europa supone la tierra prometida para la práctica totalidad de los futbolistas costarricenses, un sueño, la posibilidad de labrarse una carrera deportiva y alcanzar una prosperidad económica inconcebible de otra manera. Es por ello por lo que sueñan con emular a Keylor Navas (Levante), Joel Campbell (Olympiacos, cedido por el Arsenal) o Bryan Ruiz (PSV, cedido por el Fulham), compatriotas que a base de esfuerzo y progresión han conseguido alcanzar notoriedad y continuidad en el Viejo Continente. En enero de 2012, Heiner Mora (20-VI-1984, Guácimo), lateral derecho de los Ticos creyó haber encontrado algo parecido. Había fichado por el Honefoss, un equipo recién ascendido a la Primera División noruega. No era un desembarco a una gran competición, no iba a convertirse en multimillonario de un día para otro, pero era un primer paso para un jugador que tuvo que pasar por muchos conjuntos locales (Santos de Guápiles, Deportivo Saprissa, Brujas y Universidad de Costa Rica) antes de asentarse en la élite de su país, para una persona de origen humilde que se pasó gran parte de su infancia y adolescencia levantándose a las 4.30 de la mañana para ayudar en la recogida de papayas a su padre, agricultor, que mudó a la familia hasta en cinco ocasiones siempre en busca de mejores tierras para desempeñar su labor.

Pero el sueño de Mora no tardó en convertirse en pesadilla. ¿Hasta qué punto? "Sí, he pensado en quitarme la vida. Sé que a muchos les da miedo decir esto, pero me pasó por la mente", aseguraba el jugador al diario deportivo Al Día de su país en mayo del pasado año, en la época en que buscaba "desesperadamente" romper el contrato que le unía al club noruego para poder regresar a su país. "Si hace falta, no volveré a jugar nunca más, no quiero estar aquí", añadía el lateral, que trece meses después del momento más bajo de su vida y de su carrera no solo no ha colgado las botas sino que ha entrado en la selección mundialista de su país tras conseguir regresar finalmente en agosto de 2013 a Costa Rica, primero al Belén y posteriormente al Saprissa.

La aventura de Heiner Mora en territorio escandinavo es un compendio de engaños, verdades a medias, cruces de declaraciones y falta de adaptación que convirtieron una estancia de 18 meses en una auténtica pesadilla tras considerarse estafado tanto por su representante como por el club. La experiencia comenzó mal pues su pareja y sus dos hijos no consiguieron el permiso de residencia en el país al no estar aún casados en el momento de la firma del contrato, debiendo regresar a Costa Rica; siguió torciéndose por los problemas propios de un cambio de escenario tan radical (bajísimas temperaturas, brutal barrera idiomática al no hablar inglés ni mucho menos noruego...); y llegó a un punto de no retorno al comprobar que el contrato que él creyó haber firmado no se cumplía. "Me fui de novato y firmé un contrato que no estaba en mi idioma, no lo pude leer y confié en mi representante. Me dijeron que me iban a dar casa, coche, premios por partidos y cuando llegué el coche no estaba y la casa tampoco. Me dijeron que el porcentaje que me descontaban de impuestos era el 35% pero al recibir el primer pago me di cuenta que era del 45%. El coste de la vida era carísimo y se me iba todo de presupuesto", denunció en una emisora de radio de su país.

Además, Mora añadió que "traté de conseguir un coche y no podía porque no tenía identificación permanente en el país. Me dijeron que estaban tratando el tema y llevo un año y seis meses caminando 40 minutos desde mi casa al estadio. En el tema económico mi representante me dijo que estuviera tranquilo, que acá los jugadores vivían de premios por partidos ganados, goles y asistencias pero no hubo nada. Le llamé y me dijo que llegaba en cuatro días para hablar, pero a día de hoy no se ha acercado". Absolutamente desquiciado, el jugador decidió contar su situación en los medios de su país para tratar de forzar su salida, aunque su versión fue bastante opuesta a la relatada por su agente, Jorge Ulloa: "El club esta dispuesto a negociar, pero él no quiere. Es sencillo, ellos le piden devolver lo que el equipo le pagó al firmar, un dinero que le dieron por adelantado. Es el jugador más caro de todo el equipo".

Finalmente, en mayo de 2013, con año y medio firmado por delante, Heiner Mora decidió abandonar Noruega pasara lo que pasara, sin mirar atrás. "Me dijeron que podía haber una demanda, pero prefiero ganar menos de lo que se gana con el fútbol, no quiero estar aquí", sentenció a la hora de dar un paso para el que contó con el apoyo de su círculo más cercano, como su padre: "Me llamó un día y me dijo que había pensado en hacer una tontería (en referencia a la idea del suicidio). Yo le regañé y le dije cómo iba a hacer eso, que entonces se viniera y dejara todo botado". Finalmente, las amenazas cruzadas no llegaron a concretarse y el pasado agosto pudo regresar al fútbol costarricense. Ahora, solo 13 meses después de pensar en dejarlo absolutamente todo, disfruta de la experiencia mundialista.