Pamplona - Peio Ormazabal vivirá mañana en la Agrupación Deportiva San Juan de Pamplona (12.00 horas) uno de los días más bonitos de su vida. No solo por tratarse de una fecha especial (el día de los enamorados), también por ser el día en que Ionan Inchusta Adot intentará realizar por primera vez 40 largos. Solo tiene 9 años y a pesar de padecer los síndromes de Down y de West, este le provoca ataques epilépticos que le producen un destrozo neuronal, el pequeño ha encontrado en las piscinas la forma en la que poder superarse a sí mismo cada día.

Ha bastado poco más de un año para que Ionan y Peio crearan una conexión especial que ha llevado al pequeño a realizar sus primeros largos. El nadador navarro nunca se imaginaba que acabaría dando clases a niños con Sindrome de Down y menos que conseguiría hacer que un niño prácticamente sin visión (solo tiene un 5% en uno de sus ojos) nadase y tuviese la misma disciplina que otro sin ninguna enfermedad.

¿Cómo conoció a Ionan?

-Me presté voluntario hace algo más de un año en la Asociación Down sin ninguna experiencia y me dicen que hay un chico que tiene más retraso que el resto, que le cuesta un poco más el aprendizaje. Hablé con su madre y me dijo que su hijo tenía Sindrome de Down y de West y que cuando tenía un año le empezaron a dar ataques epilépticos, 30 o 40 al día, y eso le produjo un destrozo neuronal impresionante.

¿Cómo fueron las primeras clases?

-Cuando yo lo cogí él ya llevaba cuatro años haciendo natación. Pero recuerdo que hablé con su madre y me dijo que su hijo jamás podría hacer un largo. Nos pusimos en marcha y se ha creado un vínculo muy fuerte porque él confía en mí y luego la persistencia, el cariño y la voluntad nos han llevado a hacer algo increíble para él, para su familia y para mí.

Y logró que hiciese ese largo...

-Sí, sí. Yo con él ya he conseguido hacer los 30 y ahora el reto es llegar a los 40. La única diferencia de estos chicos es que les cuesta más el aprendizaje, pero pueden llegar a hacer maravillas nadando.

Y en eso consiste el reto de mañana.

-Sí. Queremos que Ionan sufra un poco porque crear a un chico de estos la obligación de que siga nadando es difícil. Me ha costado más de cuatro meses ponerle unas gafas. Era algo necesario porque a nada que le distorsione la vista le afecta muchísimo porque está operado diecinueve veces de los ojos: uno lo tiene sin retina y el otro con un 5% de visión. Cundo haga el reto pediré silencio y para mí en ese momento no existirá nadie más que él. También pediré que no le despiste nadie porque si no sería imposible ya que se dispersa mucho.

¿Cómo lo consiguió?

-Ha sido algo muy complicado, pero cuando Ionan hacía ya ocho largos le afectaba mucho porque le entraba el agua con el cloro y se rascaba mucho. Entonces decidí hablar con su madre y le dije que si queríamos progresar, su hijo tenía que ponerse unas gafas. Con ellas ya va cogiendo mejor frontalidad en el agua y podemos conseguir grandes progresos.

¿Cuál ha sido la preparación?

-Ionan entrenaba dos y tres días semanales y más de una hora, cosa que los demás chicos hacían tres cuartos de hora solamente los viernes. No ha tenido Navidades porque cuando deja una semana o dos le cuesta muchísimo. Esto lleva mucho esfuerzo detrás y estamos en ello y veremos si aguanta los 40.

¿En cuánto tiempo ha conseguido el pequeño ese progreso?

-Llevo año y medio porque el primer medio año fue para coger confianza. Y ya ha llegado un momento en el que soy capaz de darle un beso a Ionan nadando. Le doy muestras de cariño porque lo agradece un montón, pero es algo vaguete.

¿Él es consciente de que se trata de un reto?

-Para nada. Cuando está en el agua sabe quién manda y cuando sale, ya sabe que tiene todos los mimos y todas las caricias del mundo. Juega con el agua, pero dentro ya sabe qué tiene que hacer.

¿Cuál es el objetivo de esta prueba?

-Para mí sería un éxito si a la gente le cala un poco. Con tal de que les llegue al corazón lo que van a ver para mí habrá sido un éxito. Yo quiero mantenerme en segundo plano porque los principales son Ionan, su familia y sobre todo los voluntarios que hay detrás y están en la sombra. Quiero que sea un homenaje.

¿Cree que lo superará?

-Es un gran reto porque 40 es un kilómetro y hay que estar muy bien físicamente. He hablado con sus padres y sabemos que va a sufrir muchísimo y seguramente quiera salir, pero tendrá que seguir. Cada ocho o diez largos beberá de un biberón con Aquarius para reponer sales. Puede pasar de todo y estoy nervioso, pero confío en que lo conseguirá. De hacerlo, creo que será la primera vez en la historia que alguien tan pequeño y con su enfermedad lo logre.

¿Habrá alguna recaudación?

-Sí, voy a tener a chicos voluntarios y cada quien que haga la aportación que considere, lo importante es sumar y yo quiero iniciar terapias nuevas con animales.

¿Le hacen progresar tanto como la natación?

-Sí. Gracias a sentarse en un caballo ha empezado a andar porque le ha fortalecido las caderas. Pero la equinoterapia cuesta mucho dinero porque al ser niños disminuidos está muy personalizado y esto no está subvencionado por las instituciones.

¿Existe alguna forma de que mejore?

-Lo único que se puede hacer es estabilizar su enfermedad y que no le den ataques para que no pierda más neuronas. Sus padres tienen mucha esperanza en ello y lo más importante de todo es que si yo he conseguido esto con el chico, él tiene posibilidades para evolucionar todavía más.

¿Con esta prueba Ionan ya habrá cumplido?

-Sí, pero el año que viene le espera otro reto mucho mayor. Tengo pensado que vaya nadando hasta la isla de Santa Clara de San Sebastián conmigo; con barca y todo. Será un reto exigente, pero lo veo posible porque es un niño que progresa.