Vitoria - La escalada alavesa se ha encontrado, inesperadamente, con una vía imposible de liberar. Algo que resulta casi increíble en un territorio que cuenta con algunos de los mejores especialistas a nivel mundial pero que se ha convertido en una triste realidad y, al mismo tiempo, en una seria amenaza para el futuro de este deporte y sus practicantes. Al menos, así lo entienden las personas que se han dedicado a su cuidado y fomento durante muchos años.

El problema en cuestión radica en los rocódromos municipales o, para ser más exactos, la gestión que se realiza de ellos. Hasta el pasado año esta correspondía a la Federación Vasca de Montaña pero, tras la obligación legal de sacar estos servicios a concurso público, la empresa Aiteko Management fue la única que se presentó y recibió la adjudicación cambiando un sistema que hasta entonces había funcionado a la perfección. “Ahí empezaron los problemas”, sostiene Jaime Otxoa de Alda, uno de los trabajadores de estas instalaciones que denuncian una situación que hasta ahora ha pasado inadvertida.

“Al principio nos dijeron que todo iba a seguir igual que siempre y más o menos se mantuvo así hasta septiembre pero cuando en octubre comenzó el nuevo curso empezamos a llevarnos sorpresas desagradables”, lamenta el delegado sindical de ESK.

Unas novedades que han afectado tanto a las condiciones laborales de los propios empleados como al servicio que se presta a los practicantes de la escalada en Álava. Y no precisamente para bien en opinión de los denunciantes. “Hasta ahora estamos tratando de que no se noten demasiado todos los recortes que se han producido porque nuestra relación con la gente que viene es muy estrecha pero no lo vamos a poder mantener indefinidamente y va a terminar pasando factura”, advierte Otxoa de Alda.

Una de las consecuencias más preocupantes del modelo de gestión implantado por Aiteko es la supresión de varios programas que se habían convertido en referencia en el mundo de la escalada -no sólo en Álava- y que, de golpe, han dejado de realizarse. El más significativo probablemente es el centro de tecnificación para jóvenes escaladores conocido como Zutikan. Desde que en 1997 vio la luz de mano de un grupo de pioneros, ha sido la cuna en la que han aprendido mucho de lo que saben grandes deportistas de talla mundial como los hermanos Iker y Eneko Pou, el campeón del mundo guipuzcoano Patxi Usobiaga o Irati Anda. Destinado a la enseñanza de jóvenes entre 15 y 18 años, su supresión ha dejado “colgados” a un buen número chicos que han visto frenada su capacidad de progresión.

Algo similar ha sucedido también con los cursos de entrenamiento para adultos, los maratones populares de escalada, la Liga Boulder -que además de competición en sí misma ofrecía una excelente posibilidad de promoción de este deporte- o el acuerdo de colaboración con la Escuela Alavesa de Alta Montaña que permitía disfrutar de un buen número de interesantes servicios.

En definitiva, un “importante deterioro” de la oferta deportiva de los rocódromos que, además, ha tenido también su correspondiente traducción al ámbito laboral y económico de los profesionales encargados de llevarla a la práctica. “Tratamos de seguir teniendo controlados y ayudar a las personas que se han quedado sin la posibilidad de hacer lo que les gusta porque confiamos en que la situación pueda cambiar en algún momento pero incluso eso es muy complicado porque nuestras condiciones de trabajo han empeorado considerablemente”, significa Otxoa de Alda.

Los cambios a los que hace referencia Jaime, la empresa los justifica por unas importantes pérdidas económicas. Y se traducen, entre otras cosas, en “una bajada del sueldo del 10%, la reducción de la jornada a dos personas del 50% que tenían al 16% y a otra que estaba al cien por cien destinarla únicamente a sustituciones dejándola en el 67% o un calendario muy desigual que provoca que unos empleados casi no descansen en fines de semana y otros los libren casi todos”.

Por todo ello, los trabajadores han llevado a Aiteko a los tribunales y están llevando a cabo una recogida de firmas para denunciar su situación. También han intentado que el Ayuntamiento medie en la situación pero, por ahora, no han encontrado respuesta positiva.