vitoria - Todavía hoy continúa siendo difícil de explicar cómo una capital de curas, militares y modestillas como era la Vitoria de finales de los años 50 pudo ser capaz de alumbrar unas instalaciones deportivas tan innovadoras, modélicas y envidiadas como las del Estadio. Cómo fue posible la puesta en marcha de un lugar de encuentro de tal envergadura que quizá solo grandes urbes como Madrid o Barcelona, en aquellos duros años de dictadura y represeión, podían siquiera permitirse soñar. Todavía hoy resulta llamativo aquel imposible pero la realidad es que no solo fue posible sino que las citadas instalaciones, lejos de desvirtuarse con el paso del tiempo, continúan siendo hoy un referente deportivo de Álava y mantienen un papel primordial en la promoción y divulgación del deporte.

La Caja Provincial del Alava fue el artífice entonces del nacimiento del Estadio, que comenzó a tomar forma el 26 de febrero de 1957 con un deseo tan ambicioso como impropio de la época en una capital de apenas 60.000 habitantes: construir una de las más modernas instalaciones deportivas del país. Gracias a un inteligente proceso de estrategia urbanística, la transformación del papel y los planos al suelo firme fue un hecho incontestable que se ajustó con primorosa profesionalidad a los plazos previstos. Apenas tres años después, el sueño de la Caja veía la luz gracias al “espírirtu ahorrativo de los alaveses, que han sido capaces de crear esta soberbia manifestación deportiva”, como reconocía aquellos días el que fuera presidente de la Junta Rectora de la Provincial, Manuel de Aranegui.

Precisamente hoy viernes se cumplen 55 años de la inauguración oficial de esta sociedad, aunque ya unos meses antes sus puertas se abrieron por primera vez para el deleite de los primeros socios. Por aquellos días también, el Ayuntamiento y su Caja de Ahorros completaban la oferta deportiva vitoriana con la inauguración de la piscina y el gimnasio de Judizmendi, hoy ya desaparecidos. Sea como fuere, el día D para el Estadio cayó en domingo, en una jornada veraniega que lució un sol imponente, según las crónicas de la época y que congregó a los principales representantes deportivos, políticos, sociales y religiosos del momento. Sin ir más lejos, los fastos propios de la celebración tuvieron que esperar a que concluyera la santa misa que José María Cirarda, Obispo Auxiliar Electo de Sevilla, y el reverendo local Gonzalo Vera Fajardo, oficiaron al aire libre desde el altar improvisado que ubicaron en el actual acceso a la cafetería (ver fotografías adjuntas). Poco después llegaría el turno de la solemnidad y el protocolo. José Antonio Elola, por entonces delegando nacional de Educación Física y Deportes, fue elocuente en su intervención: “Es el final de una ejecutoria llevada a cabo con espíritu altruista y generoso para dotar a nuestro pueblo de lo que ninguno en su categoría tiene en España y en el extranjero”. La banda de txistularis de la Diputación amenizó después el resto de la jornada y personajes como Julio Sáenz de Balugera, primer gestor del bar-restaurante, se encargaron del aperitivo correspondiente para los numerosos invitados, entre los que destacaban Luis Coronel de Palma, presidente de la Confederación de Cajas de Ahorro de España, o los arquitectos del proyecto, Emilio Apraiz y Francisco Martínez de Lecea.

un proyecto vivo Fue la primera piedra de un proyecto vivo que desde entonces nunca ha dejado de crecer. Así, a la piscina olímpica con su característico trampolín, sin duda el emblema de la instalación, le han seguido con el paso de los años otros proyectos de enjundia, sobre todo a partir de la primera gran ampliación del Estadio, que se produjo en 1972 con la adquisición de nuevos terrenos. La entidad tornó en Fundación de la mano de la Caja Vital en junio de 1991 y con ella, el mantenimiento y ampliación de una oferta deportiva que a día de hoy da servicio en sus 40.000 m2 a los casi 20.000 abonados de la sociedad, cuyo director, Mikel Urdangarin, no tiene intención de aminorar su compromiso con el deporte. “Después de 55 años, no hay duda de que el proyecto iniciado por el C. N. Judizmendi y apoyado por la entonces Caja Provincial de Álava fue un acierto y que hoy está tan vivo como el primer día y con mucho futuro por delante”.