El nuevo Baskonia son los Globetrotters. En este equipo de amor libre de Ibon Navarro, no hay espacio para el esnobismo del debate defensivo o la cháchara táctica. El Buesa ahora es una bacanal y hablar de pasar los bloqueos o hacer una ayuda es algo tan apócrifo como mencionar los condones en Woodstock. El baskonismo comparte la misma jeringuilla para colocarse de este baloncesto en el que lo único que importa es marcar más puntos que el otro. En Turquía, como hace poco contra el Barcelona, volvió a meterse en una espiral de quién la tiene más larga y en ninguno de los dos casos ha salido trasquilado, más allá de ganar o no. Todo es ahora como muy hippie y a nada, ni a nadie, se le concede mucha más importancia de la que tiene lo que en el fondo sigue siendo un juego. Se venía de un tiempo en el que a un chaval francés se le analizaba hasta la pisada y ahora da todo igual con tal de que la gente lo pase bien. Aquí ya nadie dice mucho si Adams llega y se tira un triple sin mirar a sus compañeros, si Bertans hace un agua o si Mike James decide que la mejor opción para decidir un partido es zumbársela de tres sin forzar una penetración (su especialidad) en la que: a) puede conseguir una canasta fácil; b) puede doblar un balón si llega la ayuda; o c) puede sacar una falta. Pero qué más darán esas mierdas, impera el libre albedrío. Las jamesadas molan, sus saltos son espectaculares y es un poster-boy. El Baskonia actual es como José Tomás, el Maestro, que sale por la puerta grande o por la de la enfermería. El triple en el Baskonia se parece mucho a lo que Homer Simpson dijo una vez de la cerveza: “La causa y la solución de todos nuestros males”. Contra el Fenerbahce fue a tirones espoleado, o lastrado, por el acierto exterior. La crecida del tercer cuarto que abortó el colapso vino gracias al acierto de San Emeterio desde el arco. Frente al Gran Canaria tiró 27 veces de tres y 36 de dos. Y metió cerca del 60% en los dos apartados. No tengo claro qué es lo que le ocurrirá cuando los porcentajes sean más normales y tenga que explorar sus virtudes más allá del lanzamiento exterior para ganar. Pero repito, todo eso da igual mientras citemos a Balzac, escuchemos a Hendrix y follemos con vírgenes. Lo mismo si volvía Heurtel la gente le despedía cada día como los alumnos a John Keating en El Club de los Poetas Muertos: subidos en las sillas al grito de “oh, capitán, mi capitán”.
mikel vesga en valdebebas Por tarde que se tomara la elección, la suspensión del partido entre el Alavés y Osasuna fue lógica y predecible. Como siempre ocurre en este país, la culpa de todo fue a parar a la gente encargada de decidir. Más allá de que se podría haber anticipado a la víspera, hay que ser muy obtuso para meterte en un coche o un tren viendo las imágenes de Mendi, que dejaban claro que no se iba a poder jugar al fútbol. La culpa de que la gente de Pamplona se enterara en pleno trayecto no es ni de los clubes, ni de la competición, ni de Tebas, ni de Rajoy. Es problema exclusivo de aquellos que se lanzaron al viaje.
Quién dijo crisis si el domingo debutó Odegaard, llamado a levantar la vigésima. Traigo esto aquí porque viendo al Castilla me percaté de que Mikel Vesga, uno de los canteranos que el Alavés vetó la temporada pasada por no querer renovar, fue titular en Valdebebas con el Bilbao Athletic. Un servidor se estrenó en esta tribuna hablando de aquella decisión sectaria y dictatorial. Supongo que al chaval no le ha ido mal el cambio si está jugando en Segunda B y no en Tercera y en un club que de verdad trabaja y cuida la cantera. Aunque algún paleto o abrazafarolas le llame traidor o apátrida.
iván, siempre iván... La tradición de los martes no falla a su cita porque Iván Fernández no faltó a su costumbre de fin de semana de seguir cosechando éxitos. Esta vez fue tercero en el Cross de Valladolid. Su bio en Twitter dice así: “Atleta Internacional. Persigo el sueño Olímpico”. Río de Janeiro se acerca y para alguien como él, cada día cuenta y ni la nieve le detiene de entrenar. Cuentan que Michael Phelps, en el ciclo entre Atenas y Pekín, sólo dejó de entrenar un día de los que tenía programados. Fue porque la nieve le impidió llegar a la piscina.