Libre asociación es poder unirte voluntariamente a un equipo que está a noventa minutos de subir a Segunda mientras tu antiguo conjunto ha pasado sin pena ni gloria por la Tercera. Libre competencia es poder asociarte con un club de Gipuzkoa si te ofrece mejores condiciones para tu estructura. Y también libre competencia es buscar en un club navarro lo que parece que llevas sin encontrar en tu territorio media vida, que es talento para el fútbol profesional. Como todavía vivimos bajo esa estructura de oferta y demanda, Mikel Vesga pudo cambiar el Alavés por el Athletic y así hacer lo que era mejor para su carrera profesional. Por eso el C.D. Vitoria, porque se veía en estado de desamparo respecto a su metrópoli futbolística, se ha podido vincular al Eibar. E igualmente gracias a ese albedrío del mercado, el Alavés podría perfectamente introducir en su organigrama de fútbol base al San Juan de Navarra. Aunque luego se puede hacer toda la demagogia que a cada cual le permita su inteligencia, hablamos simplemente de tres casos en los que cada uno está velando por sus intereses. Conviene recordar que esto es un negocio en el que personas y empresas intentan tomar las mejores decisiones para su vida o su junta de accionistas. Del sentimiento ya nos encargamos los hinchas. En este sentido, una de las lacras del fútbol territorial en los últimos tiempos es cómo el Alavés ha instrumentalizado política y patrioticamente el sistema de clubes convenidos, a nivel de discurso institucional al menos. Sin entrar en las condiciones paupérrimas que varios clubes vinculados alaveses han denunciado, la incoherencia de querer anexionar un club navarro viene cuando llevas desde que entraste por puerta de Cervantes haciendo proselitismo de la provincia y señalando un enemigo exterior, generalmente Bilbao. El problema viene cuando, sin que nadie te lo pida, te eriges en el custodio del Territorio y conviertes el sistema de clubes vinculados en un axioma de conmigo o contra mi. Cuando no te has cortado en llamar apátridas y saboteadores del fútbol alavés a los que han decidido elegir otras opciones. Recuerden la infame carta abierta sobre el asunto Olabide. Esto viene a ser un poco como lo de Podemos, que después de pasarse toda su existencia denunciando a la casta del PSOE ha terminado pactando con ellos para recolectar alcaldías.

Más allá de esta incongruencia entre el discurso y los hechos, a un servidor le parece perfecto la búsqueda de talento más allá de una provincia que apenas produce jugadores de primer nivel. Si en ese club de Navarra hay un Muniain, San José o Aduriz nadie va a mirar su lugar de nacimiento. A uno no le gusta Llamas porque sea de Vitoria, le gusta porque se la da siempre a uno con la camiseta albiazul y generalmente mejor de cómo la había recibido. Asumido como beneficioso el movimiento del Alavés, si finalmente se concreta, lo que no se puede es caer en la mezquindad de decir que Mikel Vesga se marcha porque no siente los colores o que Olabide o el C.D. Vitoria se van a cargar el fútbol alavés por elegir otras opciones. No sé qué es lo que más desconcierta al pueblo: si que se marche un jugador de calidad y ya contrastado en la categoría como Unai Medina, o la constatación palmaria de que un club de segunda fila como el Numancia puede usurpar al Alavés un jugador que en teoría le interesaba. Ahora que se abre la campaña de abonados, donde hay que preguntarse si llevamos un cabrón dentro o no, si se es uno di noi o no, es un jarro de agua fría el ver que equipos de pueblo te levantan jugadores. Pero tampoco hay que volverse locos. Soy de la opinión que la pretemporada hay que encararla con prudencia y hasta pasar un poco. Medina era uno de los futbolistas de mayor talento individual de la plantilla, con una conducción notable, velocidad, salida por la derecha y capacidad de llegar a línea de fondo. De todas formas, tampoco podemos ponernos a 23 de junio a hablar de Medina como si fuera Zidane o Maradona, como dijo Mourinho de Pedro León en una de las ruedas de prensa más hilarantes de los últimos tiempos.