Bilbao - Juan Martínez de Irujo se convirtió ayer en el primer pelotari de la historia que consigue ganar dos veces y en dos años diferentes los tres grandes campeonatos que anualmente organiza la Liga de Empresas (LEP.M): el Parejas, el Manomanista y el Cuatro y Medio. El delantero de Ibero se convirtió en leyenda al batir en la final de la jaula, disputada en un abarrotado frontón Bizkaia de Bilbao, a un Aimar Olaizola (22-17) muy alejado de su mejor versión, esa que, hasta ayer, le había permitido ganar las siete finales del acotado que había disputado. Irujo se hizo con la victoria, con la txapela y con una triple corona que ya logró hace ocho años.
Para abrochar un año perfecto, Irujo tiró de seriedad y velocidad. Al delantero de Ibero todo le fue bien incluso desde antes de comenzar el partido, ya que el sorteo inicial le permitió arrancar la final con el saque en su poder. Jugó casi siempre de cara y nunca perdió el mando en el marcador, a excepción de las dos únicas igualadas (1-1 y 9-9) que fue capaz de forzar un Aimar Olaizola que no tuvo su día, pero que, aún así, puso en aprietos al doble tricampeón.
Prometía, y mucho, la 12ª final entre Irujo y Aimar, aunque el delantero de Ibero se mostró muy superior desde el primer pelotazo. La opción de repetir la triple corona que solo él (en 2006) y el mítico Julián Retegui (en 1990) habían sido capaces de lograr le dio un plus de motivación a un Irujo que, además, tenía ante sí la oportunidad de romper la negativa racha de resultados que acumulaba en las cuatro últimas finales individuales en las que se había enfrentado a Aimar. El goizuetarra le había ganado los Manomanistas de 2012 y 2013, pero también las jaulas de 2011 y 2013. Sin embargo, Irujo puso fin a esta sangría justo un año después de la final del Cuatro y Medio que ambos disputaron el 14 de diciembre de 2013 en el frontón Ogueta de Vitoria.
Tal vez la final no tuvo tanta calidad como las que ambos han disputado en otras ocasiones, sobre todo porque Aimar Olaizola cometió muchos más errores de los habituales en él. Pero los fallos del goizuetarra tuvieron mucho que ver con el vertiginoso ritmo de juego que imprimió Irujo al partido. El delantero de Ibero le dio velocidad a la pelota, nunca se salió del guión establecido y, aunque también se equivocó en algunas ocasiones, se mostró mucho más cómodo que su oponente dentro de la jaula del frontón Bizkaia.
Igualdad inicial Los dos primeros tantos del encuentro sirvieron para que Irujo y Aimar intercambiaron un buen puñado de pelotazos, se repartieran los tantos a partes iguales (1-1) y para presumir de ser los dos mejores exponentes de la mano profesional. Pero la igualdad concluyó ahí. Irujo metió la directa y se fabricó una renta de cinco tantos (9-4) que le colocó en la dirección ideal para ser el primero en alcanzar el cartón 22. Para entonces, Aimar se vio obligado a agotar dos de sus cinco descansos, y en ambos tuvo que observar como su rival, crecido, ni siquiera se sentó en la silla para tomarse un respiro. Es más, renunció a parte del tiempo del que disponía para recuperar el resuello y lo invirtió en pelotear justo delante de un Olaizola II al que le faltaba el aliento, pero sobre todo ideas para frenar el buen hacer de su rival.
Aimar aprovechó el reposo y los consejos de su hermano y botillero, Asier Olaizola, para buscarse la vida. El goizuetarra sacó partido de un error de Irujo para recuperar el disparo inicial y, con tres acciones consecutivas de saque-remate (dos las terminó con su fulminante gancho y otra con un ajustado dos paredes) y otro fallo de su contrincante, acabar en un abrir y cerrar de ojos con la ventaja que se había trabajado Irujo durante un buen rato (9-9).
La nueva situación del partido podría haber hecho mella en los nervios de un pelotari tan impulsivo como Irujo, pero el delantero de Ibero exhibió ayer una enorme templanza. Asumiendo los riesgos necesarios, nunca exagerados, supo recuperar la iniciativa. Lo hizo con una potente volea por la pared para la que Aimar no encontró respuesta, e Irujo propuso una estrategia inapelable que le reportó una tacada de ocho tantos consecutivos. Del 9-9 al 17-9.
Aimar no se rinde Para demostrar que Irujo tenía muchas balas en la recámara, solo hay que acudir a la estadística. El iberotarra probó en tres ocasiones con el saque al ancho y en dos de ellas consiguió sorprender a un Aimar que parecía derrotado. Pero, como bien dijo Irujo tras el encuentro, “una final no se gana hasta que llegas a 22”. Pudo hacerlo el delantero de Ibero cuando se situó a dos tantos del triunfo (20-10), pero Olaizola II encontró fuerzas para poner nervioso a su oponente. Se acercó a cuatro tantos (21-17) y su hermano Asier le jaleó, pero era cuestión de tiempo que Irujo cerrara el partido. Lo hizo con una violenta cortada. Así completó su segundo triplete. Así agrandó su leyenda. Así salió campeón.