Zaratamo - A Mikel Urrutikoetxea se le asomó una sonrisa en el rostro con el último saque del domingo ante Aimar Olaizola. Es con lo que se queda. Significaba su primera txapela Manomanista.
Comentaba al término de la final del campeonato ante Olaizola II que iba a celebrar la txapela con los más cercanos, ¿cómo vivió la noche del domingo?
-Estuvimos aquí en la plaza con la gente del pueblo, que me han apoyado siempre y estuvieron en el frontón Bizkaia. Después, fuimos al barrio, hicimos un lunch con la gente y, a las 00.30 o así, me fui para casa porque estaba bastante cansado. Ya habrá días para celebrarlo mejor, para echar alguna fiesta con mis amigos, para estar con la gente que ha estado ahí. Era momento para descansar.
¿Le costó dormir?
-Sí. Más que nada, por el esfuerzo del partido. Muchas veces me pasa que, cuando hago un esfuerzo muy grande, no duermo igual. Por la tensión y todo eso. Una vez que he cogido el sueño he dormido bastante bien. He descansado a gusto, sin problemas.
¿Dónde ha dormido la txapela: con el resto de trofeos o en su habitación?
-La hemos dejado junto al resto. En este momento es el título que más ilusión hace, pero en cada etapa de la vida hay algún trofeo que me ha hecho ilusión. Ahora, con 26 años, era el objetivo que tenía. Es lo más grande conseguir la txapela del Manomanista después de que lleve tantos años sin ganarla ningún vizcaino. Es bonito para mí. Lo tengo con el resto, porque en cada etapa hay alguno que ha hecho ilusión. Todos son para el recuerdo.
¿Se equipara en ilusión a algún otro?
-No. A ninguno. Cuando yo era aficionado, había torneos que me hacían ilusión y era lo máximo ganarlos. Ahora, cuando ha llegado este, es el que más ilusión hace y el que más prestigio da a un pelotari.
En la sala de prensa del Bizkaia de Bilbao estuvo bastante relajado, con mucho aplomo, dándole la importancia que realmente tiene.
-Es algo bonito. Es lo que da el nombre a un pelotari. Esto te mete en la historia con todos los grandes manistas. Si miras el mano a mano, lo han logrado los grandes de la historia. La verdad es que es algo bonito, pero lo que más ilusión me hace es sentirme bien de manos, físicamente y disfrutar del deporte que más te gusta. Espero que sea por muchos años porque es el día a día. Se disfruta entrenando con los compañeros.
Aparece ya en Wikipedia.
-(Risas). Eso quiere decir algo importante. Ya estoy en el palmarés del mano a mano.
Esto es fruto al trabajo, no al de los últimos diez días o meses u años, sino a toda una carrera de pelotari que comienza en el frontón Elexalde de Zaratamo, ¿no?
-Esto es la suma de muchos momentos y de muchos entrenamientos. Esto es el fruto de toda mi vida como pelotari. En cada etapa vas aprendiendo nuevas cosas y en profesionales soy consciente de que he aprendido muchísimo. Esto se debe, en gran medida, al trabajo que han hecho Josetxu Areitio con todo el grupo y a Pablo Berasaluze, por las explicaciones que nos da. Día a día me ayudan. En etapas anteriores, me han ayudado otros y la gente de casa también. Es un cúmulo de esas personas.
Continúe.
-Es gente que te ayuda. Y, cuando me preguntaron tras el encuentro a quién dedicaba la txapela, si hubiese dicho uno solo no me habría quedado a gusto, porque hay muchas personas que me han ayudado, mucha gente que me aguanta, que me anima? La txapela es para todos ellos y para la afición vizcaina.
Siendo su primera final de Primera, ¿cómo fue el domingo para usted?
-Igual un poco tenso antes del partido sí que estuve. Tenía el nudo del estómago por ver cómo lo vas a hacer. La verdad es que viví tranquilo el partido, toda la semana y la mañana anterior. Dormí bien. El día de la final salí tranquilo, de piernas iba bien y eso es por la tranquilidad que tiene uno y porque la cabeza está bien. El encuentro salió bien y yo me sentí a gusto en todas las facetas.
Txapela o no, esta final iba a significar a una enseñanza más en su vida de pelotari, ¿no cree?
-En todos los aspectos de los partidos importantes se aprende y, jugando contra grandes pelotaris, más. Yo sabía que tenía que ganar un partido importante para creérmelo yo también. Jugamos un gran partido, a gran nivel y, quieras o no, eso te da confianza. Eso es importante. Solo hay que ver el palmarés de Aimar y ver que es grande.
Es decir, tener fe en sus posibilidades y confianza en que es capaz de dar el do de pecho.
-Eso es. Muchas veces en los entrenamientos sí me he encontrado bien, pero en los partidos me ha costado creérmelo, salir más tranquilo y hacer las cosas como sé. En la final hice lo que sé y salió bien. Sufrí tanto a tanto y era lo que tenía que hacer. Si no sufres contra un pelotari así, te gana.
No sé si considera como el mejor partido del Manomanista en su vida profesional, pero podría estar a la altura del que jugó en Arrigorriaga contra Xala hace dos temporadas.
-Sí. Esos dos, pero también el del año pasado contra Juan Martínez de Irujo. Yo creo que lo hice bien. En momentos puntuales igual no acerté, pero contra estos pelotaris la balanza puede caer de un lado o de otro. Algunas veces se pierde y otras se gana. Entonces, perdiendo, me quedé bastante a gusto.
Ahora comienza una etapa nueva, ¿un año de responsabilidad?
-Empieza algo bonito y con responsabilidad, por supuesto. Llevas la camiseta de campeón y es una responsabilidad. Yo seguiré trabajando como hasta ahora, buscaré nuevos objetivos y en cada partido daré el máximo, intentaré hacerlo lo mejor posible y hacer mi trabajo.
Me gustó una frase que dijo tras el partido, que vestirá el colorado, pero que es “solo una camiseta”.
-Lo veo así. Sí, entras en el palmarés, eres campeón, pero lo de la camiseta es solo eso. No te va a dar nada. Cuando sales a la cancha tienes que demostrar, la tengas o no, porque en cada partido tienes que dar lo máximo. Tener la camiseta colorada no sirve de nada si no vas a hacer tu trabajo lo mejor posible. Hay que demostrarlo todos los días en la cancha.
La inmediatez implica que lo que ocurre hoy, mañana se olvida, ¿no?
-Esto es algo bonito. He sido campeón y durante un año lo seré, y llevaré la camiseta colorada, pero, cuando vaya a un pueblo, a un campeonato o a una feria, donde hay que demostrar es en la cancha. Intentaré hacer mi trabajo, dar espectáculo y tratar de ganar.
Sin duda, esta victoria le debería abrir más oportunidades y mayor número de partidos este verano para seguir progresando, ¿qué opina?
-Ojalá. Espero que haya partidos para todos, no solo para mí. Es algo bonito. El verano es buena época. Que haya partidos para todos es buena señal.
¿Estuvo la familia acompañándole en el frontón?
-Sí, allí estuvieron.
¿Lo pasaron tan mal como el resto de sus aficionados?
-Seguramente lo pasaron mal. Sufrieron en algunos momentos, porque la familia es la que me aguanta todos los días, es la que está conmigo y parte grande de la txapela es suya. Son los que están conmigo en los buenos momentos y en los malos. Cuando uno aprecia más ayuda es cuando se están pasando malos instantes.
Además, este último curso lo comenzó sin entrar en el Parejas por una lesión importante.
-Cuando uno lo está pasando mal, los amigos son contados y los de alrededor son los que ayudan. Hay que saber apreciar, cuando estás mal, quién está contigo. En los buenos momentos, tú estás feliz y se agradecen los ánimos, pero más en los malos.
Retomando el encuentro frente a Aimar Olaizola, ¿se ha parado a pensar en él?
-No. Me quedo con el último saque y con el fallo de él. Esa sensación de alegría, del sueño hecho realidad, de toda la gente aplaudiendo, es increíble. Es algo que nunca olvidaré. Ha sido un gran momento de mi vida. Con más tranquilidad intentaré ver el partido estos días, intentaré ver qué fallamos y qué hicimos bien.
Vio la final de Xala contra Aimar por internet días antes y vio el saque desde el txoko.
-Me gusta. Siempre que tengo tiempo me pongo algún partido. Vi el de Xala, que iba perdiendo 17-10, que sacó del txoko e hizo un parcial de 12-2. Es algo que me vino a la cabeza, pero es algo en lo que Pablo me insistió. Era por cambiar el estilo de juego y enredar en algo. Me restó los saques, pero cambiamos algo. No sé si funcionó, pero conseguimos la txapela, que es más importante.
Igual desde el saque del txoko no consiguió ningún tanto, ¿le sirvió para afrontar el resto del peloteo?
-El siguiente pelotazo era bueno para mí, porque me venía a la derecha. Era lo que buscaba.
Ya es historia, ¿cómo lo valora?
-Aún no le he dado muchas vueltas. Es algo bonito entrar en la historia con esos campeones, nombres grandes. Aun así, ¿sabes qué es lo que más ilusión me hace?
¿Qué?
-Ganar a uno de los grandes en una final y no quedar campeón cuando ellos se retirasen. Estando ellos jugando, quedar campeón con ellos. Es decir, para mí no tiene el mismo valor ganar la txapela porque los grandes pelotaris se han retirado, Hablamos de Irujo, Aimar, Oinatz, Xala, manistas que han marcado. Conseguir una txapela cuando ellos están todavía compitiendo, y bien, tiene para mí más valor que cualquier otra cosa. Puede ser que haya entrado de rebote en la final, pero he ganado a un gran campeón.
Tras Hilario Azkarate, Jesús García Ariño e Iñaki Gorostiza, es el cuarto vizcaino en ganar.
-Son grandes pelotaris que ha dado Bizkaia en todas esas épocas. Han pasado demasiados años, por desgracia, hasta mí. Espero que a partir de ahora no tarde tanto la siguiente.
¿Puede ser un impulso para los muchachos de Bizkaia y la pelota base?
-Sí. Para la pelota vizcaina, el aficionado y los chavales es muy bueno. Siendo joven, a mí me hubiera hecho ilusión, es una motivación para seguir jugando. Al final, los chavales tienen que tener esas ganas de entrenar y, principalmente, disfrutar, pero tener la ilusión de hacer algo grande. Yo de pequeño tenía ese sueño. Veía a los profesionales y pensaba en que ojalá pudiera llegar a ese momento. Lo hemos conseguido y ojalá gente de Bizkaia pueda tener esa ilusión y pueda conseguirlo.