vitoria - El Luminosos Regui no pudo evitar el último puesto de la clasificación de la División de Honor de aquella temporada 1993-94 pero, al menos, sirvió de plataforma para uno de sus integrantes. El vitoriano Raúl Ruiz de Azúa, Pollo, destacó durante ese curso y, a la conclusión del mismo, con el descenso del equipo consumado, se le abrieron nuevos horizontes. “A través de Iñaki Ispizua me llegó una oferta de Andorra, que estaba haciendo un equipo para tratar de buscar el ascenso a la máxima categoría y me fui para allí”, recuerda.

En el pequeño estado pirenáico, además, coincidió con otros dos representantes del fútbol alavés que también iniciaban una aventura que, en su caso, prolongarían durante muchos años. “Entonces estaban por allí también Koldo Álvarez y Justo Ruiz. Ellos estaban en el equipo de fútbol y yo en el de fútbol sala y tuvimos bastante relación”, explica.

Mientras que ellos terminaron fijando su residencia en el Principado, adquiriendo la nacionalidad y siendo piezas importantes de su selección -Ruiz fue el capitán y el guardameta es en la actualidad el entrenador del combinado nacional-, Pollo sólo permaneció una temporada en ese destino. Y eso pese a que las ventajas fiscales de ese territorio provocaban que las condiciones económicas que podía ofrecer a sus jugadores fuesen bastante ventajosas, con sueldos que podían rondar las 180.000 pesetas de la época. “La temporada fue buena y logramos el ascenso pero yo cambié de equipo”, comenta. Mudó de camiseta pero no de categoría, puesto que abrió una nueva etapa en la División de Honor, militando en el Zaragoza y en el Astorga. En ambas escuadras compitió junto a las grandes estrellas de este deporte -en esa época comienza a producirse la gran eclosión del fútbol sala español y su Liga a nivel internacional hasta llegar a convertirse en el gran dominador junto a Brasil- y consolidó una sólida trayectoria.

Antes de decidirse a colgar las botas, estuvo otros tres años en la División de Plata y finalmente, al entrar en la treintena, se decidió a regresar a la vida civil. “A nivel económico el fútbol sala no estaba ni mucho menos al nivel de los grandes deportes y había que pensar en trabajar una vez que te retirabas así que yo volví a casa y cogí el negocio familiar”, concluye. - T. S.