vitoria - No solo el deporte amateur presenta problemas de financiación para acometer con éxito sus respectivos proyectos -véase sin ir más lejos el caso del Zuzenak de baloncesto en silla de ruedas, que después de ascender a la élite tuvo que renunciar días atrás a dicha plaza entre los grandes por falta de presupuesto-. También el deporte profesional se ha visto obligado a purgar los excesos de la crisis con un recorte en sus antaño onerosos patrocinios del que no se libra uno ni aún llamándose Juanito Oiarzabal, probablemente el alpinista más consagrado de la historia. Por si había alguna duda de ello, el propio montañero fue claro ayer al respecto durante la presentación de su enésima expedición. “Para la ascensión al Broad Peak, además de la ayuda de varios patrocinadores hemos tenido que poner dinero de nuestro bolsillo, pero para los tres siguientes -las ascensiones tendrían lugar el próximo otoño y el año que viene- hará falta la confirmación de un patrocinador. Este es un proyecto muy bonito que me ilusiona muchísimo pero no voy a hipotecar mi vida por conseguirlo ni quiero darle más trascendencia que la que tiene. Para mí es mucho más importante la calidad que la cantidad y además a estas alturas ya no tengo que demostrar nada a nadie”, valoró Oiarzabal.
Respecto a las tres cumbres que le restarían al vitoriano para coronar con éxito su segunda ronda de ochomiles -Dhaulagiri, Shisha Pangma y Nanga Parbat-, el alpinista reconoció ayer sentir “mucho respeto” por la primera, una montaña muy complicada, recordó, “donde han fallecido amigos como Pepe Garcés o Juanjo Garra”. Un riesgo inevitable cuando se lleva a cabo montaña de alta escuela, un estilo de vida que ahora lleva a Juanito hasta el Broad Peak con la idea de estar de regreso para el comienzo de las fiestas de la Balnca. “A ver si nos vemos el día 5 y bailamos con Celedón”, se despidió ayer Oiarzabal. - A. Goñi