencia del alcohol, regresando de un casino y cuando se está disputando una competición que mantiene a toda Chile en vilo. Sampaoli antepuso el egoísmo, y por eso se entiende que no tomara ningún tipo de sanción disciplinaria. Se trata de una cuestión de principios.