El número uno del ajedrez, Magnus Carlsen, el joven fenómeno noruego que acapara los elogios tras conquistar su segundo título mundial consecutivo, cuenta en su brillante hoja de servicios con una mancha: el día en que cayó a manos de un niño extremeño de 13 años.
Fue hace una década en Mérida, cuando el niño prodigio escandinavo contaba también con 13 años, aunque ya entonces era el Gran Maestro del ajedrez más joven de la historia y se le conocía como el Mozart de este deporte.
Carlsen, que acababa de fichar por el club Magic de Mérida, el único español en el que ha militado, fue presentado en noviembre de 2004 y en su fugaz y único paso por la ciudad participó en una exhibición de partidas simultáneas.
Ganó 22, firmó dos tablas y perdió una, ante Pedro Juan Galán, de 13 años, que achacó entonces el triunfo a la rapidez de la partida y a que consiguió arrebatarle un alfil.
Diez años después, Galán se acaba de titular en Traducción e Interpretación en inglés y francés y se encuentra haciendo un máster en Estados Unidos. Aunque sigue perteneciendo al club del Ateneo de Cáceres, sus estudios le han apartado de la competición.
Hace unos días recordaba aquello con sus padres. Carlsen, que jugaba con blancas, se equivocó y perdió una pieza, aunque en realidad la partida era para tablas, reconoció su padre.
La planilla firmada por los dos jugadores está en un cajón de casa. Pedro Juan padre resta importancia a la victoria: puede pasar en una simultánea. Su hijo se alegró, pero “le dio pena” por el jugador noruego, rememora diez años después.
Montero destaca que la simultánea se desarrolló a una velocidad poco habitual, “endiablada”, porque se lo tomaba como un entrenamiento. Para el fundador del club, Manolo Rodríguez, aquella forma de jugar le dejaba “embobado”. El tiempo le ha dado la razón.