vitoria - Hace casi tres años un principio de edema pulmonar que afectaría después a su vena aorta cuando trataba de hacer cumbre en el Shisha Pangma a punto estuvo de costarle la vida, sin embargo Juanito Oiarzabal, el hombre de las siete vidas, salió vivo, aunque muy tocado, de aquella experiencia vital. Volvió a librar por los pelos o debido a esa extraordinaria capacidad física que porta, y fue evacuado al campo base con una muesca más en su dilatada trayectoria profesional. Otra herida profunda de guerra que, sin embargo, no fue suficiente para aplacar ese gen competitivo que entonces le llevaba a tratar de subir las 14 cumbres más altas del planeta por partida doble. Como quiera que desde aquellos fatídicos días su mente y sus convicciones nunca han podido desligarse del Himalaya, ayer presentó en sociedad su regreso al alpinismo de elite con el objetivo de completar ese ambicioso proyecto que es 2x14x8000, una gesta sin precedentes en la historia del alpinismo internacional y que el vitoriano tiene a tiro: solo le restan cuatro ascensiones para convertirse en el primer humano en hacerlo.

Para acometer esta empresa y una vez tramitado el pasaporte médico para regresar a las altas cumbres, Oiarzabal ha convencido a un amigo y paisano como Alberto Zerain (Vitoria, 1961), con el que ya ha compartido cordada en el pasado (la última vez fue en 2004) y que cuenta con el físico y la experiencia necesarias para cumplir con ese papel de gregario de lujo que el vitoriano necesita para hacer cumbre con éxito. “Yo ya no soy lo que era por eso he llamado a Alberto, que físicamente está como un toro, conoce muy bien esta montañana y si quisiera, la subiría corriendo”, bromeó el alpinista.

Abrumado por la repercusión mediática del proyecto y la figura omnipotente de su mentor, Zerain detalló con la ilusión de un niño sus sensaciones en las horas previas antes de partir hacia la cordillera del Himalaya, donde ya cuenta con siete ochomiles en su haber. “Estoy muy ilusionado con este proyecto. Tengo una espina clavada en esa montaña, que he visitado dos veces y nunca he podido hacer cumbre por diversas causas -físicas y climatológicas, principalmente-, así que esta vez puede ser la definitiva”, sostuvo Zerain, propietario en la actualidad de una empresa de transportes y el primer alavés que ascendió, en 1993, al Everest. Después de aquella gesta, recordaba recientemente en una entrevista con este periódico, se mantuvo fiel a su relación con la montaña huyendo de los caminos ya recorridos y tratando de buscar nuevos y grandes desafíos.

Compromiso verbal Quizá ese perfil menos comercial y sí más auténtico y comprometido con el alpinismo de siempre fuera lo que llevó hace meses a Juanito a telefonear a su viejo colega para ofrecerle la oportunidad de acompañarle en uno de los ochomiles más accesibles de toda la cordillera. Por eso ayer no tuvo reparos en reconocer públicamente la idoneidad de su compañero. “No quiero menospreciar ni mucho menos a ninguno de mis anteriores compañeros pero no tengo muy buen recuerdo de mis últimas dos ascensiones, por eso ahora creo que sí cuento con la persona idónea para intentar hacer cumbre”, explicó en referencia a Zeras. “¿Y si se llega al punto ahí arriba de que las fuerzas te abandonan y Alberto sí puede continuar...?”, interpelaron los medios a Juanito. “Tenemos un compromiso verbal de que Zeras me acompañará hasta un punto determinado. Ahora bien, si llegamos a ese punto y yo estoy pillado y él tiene fuerzas para seguir, claro que hará cumbre”, reveló Juanito, que esta vez ha contratado los servicios de un porteador por lo que pudiera pasar, sobre todo si el descenso se complica.

Los dos montañeros partirán el martes desde Bilbao con rumbo a Turquía para después volar a Pakistán, desde donde completarán una marcha de mil kilómetros en autobús y escoltados por el ejército hasta llegar al campo base del Broad Peak hacia el 27 de junio. Tras las jornadas de aclimatación y equipamiento de la montaña empezarán a preparar el ataque a cumbre con el objetivo de lograr la cima hacia el 25 de julio. La intención del grupo, adelantó ayer Oiarzabal, es establecer en el camino hacia la cumbre, además de los tres campamentos habituales, uno más a la altura de 7.400 metros para evitar “el cansancio y fatiga que puede aparecer si se acomete la cumbre desde el campo tres que suele estar ubicado a unos 6.900 metros”, explicó el vitoriano.