Mutilva - El hijo de Julián Retegi, el pelotari más laureado de la historia, afronta el próximo domingo en el Atano III de San Sebastián el partido más importante de su vida: la final del mano a mano contra Juan Martínez de Irujo. Julen Retegi dice estar preparado después de haber superado tres batallas de más de 300 pelotazos y un sinfín de contratiempos. El eratsundarra se sincera y habla de su gesta y su trayectoria.
¿Cómo lo lleva?
-Estoy muy contento. Todo esto es nuevo para mí porque es mi primera final de Primera. Es muy bonito que la gente te pare por la calle y te reconozca, pero luego ya volveré a la realidad (risas).
Pero la realidad dice ahora que va a jugar la final del Manomanista de la LEP.M...
-Así es. Quién me iba a decir el día de la presentación que, con la escalera que me tocó, iba a estar aquí. Tenía a Ezkurdia o a Arretxe, luego a Aimar y la verdad es que estoy muy contento. Jugar una final de Primera es el sueño de todo pelotari, pero ahora a ver si puedo ganarla.
¿Qué ha pasado? ¿Por qué este año sí?
-Para poder ganar también hay que tener algo de suerte y este año la he tenido. El primer partido lo acabé muy bien de manos y estaba para jugar de seguido, pero luego vinieron los aplazamientos, aunque hice buenos entrenamientos y tuve esa pizca de suerte para ganar. Por ejemplo, en la semifinal contra Idoate, le di mal a la pelota de volea, entró a buena y cambió la situación. Es la suerte. Otras veces vas perdiendo y el mismo golpe se te escapa fuera o abajo. Lo que te hace llegar hasta arriba es una pizca de suerte, de estar bien y de ir ganando partidos.
Relate su camino hacia la final.
-El primer partido para mí es primordial. Mi objetivo siempre es mantener al menos la posición que tenía ganada del año pasado. Lo primordial es que no te quiten el puesto y lo que ha venido después es bienvenido. Tras ganar a Ezkurdia en el primer partido, tenía a Aimar. Salí muy tranquilo y muy centrado. Es cierto que él no estaba al 100%, pero hice un buen partido, goce mucho con las dos manos y le gané bien. Luego vino la semifinal contra Idoate. Era un partido con un premio muy grande la final, y los nervios estuvieron ahí. Los dos queríamos llegar a 22, pero por suerte gané yo. Fue un partido durísimo.
¿Fue el partido contra Ezkurdia, al que derrotó 22-18, el más crítico de su participación en el torneo?
-No sé si tanto como eso, pero sí que noté la presión de saber lo que me pasó el año anterior. Iba ganando 20-10 contra Barriola, me fastidié las manos y le dio la vuelta al marcador. Parece mentira que no fuera capaz de hacer dos tantos, pero así fue. Contra Ezkurdia me pasó algo parecido: me puse ganando 17-4, él empezó a sumar tantos y me empató. Fue entonces cuando arriesgué y me salió bien. Esa es la pizca de suerte de la que hablaba antes.
¿Necesitaba algo así en su carrera?
-Esto es grandísimo. Voy a hacer ya nueve años como profesional y llegar a finales no es fácil. Solo llegan dos y, en mi caso, yo no juego el Parejas. Está ahí el Cuatro y Medio, que hasta ahora se me daba mejor, pero este año ha tocado así. En el mano a mano estoy disfrutando un montón dentro de la cancha y físicamente me encuentro muy bien. ¿Si lo necesitaba? No lo sé, pero es un sueño como pelotari y una alegría inmensa.
Ahora hace falta que su sueño no concluya en pesadilla, ¿no?
-Pero tampoco será una pesadilla. Si pierdo, que me quiten lo bailao. Esto ya va a ser histórico. De aquí a 50 años, en el palmarés del mano a mano aparecerá el nombre de Julen Retegi como campeón o subcampeón. Es una cosa que se va a quedar ahí para siempre.
Insiste en que es un sueño. ¿Cuántas veces había soñado con el momento que vivirá el próximo domingo?
-Muchas veces. Cuando ves las finales anteriores de Xala, Aimar, Juan, Abel, piensas: "Qué bonito tiene que ser ese día, qué grande, qué tensión, qué bien si pudiese estar ahí. Al final ha llegado y a ver cómo lo afronto. Seguro que me iré poniendo nervioso conforme llegue el día y él estará más tranquilo porque ha jugado más finales, pero que me quiten lo bailao.
¿Quiere decir eso que los consejos de su padre y botillero, Julián, campeón del mano a mano en 11 ocasiones, le servirán un poco más si cabe para rebajar esos nervios?
-Sí, todo el mundo te da consejos: mi padre, mi novia... Pero ahora lo que quiero es no hablar tanto del partido. Los trabajos ya están hechos.
¿Ha imaginado cómo será la final?
-Todas las noches antes de ir a dormir me aparecen imágenes que pueden ocurrir en el partido, pero yo no soy de los que llevan los partidos planificados. Si llevas algo preparado y no te sale, tienes que improvisar. Por eso pienso que es mejor improvisar desde el principio en función de cómo tengas el cuerpo ese día y de cómo vaya el partido.
En los últimos años solo han llegado a la final del mano a mano seis pelotaris, Aimar, Irujo, Barriola, Bengoetxea VI, Xala y ahora usted. ¿Está caro llegar?
-Caro no, carísimo. Pero también en el Cuatro y Medio y en el Parejas. Al final siempre están ellos dos, Juan y Aimar. Son los gallos, llevan ya muchos años ahí y por eso son los mejores.
¿Los echarán de ahí alguna vez?
-A ver si se van (risas). Mira el problema que tenemos con Titín, que no se va (más risas). Ahora en serio: son muy buenos, han marcado una época y quedarán para la historia.
En este sentido sí que da la sensación de que hay un grupo de pelotaris, entre los que está usted, que les han recortado distancia...
-Tal vez, pero es que también van pasando los años para ellos. Creo que Aimar cumple 34 este año, van para arriba y supongo que irán notando un poco el bajón. Y los que vienen por abajo tienen 24 y 25 años y una ilusión terrible. Al final se junta todo.
Usted, con 28 años, se encuentra en medio de los jóvenes y los más veteranos...
-Es cierto, y también me gustaría destacar el campeonato que estaba haciendo Zabaleta hasta su lesión, y solo tiene 22 o 23 años. Aunque no estés tú, la pelota va a continuar.
¿Ha sido fiel a su estilo de juego?
-Sí, porque cada uno tiene su estilo. Unos son tipo Ezkurdia, que es más agresivo; otros, como Titín, rematan más; otros son del estilo de sujetar más el partido, como Elezkano; al final no puedes cambiar tu estilo. Puedes variar, puedes mejorar, pero no puedes cambiar. Yo juego a bote y, aunque ahora mismo entro más de aire, lo hago porque las circunstancias lo piden, no porque tengas pensado en la cabeza que voy a entrar más de aire ni hacer saque-remate ni nada de eso.
¿Has pensado alguna vez en cambiar?
-Nunca. Barriola es el que más está repitiendo eso de que los zagueros tienen que cambiar de estilo para llegar arriba, pero yo le diría que tiene que seguir con su estilo. De hecho, salió campeón a su estilo. ¿Que ha cambiado el material y la forma de jugar? Sí, pero creo que cada uno tiene que ser fiel a su estilo y, si él ha jugado toda la vida de una forma, no puede cambiarla de la noche a la mañana.
Su estilo de juego clásico a bote no tiene nada que ver con el de su rival en la final, Irujo, que busca más el aire y es más agresivo...
-Pero es su estilo. Él juega así. Se la juega, y si sale bien, bien; y si sale mal, también. Al final hay que ser fiel a cada estilo y cada uno tiene el suyo. ¡Pídele a Titín que pegue rebotes! Pues tampoco se puede.
Hablamos de estilos, pero ¿qué se necesita para ser campeón del mano a mano?
-Hay que ser muy completo. Los que están ahí son Juan y Aimar y son muy completos en todas las facetas. En el Parejas, en el mano a mano, en el Cuatro y Medio y en muchos torneos de verano. Y luego están Bengoetxea y compañía. Y también hace falta un poco de suerte, que te pille mejor físicamente y que el otro tenga algún problema físico. Son los pequeños detalles.
¿Cree que se ha ganado un puesto para la próxima edición del Parejas?
-Ya se verá. Idoate ha llegado tres veces a las semifinales del Manomanista y todavía no ha jugado el Parejas. Las empresas son las que mandan y hasta ahora se veía que estaban tirando tanto por Joseba (Ezkurdia) como por Jon (Jaunarena), que es de entender porque son el futuro.
¿Se ha desanimado en algún momento?
-Sí, porque todos los días no te levantas con las mismas ganas de trabajar. Los pelotaris somos unos privilegiados porque hacemos lo que nos gusta. Pero a veces sí que te desmotivas a veces. Por ejemplo, en el último Parejas, jugué un día de suplente de Juan contra Ezkurdia y Zabaleta, ganamos Abel y yo y en el siguiente partido metieron a Aritz Lasa. No jugué mal y ganamos un partido complicado. Pero a la semana siguiente parece como que ya no cuentas y sienta mal. Pusieron a Aritz Lasa porque ellos creían que iba a rendir mejor, pero te comes la cabeza. Piensas: "¿Merece la pena tanto entrenamiento?". Pero lo que te hace seguir es que te gusta la pelota. Juegue a pelota en Aspe, en Asegarce o incluso si me echan a la calle, estoy seguro que seguiré jugando con mis amigos en el pueblo o donde sea.
¿En algún momento se le ha pasado por la cabeza la opción de tirar la toalla?
-No, porque estamos viviendo de esto y hay que ser profesional. Estamos cobrando un dinero, la gente está pagando por vernos y quieres ser profesional. Tienes que seguir entrenando como si fueras el mejor.
Se puede decir que un pelotari como usted trabaja los siete días de la semana, pero solo se ve su trabajo el día del partido.
-Y eso cuando juegas cada semana. Imagina que juegas cada 15 días. Los lunes y martes todos los pelotaris miramos la cartelera para ver si jugamos. La ilusión es jugar el partido porque tu entrenas para jugar y, si ves que no juegas, eso sí que desmotiva. A veces de hundes un poco. Y luego no entras en el Parejas, tienes más tiempo para el mano a mano y es como que te presionas un poco más porque es mi campeonato, es el único momento en el que puedo estar ahí.
¿Cuándo concluye su contrato con Aspe?
-En marzo del año que viene. Renové el año pasado para un año. Las cosas estaban muy mal y en su momento ya dije que era para estar contento, sobre viendo como estaban yendo las cosas y que a gente como Olazabal le mandaron para casa. Igual el año que viene renuevo otro año y sigo así durante muchos años, pero parece que, con solo un año por delante, todo se acaba.
Demasiada inestabilidad, ¿no?
-Claro. E imagina que tienes una lesión de mano, o una más grave de rodilla con la que te pasas seis meses parado. ¿Qué pasa? Que para cuando te pones mejor, ya no tienes margen, pero esto va a así.
¿Considera que se ha ganado la renovación?
-Eso ya se hablará después si hay que hablarlo. Yo, en principio, tengo contrato hasta marzo del año que viene.
Pero llegar a la final del mano a mano sí que ha sido un enorme golpe de moral...
-Terrible. Estoy en la final del Manomanista y esto queda para la historia. Me veré en los palmareses y eso da mucha moral. Es el premio a muchos años de trabajo. Todos trabajamos, pero al final pocos pueden llegar. Soy el sexto en los últimos 10 años y es un orgullo.