A lo largo de su todavía incipiente carrera, no son pocas las veces que ha escuchado aquello tan gráfico de que “va como un avión”. Motivos para ello, desde luego, ha ofrecido de sobra pero, probablemente ninguno de los que ha pronunciado esta frase era consciente de que en el caso de Imanol Estévez está bastante más cerca de la realidad que de la metáfora que sirve para explicar su excelente rendimiento sobre la bicicleta. Y es que el ciclista del Murias Taldea, que mañana jueves realizará su debut como profesional en la Challenge de Mallorca, cuenta con una faceta mucho menos conocida pero que le permite moverse como pez en el agua entre las nubes.
Auténtico apasionado de la aviación y todo lo que tenga que ver con ella, el joven deportista vitoriano ha dado rienda suelta a su afición hasta llegar a convertirse en un gran experto en la materia. Para ello, no ha dudado en instalar en una de las habitaciones del domicilio familiar en el que reside un espectacular simulador de vuelo en el que acumula horas y horas de práctica.
Gracias a los avances de las nuevas tecnologías ahora es posible subirse a la cabina de prácticamemte cualquier aeronave y tratar de domar esa auténtica maraña infernal de mandos y controles para cualquier neófito pero que el comandante Estévez maneja con la misma tranquilidad y habilidad con la que se conduce sobre la bicicleta.
“Todo empezó un poco de casualidad cuando era bastante pequeño. Me regalaron un juego de aviones típico para la consola. Era muy sencillo pero gracias a él conocí a unos chicos que estaban bastante metidos en este mundillo. A partir de ahí me enganché, continué metiendo horas y buscando la manera de poder acceder a programas para conseguir un simulador lo más real y completo posible”, explica.
El resultado, es una impresionante instalación en la que el corredor alavés del Murias Taldea cuenta con prácticamente todos los modelos de aviones existentes -y sus correspondientes paneles de control específicos-, las rutas de vuelo que le permiten conectar cualquier punto del globo terráqueo y todos los complementos necesarios para disfrutar al máximo luciendo los galones de capitán por los cielos virtuales.
Y no se trata únicamente de un placer solitario. Muy al contrario, es una réplica casi milimétrica de la realidad que puede desarrollarse en cualquier aeropuerto del mundo, en la que se producen continuas interacciones entre las diferentes partes implicadas. De esta manera, en este espacio aéreo paralelo en el que se mueve Imanol Estévez existen las mismas normas y protocolos que en el real.
“Se trata de reproducir con la mayor fidelidad posible cómo funciona este mundo. Pueden conectarse todas las personas que lo deseen a la vez y, por ejemplo, existe la posibilidad de actuar de piloto o de controlador aéreo. Cada vuelo que se realiza tiene que recibir la autorización pertinente, hay que presentar un plan de ruta, seguir las aerovías que corresponden y atender a las indicaciones que te hagan desde las torres de control tanto para ordenar los despegues y aterrizajes como durante todo el tiempo que dura el vuelo”, desvela al mismo tiempo que va ejecutando -con la despreocupación de quien lo ha convertido en rutina- las maniobras necesarias para dar comienzo a un viaje.
El destino elegido, como no podía ser de otra manera teniendo en cuenta que va a ser el escenario de su estreno oficial dentro del pelotón profesional, es Palma de Mallorca y el vehículo “un Boeing 737-800” que ofrece una particularidad que le hace especialmente atractivo. “Se maneja con el mando de cuernos que estamos acostumbrados a ver”, apunta Imanol.
Tras establecer contacto con el controlador que debe vigilar sus movimientos e informar de sus intenciones, el piloto vitoriano comienza con el laborioso protocolo de poner a punto la aeronave para estar en condiciones de comenzar a moverse por la pista en cuanto reciba el pertinente O.K. desde la torre de control. Mientras tanto, descubre a sus improvisados pasajeros de DNA otra particularidad de esta fascinante realidad virtual. “Mirad, en Madrid ha empezado a llover” (el vuelo parte desde el aeropuerto de Barajas), advierte mientras señala la vista que se aprecia desde las ventanas de la cabina.
Porque, por sorprendente que pueda parecer para los no iniciados, el simulador en el que se desenvuelve como pez en el agua Estévez registra las condiciones climatológicas exactas al momento y es con ellas con las que deben trabajar quienes se sienten a los mandos de los aviones. “Se vuela en las mismas circunstancias que se dan en ese momento en la realidad. Si hay tormenta, tormenta, si el viento es en contra, en contra y así con todo”, detalla. Pero no es ese el único aspecto real que se traslada a lo virtual. “Tienes la visión en todo momento del resto de vuelos que se están realizando en ese instante y si despegas o aterrizas a la vez te los cruzas en la pista”, informa.
Mientras el comandante Estévez termina de descubrirnos los secretos de su pasión -“puede que haya quien piense que somos unos frikis pero yo estoy muy orgulloso de tener este hobby”-, desde la torre de control le llega la orden de despegar y con la serenidad que le dan sus más de dos mil horas de experiencia comienza a imprimir potencia a los motores del Boeing. El ruido y el movimiento se dejan sentir hasta que, poco después, la aeronave alcanza la altitud establecida y entra en acción el piloto automático.
Palma de Mallorca espera y, allí, el sueño actual de Imanol Estévez. El otro, se mantiene entre las nubes. “Me gustaría mucho estudiar y poder dedicarme a esto en el futuro pero ahora mismo mi prioridad es el ciclismo y me dedico a él en cuerpo y alma. Estoy a punto de empezar a cumplir el sueño de la bici y ojalá pueda hacer realidad también el otro y pilotar algún día un avión de verdad”, reflexiona. Como bien dijo Warren Beatty en su primera película como director, el cielo puede esperar y el comandante Estévez únicamente acaba de iniciar un viaje cuyo destino aún cuenta con muchas escalas por descubrir.