EL Parque Aiete de Donostia ha presenciado en los tres últimos años como una música suena un par de veces al día por sus caminos. Un ritmo constante y monótono producido por las elegantes zancadas de Trihas Gebre (Wukro, Etiopía; 1990). Una de las suyas. A pesar de haber nacido a más de cinco mil kilómetros de la capital guipuzcoana, la atleta de origen etíope ha encontrado un sitio donde poder explotar al máximo su potencial y reconoce que se siente “donostiarra”. “Estoy muy contenta aquí. La gente es muy buena conmigo y me gusta mucho Donostia y todos los vascos, hay mucha gente que es como si fuera de mi familia”, afirma la corredora del equipo de BM Bilbao-Santutxu.

Gebre llegó a Euskadi gracias a un proyecto solidario de una fundación etíope para correr la Behobia-San Sebastián. El descubrimiento de un país completamente opuesto a lo que había visto nunca. Diferentes costumbres y culturas, pero al final correr es correr y Trihas demostró desde el primer día que quería hacerse un nombre en las carreras de fondo. Debido a unos problemas, los atletas etíopes que iban a participar en esa edición de la carrera donostiarra se perdieron y salieron cuarenta minutos tarde. Una diferencia que, sorprendentemente, solventaron. “Era mi primera experiencia en los 20 kilómetros, antes hacia 3.000 obstáculos y quería ver de lo qué era capaz. Tiramos a tope y adelantamos a toda la gente. Al final terminé en segunda posición, solamente a un segundo de mi amiga, que también salió atrás”, recuerda.

Gebre volvió a su país tras la Behobia-San Sebastián. Pero su destino estaba en el norte y al año siguiente volvió a Donostia para quedarse. “Al principio fue un poco difícil irme de Etiopía porque mi familia y todos mis amigos se quedaron allí. Los primeros meses fueron complicados porque no hablaba el idioma, pero ahora mismo me encuentro muy bien”, explica Trihas. En la capital guipuzcoana ha visto la oportunidad para poder trabajar por su gran deseo. Un sueño simple y a la vez muy complicado: “Quiero ser más fuerte para poder ganar”. Para ello entrena duro cada día y cuenta con el apoyo del entrenador Ricardo Jiménez, que es “como mi padre”, y sus compañeras del BM Bilbao-Santutxu. “Me gusta estar con ellas, son muy buenas chicas. El nivel es muy alto y cuando vamos a Europa la gente se fija en nosotras”, explica la atleta nacida en Wukro, que reconoce que ha vivido de primera mano el pique entre bilbaínos y donostiarras: “Mucha gente, sobre todo personas mayores, me preguntan a ver si no hay ningún equipo en Gipuzkoa”.

Con el club bilbaíno, Gebre está viviendo una temporada para enmarcar. Primero fue el subcampeonato en el Europeo de cross por clubes y luego llegó el título en el Estatal por equipos. Un par de resultados que se quedaron en segundo nivel cuando se proclamó campeona de España a nivel individual representando a la selección vasca. Una victoria muy especial ya que era la primera después de lograr el pasaporte español. “Tenía más ganas de vencer después de obtener la nacionalización porque el año pasado también gané, pero estaba triste. Este año estaba encantada”, afirma la donostiarra.

Malos momentos Pero no todo ha sido bueno en los últimos años para Gebre. Una de las mayores dificultades de vivir en Donostia ha sido el idioma. “Necesito aprender bien castellano, pero es muy duro. No tengo tiempo. Entreno mañana y tarde y cuando llegó a casa estoy muy cansada”, explica la atleta del BM Bilbao-Santutxu. Aun así, este problema es demasiado nimio en comparación con lo ocurrido hace un par de años, cuando a Trihas le diagnosticaron un tumor benigno en la espalda. “Tuvimos miedo porque pensábamos que podía ser cáncer”. Un quiste enorme que le producía molestias en las piernas y en el corazón. Además de constantes dolores. “Hasta este año me dolía muchísimo. Lloraba antes y después de las carreras. Además, me tenían que dar muchos pinchazos para que pudiera correr, alguna vez llegaron a los ochenta”, declara la donostiarra. Un problema complicado que Gebre consiguió superar a base de esfuerzo y duro trabajo. Su filosofía de vida. Ahora está mas fuerte que nunca y, plenamente recuperada, Trihas solo mira al futuro y en sus sueños más ambiciosos se vislumbra una medalla en los Juegos Olímpicos: “Tengo que entrenar mucho para ello, es muy difícil, pero lo voy a intentar”.