el gol, la salsa del fútbol, ha convertido a Charlie Austin (Hungerford, Inglaterra, 1989) en noticia. No obstante, el atacante del Queens Park Rangers suma once en las diecisiete primeras jornadas de la Premier League y es el tercer máximo realizador del campeonato, solo superado por dos estrellas de clase mundial como el Kun Agüero (14) y Diego Costa (12). Su ilusionante inicio de temporada, más si cabe en un país como el británico, que lleva años aguardando la llegada de un nueve clásico, algo que no sucede desde la época de Alan Shearer, ha devuelto la esperanza a los aficionados de los pros, que aguardan ansiosos a que Roy Hodgson le haga debutar con la selección inglesa. Pero más allá de sus goles, hasta la fecha muchos e importantes para que el QPR logre la permanencia, la historia que hay detrás de su llegada a la élite bien merece unas líneas.

El suyo no es precisamente un camino de rosas. En apenas cinco años Austin ha pasado de jugar en lodazales impracticables a hacerles gol a los todopoderosos Chelsea o Manchester City. Además, cuando ser profesional del fútbol estando en la Novena División inglesa era algo utópico para él, el chaval que en su infancia había compartido equipo con Theo Walcott y al que el Reading descartó cuando tenía 15 años por su baja estatura -ahora mide 1,88 metros-, se levantaba a las 5.30 para ir a trabajar a la fábrica de ladrillos de su padre. Tras una dura jornada de trabajo por la tarde entrenaba y los fines de semana goleaba. Tanto y tan seguido, que el Swindon Town de Tercera le dio la oportunidad que, sin saberlo, cambiaría su vida. Charlie Austin dejó entonces el modesto Poole Town amateur y comenzó un ascenso imparable.

Sus registros goleadores han sido siempre su mejor carta de presentación. La manera de hacerse camino en un mundo tan complicado como el fútbol. Tras temporada y media en el Swindon, el Burnley y el Ipswich Town se lo rifaron para jugar en Segunda División. Se decantó por los primeros. Con los clarets únicamente participó en cuatro partidos en la segunda mitad de la temporada 2010-11, pero con 17 y 28 goles en los dos próximos cursos se ganó a la afición.

Sus buenas prestaciones estuvieron a punto de llevarle al Hull City, que buscaba un delantero de garantías en su regreso a la Premier, en el verano de 2013. Sin embargo, Austin no superó el examen médico y terminó fichando por el Queens Park Rangers, también de Segunda, viendo así cómo su sueño de jugar Primera se aplazaba.

ídolo en loftus road El delantero cayó de pie en el conjunto londinense. Sus goles, veinte en total, sirvieron para que el QPR lograra el ascenso a la Premier League la pasada temporada. Lo que hace apenas un lustro era un simple hobby, se ha convertido en su forma de vida. Atrás quedaron los madrugones y las interminables jornadas de trabajo en la fábrica de su padre. A pesar de su tardía y no menos laboriosa irrupción, su primera temporada en la élite del fútbol inglés está siendo más que interesante. Once goles en diecisiete partidos, con un hat-trick en el triunfo del sábado (3-2) ante el West Bromwich incluido, están al alcance de muy pocos.

Desde la humildad, pues Charlie Austin no olvida sus orígenes, el siguiente paso en su carrera deportiva, antes quien sabe si de dar el paso a un equipo con mayores aspiraciones que luchar únicamente por la salvación, debe ser debutar con la selección inglesa.

“Recuerdo un día, cuando tenía 17 años, que estaba trabajando en un sitio que se llama Overton. A las dos de la tarde estábamos empapados y me sentía como si tuviera la espalda de cristal. No me podía ni doblar y estaba cubierto de barro. Si alguna vez me canso del fútbol, me acordaré de ese día, confesó hace algún tiempo en una entrevista al diario The Guardian. Por el bien de los amantes del fútbol, esperemos que no se canse nunca de jugar.