gasteiz - Maider Unda (Oleta, 1977) dio a luz en agosto, pero ya ha vuelto a los entrenamientos con la intención de colarse en los que serían sus terceros Juegos Olímpicos.
¿Cómo tomó la decisión de volver a competir?
-Creo que esas decisiones no se toman. Se van viendo. La verdad es que he tenido un muy buen embarazo, un buen parto y todo me ha ido muy bien. Para mí lo principal era ir viendo cómo iba evolucionando todo y, según estuviese, volver.
¿Cuando dejó la competición tenía pensado volver?
-Pensaba que la maternidad me iba a marcar mucho más y que no iba a poder entrenar más. Pero como la abuela está encantada de la vida por quedarse con la niña, pues yo más.
Tiene 37 años, una hija y una medalla olímpica al cuello. ¿De dónde saca la motivación para volver a estar en la élite?
-Creo que la lucha me tiene enganchada. El hecho de haber llegado a donde he llegado ayuda mucho.
¿Cómo ha respondido su cuerpo al volver a entrenar?
-He empezado a entrenar a finales de septiembre. Ahora el cuerpo me dice otras cosas diferentes a las que me decía antes. Al principio ha sido muy duro.
¿Cómo está haciendo para compaginar los entrenamientos con la maternidad y el trabajo?
-Por ahora me está dando tiempo para hacer todo. En cuanto a lo del trabajo todavía estoy haciendo menos, pero para la faceta de ser amatxu tengo la ayuda de la amama, la izeko? Con la ayuda de todo el mundo se puede llegar a todo.
Para un deportista de élite el descanso es vital. ¿Le dejan dormir?
-Sí, creo que he podido volver a la lucha en gran parte por eso. He tenido la suerte de que la cría me permite dormir bien. Todavía le estoy dando pecho y cada tres horas me pide de comer, pero la verdad es que me deja descansar.
¿Se ha notado físicamente muy diferente a otros inicios de campaña?
-Sí, mucho. Se nota que el cuerpo ha sufrido algo, un cambio. No estoy como estaba antes. Me cuesta moverme, aunque también noto que voy mejorando. Estoy trabajando de una forma diferente. Más que un trabajo específico, lo que estoy haciendo es centrarme más en la preparación física, que es lo que más necesito.
¿Desde cuando no compite?
-Desde marzo de 2013.
¿Lo echa de menos?
-Pues es algo curioso. Cuando estaba embarazada no me llamaba nada, pero ahora es otra cosa. Todavía no puedo competir, porque no estoy en condiciones y sería un error competir ahora, pero sí que tengo ganas y creo que puedo llegar a competir. Pero quiero competir en condiciones, claro.
¿Cuál es la hoja de ruta que se ha marcado?
-Todavía solo está planificado el final, que me he marcado estar en el Mundial de Las Vegas en septiembre de 2015, pero el camino para llegar ahí todavía está sin determinar. Para estar en el Mundial no tengo que pasar por ninguna competición, pero sí tengo que cumplir con una preparación y ver cómo me siento en competición. Tengo que prepararme porque sé que si no compito antes, va a ser difícil estar en condiciones.
¿Teme no volver a ser competitiva?
-Bueno? Pienso que es algo que ya he vivido, así que creo que es cuestión de recordar.
¿Aspira a alcanzar el nivel que tenía o apunta a otras cotas?
-Aspiro a no dar pena y no sentirme maltratada.
Vuelve una Maider Unda diferente, pero también se encuentra una lucha libre diferente.
-Sí, han cambiado las categorías e incluso el reglamento. Decidieron cambiarlo por todo aquel asunto de que querían sacar la lucha libre de los Juegos Olímpicos. Le han dado una vuelta para hacerlo más vistoso y equiparar las categorías masculinas con las femeninas. Antes había más masculinas que femeninas. Habrá que amoldarse a los cambios.
¿Qué supone para usted pasar de 72 a 75 kilogramos?
-Lo primero que supone es que tengo que coger más masa muscular, porque ahora mismo estoy en el mismo peso en el que estaba antes del embarazo. Cogí 14 kilos, pero ya los he perdido. He subido a la categoría de arriba porque mi forma de luchar es más parecida a la de 75 kilos que a la de 69.
¿Se va a encontrar con las mismas rivales?
-Va a ser parecido a las rivales que tenía antes. Va a faltar alguna, pero hay otras que han aparecido.
¿Cuáles son los cambios más importantes en cuanto a la normativa?
-Sobre todo los periodos. Ahora son dos periodos de tres minutos y hay pasividades. Se va a provocar que seas activo. Ese es un aspecto en el que voy a tener que trabajar bastante. No es fácil ver desde dentro si tú eres pasivo o no. Hay que analizarlo bien y trabajarlo.
¿Qué objetivo se marca para el Mundial de Las Vegas?
-Solo pienso en clasificarme para los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro. En el Mundial se concederán seis plazas para los Juegos. Si me he puesto en marcha es porque creo que puedo conseguirlo. Lo importante es eso.
¿Cuál sería el otro camino para Río de Janeiro si no consiguiese una plaza olímpica en el Mundial?
-Sería el mismo camino que se hizo para Londres: rondas clasificatorias durante tres semanas seguidas.
¿Qué supondría para usted estar en sus terceros Juegos Olímpicos?
-Quiero ir porque, lo que es para otros unos Juegos Olímpicos, alcanzarlo es algo que no tiene nombre. Para mí, estar en los Juegos Olímpicos de Pekín fue consolidar mi carrera deportiva. En los segundos fue conseguir mi sueño. Y quiero ir a unos terceros porque creo que todavía tengo mucho que decir.
¿Cómo vivió ese amago de sacar a la lucha libre del programa olímpico?
-Yo creo que estaba claro que fue un tema político entre el presidente de nuestra federación internacional y el Comité Olímpico Internacional (COI). En cuanto se dio la noticia de que la lucha podía salir de los Juegos, desapareció el presidente de la federación y se arreglaron las cosas fácilmente.
Usted es un ejemplo de éxito, pero también lo es de sacrificio y de trabajo para triunfar en un deporte minoritario. ¿Le desea este camino a su hija?
-Yo quiero que haga deporte, sobre todo porque creo que los valores que se dan en el deporte sirven mucho para la vida en el día a día: el esfuerzo, el sacrificio? Para mí es importante inculcarle esos valores, porque creo que los niños de hoy en día no los tienen. No sé si la veremos en un gimnasio, pero en algún deporte seguro que sí.