Vitoria - El bádminton trata de ganar adeptos en Álava con el paso de los años. Con cuatro clubes (Aronova, Arriaga, Landederra y Gurea) y 65 federados, su mejor conocedor a nivel local desea aprovechar el tirón mediático generado por el asombrosa éxito de Carolina Marín en el pasado Mundial de Dinamarca. Captar a los más pequeños es uno de los grandes objetivos de este intrépido vitoriano que durante 14 años vivió en Málaga.
Recién llegado de Huelva, ¿no?
-Vengo de participar en la liga nacional de Primera División con un club asturiano con el que tengo muy buena relación. Una chica cubana (Cristina) y yo nos hemos sacado la licencia para tomar parte en la competición de clubes y este fin de semana ha tocado en Huelva.
Entonces, no hay lugar que no conozca.
-Sí, imagínate. En esta categoría ya se maneja dinero, los clubes tienen presupuestos importantes y te pagan todos los gastos, pero a veces me toca coger el coche y hacerme una pila de kilómetros. Otras veces, voy en avión, pero al final son viajes exprés de fin de semana. Ir, competir y volver, nada de ocio.
Ha estado en la tierra de Carolina Marín, la reciente campeón mundial. Locos allí con este juego tan divertido, ¿verdad?
-Sí, ha habido una especie de boom mediático gracias a ella. Me ha sorprendido que me pararan desconocidos por la calle a preguntarme si estaba jugando el torneo.
¿Qué tal es la nueva icono del bádmiton? ¿Se le ha subido el éxito a la cabeza?
-Me la presentaron en Madrid en un torneo al que fui como espectador y he cruzado palabras con ella, pero apenas sé de ella. La conocía de antes cuando ganó el Europeo. Me han hablado muy bien de ella a nivel humano. Ahora está lesionada y parece que no es el típico esguince de tobillo que se cura en dos semanas. Ahora está parada, pero seguro que seguirá ganando.
¿Va a servir de algo su impresionante éxito para aumentar la popularidad?
-Ojalá que sí. No creo que se esté desaprovechando la oportunidad para relanzar el deporte. El problema es que en España el bádminton es un deporte muy minoritario y no se consiguen éxitos habitualmente, pero a raíz de lo de Carolina y otros títulos en torneos menores sí se ven reseñas en periódicos. Hay cierto seguimiento, pero se necesita continuidad en los éxitos.
Y en Álava, ¿está vivo?
-Sí, está cada vez más en auge. Nos ha venido de cine lo de Carolina, porque ha despertado el interés de mucha gente y curiosidad por probarlo. Los clubes crecen, cada vez hay más federados y escolares practicándolo. El nivel, eso sí, es bajo. Intentamos seguir la línea del pádel en cuanto a dar calidad a todo el mundo. No trabajamos únicamente el rendimiento, ya que es complicadísimo y exige casi profesionalizarse. Damos cabida a cualquiera que quiera practicarlo.
Mireia Belmonte dijo un día que importa más el pelo de Sergio Ramos que cualquier triunfo de este calibre. ¿Lo comparte?
-Al principio, pensaba igual y es injusto que se preste más atención a un detalle de un deporte de masas que a éxitos como el de ella, Carolina o Ruth Beitia. También hay que mirar lo que genera cada deporte. Lo que está claro es que hay modalidades que generan una cantidad de dinero impresionante. Entonces, tienen capacidad para hacer lo que sea, comprar medios publicitarios y absorber todos los minutos y páginas de los medios de comunicación. En otros países como Dinamarca, no funciona así y después del fútbol, va el bádminton.
Aquí no se juega con pelota, sino volante o pluma. ¿Por qué este nombre?
-La pluma es el nombre popular, en realidad se llama volante porque es un objeto que vuela. No es una pelota, sino una cabeza de corcho con una serie de plumas incrustadas.
Por televisión, únicamente se ve a asiáticos dando raquetazos...
-Sí, así es. Cuando dan este deporte, lo que ponen son las semifinales o finales. Entonces, casi siempre hay metidos asiáticos. Pero me sigo sorprendiendo del desarrollo que está consiguiendo el bádminton en otros lugares, incluso países africanos. Hay jugadores de nivel en Nigeria y también en casi toda Sudámerica empiezan a surgir otros de un nivel altísimo.
¿Qué vale más: la maña o la fuerza?
-Como todos los deportes de raqueta, tienes que combinar una serie de cualidades. La técnica es básica y debe ser depurada, pero se debe simultanear con otras virtudes físicas si quieres estar arriba del todo.
¿Es posible animar a los niños a que lo cambien por el fútbol?
-No pido que dejen nada, simplemente que prueben el bádminton. Si les gusta más que otros deportes, luego sí les animo a que se dediquen más en serio. El gran problema del bádminton es que la gente no lo conoce. Ni tampoco el recorrido que puede tener. La gente sabe que se juega en la playita en plan ocio o en los institutos, pero el simple hecho de que sea un deporte olímpico conlleva un desarrollo espectacular a nivel mundial. Empiezas a indagar y es una auténtica pasada jugar en pabellones de 15.000 personas. Los partidos en algunos sitios parecen veladas de boxeo profesional por la presentación de los jugadores y, además, se mueve mucho dinero.
Algunos dicen que es para pijos...
-No, es un deporte muy barato. Sí es cierto que hay países como la India en los que es una modalidad para la alta sociedad.
Aznar ayudó a popularizar el pádel. ¿Agradecería que algún político publicitase el bádminton?
-No me gusta hablar de política, pero cualquiera personaje público que haga propaganda sería bienvenido. Es algo que se necesita.
Usted es un deportista nato que practica baloncesto, natación, triatlón, escalada... ¿Le ven como el yerno perfecto?
-No, creo que no. Desde pequeño me ha gustado el deporte en general, pero también tengo muchos defectos.
La música también le vuelve loco, ¿verdad?
-Es otra pasión desde que era un crío. Estuve seis años en el Conservatorio cuando vivía en Málaga y lo dejé porque no me daba tiempo para los estudios y el deporte. Para ser quinto de piano, tuve que meter muchas horas. Hace pocos años la retomé. Me compré un piano para mi casa y hago mis pinitos. Con mi edad, hay que ir pensando en que mi vida deportiva llega a su fin en unos pocos años. Es una pasión que me llena y esa sí que no tiene edad.
Detrás del presidente de la Federación alavesa de bádminton, ¿qué se esconde?
-No me puedo quejar con la que está cayendo. Tras terminar la carrera, estuve unos años trabajando de lo mío -es licenciado en IVEF-, pero eran trabajos en los que se ganaba poco dinero y que no me llenaban. Al final, decidí buscar otro nivel de vida con el fin de poder tener una casa, un coche... Me metí en un mundo diferente, nunca me ha fallado y cada vez me encuentro mejor.
¿Qué hace exactamente?
-Trabajo en Coca-Cola en una empresa internacional española que tiene una distribuidora en Vitoria. En su día, me compré su camión y hago de todo: sustituyo a los jefes, temas de almacén, comercial...
Como buen baskonista, ¿le da algún consejo a Querejeta para enderezar el rumbo?
-No soy nadie para dar consejos. Es muy difícil mantenerse siempre arriba sin ser un club de fútbol como el Madrid o el Barcelona. Es una época de vacas flacas, pero estoy seguro de que volverá a competir al máximo porque la estructura del club es espectacular.