la imagen de los futbolistas del Borussia Dortmund en el Emirates Stadium maninando en fila de a uno, agradeciendo el apoyo recibido por sus hinchas durante todo el encuentro, dio la vuelta al mundo el miércoles. Las caras de tristeza de los jugadores del conjunto germano eran todo un poema. Jurgen Klopp, el técnico que ha devuelto a los de Dortmund a la élite del fútbol europeo, ya avisó en la previa de la importancia del encuentro, y eso a pesar de que con 12 puntos tras las primeras cuatro jornadas de la Champions, los suyos habían cumplido el objetivo y estaban ya clasificados para los octavos de final. Ahora, un punto ante el Anderlecht les será suficiente para ser primeros de grupo. Pero la preocupación de los teutones está focalizada en la Bundesliga, donde tras sumar una nueva derrota este fin de semana, ante el Eintracht de Frankfurt (2-0), son colistas. Han tenido que pasar siete años para que el conjunto de Dortmund haya vuelto a lo más bajo de la clasificación. Fue en 2007, aún sin Klopp en el banquillo y sin el nivel de la actual plantilla, el Borussia ocupaba la última posición de la Bundesliga tras la disputa de las dos primeros jornadas de Liga. Entonces, sin las grandes aspiraciones de las últimas temporadas, se consideró un accidente y concluyeron la temporada en la décimo tercera posición y fueron subcampeones de Copa. La situación es bien distinta en la actualidad. Se han consumido las primeras trece jornadas de Liga y el Borussia Dortmund no ofrece síntomas de mejoría alguna en el campeonato doméstico. Además, suman una derrota más que todas las que sufrieron el año pasado. Ocho partidos perdidos a estas alturas son demasiados para un conjunto de ese potencial y más aún cuando únicamente ha vencido en tres ocasiones. Tan solo suman 11 puntos y, aunque se encuentran a uno solo de salir de los puestos de descenso, se han encendido ya todas las alarmas. Tampoco ayudan las numerosas lesiones que están padeciendo. Marco Reus, la estrella del equipo, tiene para tres meses de baja; Gundogan acaba de volver tras un año ausente y el resto no termina de funcionar. Ahora, más que nunca, Klopp deberá usar su varita mágica.
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