Antes de la carrera me preguntaba si Samokov (Bulgaria) sería memorable. La respuesta es sí, lo será. Todos los días no te cuelgas una medalla en un europeo. Están muy caras y hay que sudarlas mucho. Pero sobre todo es una prueba que me sirve de aprendizaje. Me explico y voy por partes. Lo primero es felicitar a Kemboi Aikan, Ali Kaya y Alemayehu Bezabeh por el podium conseguido y lo segundo felicitar a todo el equipo por la plata lograda en el Europeo. Turquía ha estado muy fuerte y, como el año pasado nos pasara a nosotros, se ha llevado el oro individual y por equipos en una actuación completa. No me olvido del resto de categorías y logros obtenidos por la selección. Muy grandes y merecidos. Reconocimiento y consideración que hago extensivo al cuerpo técnico de la RFEA. Dicho esto, vamos con mi carrera. En primera persona. La que he sentido en las piernas. O, mejor dicho, las que en contados momentos he llegado a sentir en ellas. La salida ha sido dura. Muchos toques, muchos contactos. Lo habitual, vamos. He llegado a caer en dos ocasiones. Me he levantado y he luchado con todo contra las sensaciones y contra las condiciones. Al final pude cruzar la línea de meta en el puesto 36. En lo personal una actuación discreta para aprender y seguir creciendo. Esto es el deporte. Lectura: Hay que seguir trabajando fuerte, más y duro. Porque, como dijo un día Fenelón, “no hay cosa imposible para quien sabe trabajar y esperar”. En parecidos términos se pronunció Benjamín Franklin: “Con paciencia y tranquilidad se logra todo... y algo más”. Un abrazo a todos y gracias por vuestro apoyo incondicional. El próximo reto ya me espera: será en Venta de Baños.