Ver el vaso medio vacío o medio lleno depende de los ojos con los que se mire. También varía en función de las aspiraciones que se tengan. Si McLaren pretende figurar, ayer lo hizo en el Gran Premio de Australia; si pretende ganar, al menos ser competente, eso actualmente es un imposible. Incluso sumar puntos es una meta titánica. “Estamos muy lejos, pero es un buen punto de partida”, aseveró Jenson Button, undécimo en Melbourne, último.

El sábado, en la tanda de calificación, el inglés se quedó a más de cinco segundos de la pole firmada por Lewis Hamilton, siendo el segundo más retrasado, solo superando a su compañero de equipo; en la carrera, el del inglés fue el único monoplaza que, habiendo terminado la prueba, lo hizo con dos vueltas perdidas respecto al vencedor. Esto no es más que la resaca de un proyecto verde, condicionado, además, por el accidente de Fernando Alonso, para el que todavía no hay respuestas, al menos oficiales. Pero la realidad es que el equipo de Woking fue el que menos kilómetros acumuló en la pretemporada: 1.751, el colista en la relación; Mercedes, copando la tabla, completó 6.121.

“Hay cosas positivas: fuimos más rápidos que los Force India en las curvas y vimos una velocidad similar en las curvas a Red Bull y a los Sauber”, describía Button, contemplando el vaso medio lleno, congratulándose por haber finalizado la carrera, por encadenar 58 vueltas, la tanda más duradera, la mayor exposición a la fiabilidad desde que McLaren se ha casado con Honda, 22 años después del divorcio. Y es que, Kevin Magnussen, sustituto ayer de Fernando Alonso, no llegó a tomar la salida al romper el motor en la vuelta de calentamiento.

“Las 58 vueltas son un gran paso adelante, pero sabemos que tenemos mucho trabajo por hacer. Pero, con todo el aprendizaje de hoy, hay muchas áreas que podemos mejorar para la próxima carrera”, se consolaba Button. Para Alonso, seguro que esto no es nada satisfactorio. Las carreras son un laboratorio para McLaren y ni en el peor de sus presagios se vería en una de estas.

“Era previsible”, decía Ron Dennis, jefe de la escudería, por la actuación de ayer, por el pésimo estado en que se arranca el Mundial. Lo cierto es que McLaren está hundido en la clasificación en competitividad. Ello no mina la moral de Honda, que ha creado cuentas en una red social para los motores de sus monoplazas, objetos inánimes que si hablasen se verían como submarinos, no como antojos de posibles campeones. “He vuelto para finalizar lo que empecé y no conseguí entonces (versaba sobre 2007, cuando se quedó a las puertas del título mundial)”, subrayó Alonso al recalar en McLaren. Sus expectativas no flotan ni con salvavidas.