- Iker Romero cuenta con una de las trayectorias más brillantes de la historia del balonmano pero siempre que ha tenido ocasión se ha mostrado orgulloso de su condición de vitoriano y de sus orígenes en el colegio Corazonistas, de donde se marcha muy joven para comenzar una entonces incierta aventura en Valladolid que le ha mantenido dentro de la élite de este deporte durante más de una década. Por todo ello, no resulta extraño que ahora, en el momento en el que ha decidido colgar definitivamente las zapatillas -hizo un amago hace un año para terminar arrepintiéndose y continuar un curso más en las filas del Fuchse berlinés con el que hace apenas unas semanas se proclamó campeón de la Copa EHF-, su casa sea el primer punto de visita. De esta manera, Iker participó ayer (junto a su pareja, la también jugadora alemana Laura Steinbach), en la tradicional fiesta de fin de temporada del Corazonistas. Allí recibió el cariño de todos y se vistió de corto para compartir un último partido con los que fueron sus compañeros hace mucho, incluido su hermano Aitor. - T.S.
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