Adriano Malori demostró ayer que, a sus 26 años, el futuro de la modalidad contrarreloj está en sus piernas. El italiano de Movistar, campeón de su país, se sorprendió a todos, incluso a sí mismo, en Lido di Camaiore al imponerse en la primera etapa de la Tirreno-Adriático, un improvisado recorrido de 5,4 kilómetros en el que el ciclista parmesano se empleó a más de 53 kilómetros por hora.
Por detrás, a un segundo, acabó Fabian Cancellara, el suizo que tiene las clásicas entre ceja y ceja y que perdió la oportunidad de vestirse de líder en una carrera de prestigio. “No me lo esperaba. Poder batir a un corredor como Cancellara, que en este tipo de etapas es casi insuperable, me parece fantástico”, declaró Malori, que pese a vestirse de líder ante los aficionados de su país, tiene claro que su objetivo es ayudar a Nairo Quintana.
El colombiano del Movistar fue el peor parado de la batalla entre los tres grandes de la carrera ya que cedió diez segundos a Vincenzo Nibali. El último ganador del Tour concluyó a once segundos de su compatriota y, a su vez, aventajó a Alberto Contador en ocho segundos. Una distancia significativa ya que, como reconoció el madrileño, consciente de no haber tenido su mejor día ni haber podido coger su mejor ritmo en tan escasa distancia, “quizás no haya terreno para recortarla”. Será en el Terminillo donde se citen los tres aspirantes al triunfo final. De momento, las bazas están ocultas, aunque el Tiburón del Astana enseñó ayer los dientes.
Entre los destacados de la jornada inaugural, destinada a los grandes especialistas, hubo dos ciclistas vascos. El getxotarra Jonathan Castroviejo concluyó el decimotercero, a solo ocho segundos de Adriano Malori, y el oñatiarra Markel Irizar fue decimoctavo para exhibir su capacidad en la disciplina.
Hoy se disputará la segunda etapa de la carrera de los dos mares, entre Camaiore y Cascina, de 153 kilómetros en la que lo más previsible es una llegada al sprint.