Vitoria - Que a los días de L.L. le faltan horas es algo que más o menos todo el que la conoce tiene interiorizado, empezando por ella misma, siempre tan exigente y comprometida como para dejar de lado su vida más personal en favor de un sueño que viste de verde, juega al basket y forma parte ya del imaginario femenino alavés. En plena vorágine televisiva con el siempre exitoso El Conquis, atiende a este diario desde la sede de EITB en Bilbao.

¿El deporte femenino continúa siendo el patito feo por mucho que las Juntas incentiven medidas fiscales para impulsarlo?

-El patito feo es el deporte no profesional y de base, sobre todo porque no se valora el impacto social ni se estudia el económico. Dentro de éste, al deporte femenino y los minoritarios les toca una parte minúscula de la tarta en las prioridades reales de los políticos. Todos dicen estar muy preocupados por la juventud y la igualdad y cuando tienen vehículos de contacto directo les cuesta un mundo financiarlos.

¿Cuál es el problema de fondo en este asunto de la dimensión del papel femenino y de la mujer en nuestra sociedad?

-El primer obstáculo somos nosotras. Asumimos roles y estereotipos, interiorizamos límites y eso supone una venda que no te deja ver claro hasta qué punto una situación es de desigualdad o no. La concienciación e identificar situaciones cotidianas de discriminación son necesarias, aunque también creo que la sociedad ve en ciertos posicionamientos un extremismo feminista que chirría y te hace desmarcarte, incluso siendo mujer. A veces surgen debates relativamente absurdos a los que se les da tanta importancia como a la desigualdad salarial o las discriminaciones por embarazos, y eso genera distanciamiento y hasta pereza.

¿Entonces?

-Las mujeres no somos más ni menos, pero tenemos mucho que aportar a la sociedad y ahora no tenemos esa consideración. Hay que seguir peleando y, como siempre, esforzándote el doble conseguiremos la mitad.

¿Las empresas usted cree que están ahora como para invertir en un proyecto de base?

-Es indiscutible que la crisis ha pasado como una apisonadora, pero también es cierto que hay empresas que no la han sufrido tanto o que aún así siguen destinando presupuesto para su imagen. El problema aquí es que hay que convencerles de que es una inversión y no un dinero tirado a la basura o que dan por caridad. En otros países el valor de tu imagen asociado a un proyecto deportivo y social es indiscutible. En nuestro país no es así.

Si yo fuera un posible patrocinador y usted viniese a venderme su proyecto, ¿con qué argumentos trataría de convencerme?

-Lo primero analizaría que tipo de empresa es, dónde tiene su mercado y qué valores defiende. En función de eso, hay empresas con las que sabes que no hay nada que hacer. Y aquellas con las que tal vez tengas alguna posibilidad son las que valoran tu impacto social y los objetivos por los que peleas. Por tanto me centraría en contarte lo que tiene este proyecto en ese sentido, el valor de lo autóctono, los objetivos de igualdad de oportunidades o la consecución de referentes para las más jóvenes. Eso y que Araski es ya una marca que asociada a la tuya “sumamos los dos”.

¿Cuántas horas del día le dedica al club?

-Va por épocas, y sobre todo por sucesos. Podría decir que de media 4 ó 5 horas, pero hay rachas que hasta dormida. También muchas veces no son las horas, sino la disponibilidad absoluta y la cantidad de cosas importantes que eres capaz de pasar a tercer plano por el proyecto.

Y si el resto del día lo dedica a su carrera profesional, ¿quién o cómo se acaba pagando esta dedicación?

-Aseguro que no hay dinero para pagar la dedicación, porque no es la cantidad, es la implicación lo que no tiene precio. Si no hablamos de dinero, el pago es sólo emocional.

¿Merece la pena?

-En lo personal, a día de hoy, no. El basket es parte de mi vida no por el deporte en sí sino por la persona que me ha hecho ser. Mis amigas, después de mi familia, es mi más preciado tesoro y se lo debo enterito al basket. Por eso ha merecido la pena, pero ahora es esa dedicación la que no me deja dedicarme más tiempo a mí y a mi gente, a nuevos proyectos?

¿Cuántas veces ha pensando en tirar la toalla?

-Incontables, un par muy seriamente, pero siempre he pensado que el día que diga “lo dejo” será definitivo. Me llevo muy dentro los marrones y hay cientos, muchas veces tienes la sensación de que todo el mundo sólo se mira el ombligo y no hacen el esfuerzo de mirar por el bien común y eso lastra.

¿Y qué es lo que lo ha impedido?

-Hasta ahora me he sentido incapaz, por el sentimiento de responsabilidad, por toda la gente que ha confiado en mí, porque entiendo la figura y el rol que tengo y que es bueno para algunas cosas, y sobre todo por los que sufren conmigo el día a día del club.

Hay mucho de masoquismo en su caso...

-Si meto horas, me disgusto o estoy cansada no es culpa de nadie más que mía. Me quejaré de muchas cosas, pero tengo la premisa de siempre empezar por analizar qué y cómo actúo yo. Me siento muy comprometida y donde un día veo todo negro, al día siguiente estoy maquinando lo genial que sería vete a saber qué nueva locura. Soy mi peor enemigo.

¿Por cada satisfacción que obtiene, cuántas disgustos se ha llevado?

-Cada vez que contamos en el grupo de whatsapp interno una buena noticia estamos esperando la mala. A veces hasta nos sorprendemos: “Llevamos media hora y no hay mala, ¿qué pasa?”. Diría que una a cinco o así.

Como ciudadana: ¿Qué opina de todo el entramado político y empresarial que nos rodea con tanta corrupción, desfalcos, sobres B, listas Falcciani, impunidad...?

-Me parece que la clase política está completamente alejada de la realidad social. Los ciudadanos no entendemos que tejemanejes se traen entre ellos, con sus siglas, sus colores y sus cambios de cromos. Hay grandes personas, con buenas intenciones en los grupos políticos, pero a menudo no tienen ninguna capacidad de desarrollarlas, siempre hay algo por encima que lo impide. Los intereses de los partidos están por encima de todo. Son tantos los escándalos, y a saber todos los que están tapaditos, que los ciudadanos ya no tenemos capacidad de “flipar” más.

Le gustaría probar con la política (si quiere empezamos por la local...)?

- (Risas) Muchos me lo dicen de broma, pero yo sé que no valgo. Hay que tener muchas tragaderas, hay que saber andar con verdades a medias, por no decir mentiras, hay que pensar en cómo debilitar a los demás y te vas a cruzar con gente que está dispuesta a pasar por encima de todo para conseguir lo que quiere. Y yo soy incapaz, así que siempre estaría en desventaja. El juego político no es limpio, y a mí me falta mala baba hasta para echar una bronca.

¿A qué deportista votaría como Alcalde?

-Votaría a alguien que haya dirigido una entidad deportiva. Los deportistas saben de sus problemas pero la visión de colectivo de diferentes y soluciones la tienen los directivos.

Más allá de su trabajo y el basket, ¿qué más hay en la vida de Livia López?

-Si quieres que sea sincera esas dos cosas ocupan el 90% de mi tiempo y mi mayor reto ahora mismo es que eso cambie.

¿Y usted de qué se ríe habitualmente?

-Para empezar de mí misma, y de las tonterías que me pasan o que digo. Aunque no doy esa impresión soy una loca del “chiste fácil”, como dicen mis amigas “liviadas”. Me parto con un par de escenas de “dos tontos muy tontos”, así que imagínate qué nivel.

¿Y con qué es feliz?

-La felicidad no depende de qué tengas o qué te pase, sino de lo que tú te cuentas a ti que te pasa. No voy a negar que comer me hace disfrutar increíble, la buena compañía me hace sentirme afortunada, pero estoy aprendiendo a ser feliz conmigo misma, y eso es felicidad.

Oiga, ¿cómo terminó usted enrolada en una productora de televisión?

-¡Pues por enchufe! Estaba currando en Madrid como redactora en un portal de internet que cerró, tenía contactos familiares con Globomedia y por uno de mis tíos supe que estaban haciendo entrevistas aquí para un nuevo concurso en ETB2 (Date el Bote). Hice la entrevista para redactora, pero al final me cogieron para ayudante de producción. Debí parecer que sabía buscarme la vida.

¿Sabe lo que cobra un futbolista como Cristiano Ronaldo al día?

-Pues no.

Unos 46.000 euros. ¿Mucho o poco?

-Depende con qué lo compares. Respecto al mío no hay cielo para mirar arriba. Respecto a lo que ganan los bancos o el dinero que se gasta en “postureo”, pues no es para tanto.

¿Qué haría Araski con esa cantidad?

-Este fin de semana poder quedarnos a dormir en Badajoz, los técnicos cobrar lo que trabajan, las jugadoras de cantera podrían no pagar o pagar menos, las del primer equipo podrían sentirse “profesionales” no solo por lo que se les exige y en general habría unas 100 personas a las que no deberles favores? Y si digo cobrar yo, quedaría mal ¿no? (risas).

Una última como profesional de la tele. ¿Se aburrió en los últimos Goya?

-¿Te cuento un secreto? Veo entre poco y nada la tele. Es que? no me siento a verla. Vi un poco del discurso de Antonio Banderas y zzzzzzz.