HAMBURGO - Si la cara es el espejo del alma, la que ayer mostraba Iván Fernández nada más cruzar la meta de Hamburgo era el vivo reflejo de la satisfacción. El orgullo por la consecución de un reto para el que ha estado preparándose toda la vida, especialmente los últimos seis meses. Exactamente a las 11 horas, trece minutos y 43 segundos de ayer, el atleta vitoriano detenía el crono de su primer maratón, el de Hamburgo, que había comenzado a las 9 horas bajo un cielo plomizo y una temperatura de 18 grados. Condiciones perfectas para la prueba reina del atletismo, probablemente la única disciplina donde la exigencia física y mental se mide a partes iguales, y que en la jornada de ayer volvió a estar dominada, como se esperaba, por una terna de keniatas entre los que destacó Lucas Rotich , que se llevó el triunfo tras un formidable ritmo de carrera que concluyó en 2 horas y 7 minutos.
Con el ‘triunfo’ de Iván Fernández, el vitoriano da el primer gran paso hacia Brasil 2016, cita olímpica para la que, aseguraba ayer el atleta, aún quedan muchos kilómetros por recorrer y muchas suelas que gastar. “Hay ilusión para eso y para más. En la próxima, a bajar a 2 horas 12 minutos”, anunciaba poco después de concluir.
De igual modo, con su éxito el maratón alavés regresa a la escena internacional y recobra la vida tras el debut hace 22 años en Helsinki de Martín Fiz, leyenda local y actual entrenador de la joven promesa, que ayer en Madrid, donde participaba en la organización del maratón de la capital, apenas articulaba palabra tras conocer el gran tiempo de su pupilo.
Buenas sensaciones Respecto a la carrera, el desenlace sólo podría calificarse como fantástico. Porque si en el plano psicológico el esfuerzo estuvo a la altura, en lo físico la regularidad durante los 42 km. marcó la carrera de Iván, una sensación de uniformidad que invita al optimismo de cara a futuros maratones. “La sensación final que me queda es que creo que tengo cosas que decir en esta distancia”, reconoció.
Según el plan fijado junto a su entrenador para el día de la carrera, Iván durmió bien, se levantó temprano y a las cinco ya estaba enfrentándose al desayuno. Preparó después los bidones para los avituallamientos, los entregó a la organización y descansó a su vuelta a la habitación hasta las 8.10, momento donde salió a trotar para matar los nerviosos hasta el la salida. Y el disparo sonó. ¡Bang! Y tal y como había previsto, Iván salió conservador. Las liebres se fueron al principio pero en el kilómetro cuatro el vitoriano pudo darles caza junto a un atleta portugués con el que compartió gran parte de la prueba.
A partir de ahí tocó regular y quemar etapas hasta que en el kilómetro 32, con la amenaza del ‘señor del mazo’ en el horizonte, tuvo que tirar de fortaleza mental hasta el kilómetro 35, instante en el que recuperó el aliento y aumentó un “pelín” el ritmo para dar caza un belga que iba por delante. El resto, ya forma parte de la historia.
Iván Fernández, como el Terrible, no conquistó ayer Rusia ni Alemania pero si sentó las bases de una prometedora carrera que ha vuelto a ilusionar al atletismo alavés, huérfano desde hace años de triunfos y victorias de prestigio internacional. Cuando hace 22 años el gran Fiz cruzó la meta del maratón de Helsinki seguramente no imaginó lo alargada que sería su sombra en la prueba madre del atletismo... Hasta hace unos años, cuando descubrió el talento de un joven imberbe al que apadrinó y guió en esa férrea disciplina que exige tanto esfuerzo como sacrifico. Esa apuesta de futuro hizo ayer bueno todo el trabajo invertido. Iván debutó, disfrutó, sufrió y cumplió. Sin duda, el relevo ha llegado. Y lo ha hecho además para quedarse.