madrid - Dos semanas después, Roland Garros tiene la semifinal que todo el mundo esperaba. Son como el Real Madrid y el Barcelona, los Lakers y los Celtics, Olaizola e Irujo... Rafa Nadal y Novak Djokovic se citan para prolongar mañana la mayor rivalidad de la historia del tenis. Serán ya 42 enfrentamientos entre el balear y el serbio, el segundo en la final del Grand Slam parisino y el sexto en el polvo de arcilla del Bois de Boulogne, donde siempre ha ganado Nadal. Pero Djokovic llegará al duelo con cuatro victorias consecutivas, la última hace tres semanas en el Masters 1000 de Roma "y eso me da cierta confianza". En las semifinales de ayer, no hubo lugar para las sorpresas. Novak Djokovic eliminó a Ernests Gulbis con bastante autoridad, aunque alguno de sus gestos reveló también cierta incomodidad, no se sabe si por el calor y por el juego de su rival, que no le dio ritmo con sus 13 saques directos, pero también con sus 44 errores no forzados. El de Belgrado negoció con sencillez los dos primeros sets (6-3 y 6-3) y cedió el tercero por idéntico marcador, lo que le llevó a tener que alargar el esfuerzo hasta las 2 horas y 34 minutos para cerrar con otro 6-3.
El tenista serbio puede matar dos pájaros de un tiro si se impone en la final. Por un lado, lograría su primer título en Roland Garros y completaría el Grand Slam, y por otro, arrebataría la posición de número 1 del mundo a su rival. "Por supuesto que tengo mucha presión, pero trato de canalizarla de forma positiva", afirmó Nole tras derribar al insolente letón. Su táctica para la final la tiene clara: "Tengo que ser agresivo porque es la única forma de ganarle a Rafa. Sé que es aquí donde él se muestra más dominante y solo ha perdido un partido, pero ya hemos jugado aquí encuentros muy ajustados y el hecho de saber que estuve cerca de ganarle me hace pensar que puedo ganarle".
incontestable Djokovic cedió la pista a Rafa Nadal y Andy Murray que salieron de ella una hora y 40 minutos después, con el escocés hundido en su impotencia y el mallorquín, rumbo a su novena final en Roland Garros. El resultado de 6-3, 6-2 y 6-1 fue consecuencia del mejor Nadal que se ha visto en estas dos semanas en París. Desde el inicio se colocó por delante de la línea de fondo, su derecha y su saque funcionaron a pleno rendimiento y Murray, la mayor parte del tiempo, solo vio pasar bolas a sus lados sin poder responder al acusar el esfuerzo de las dos rondas anteriores para las que necesitó cinco sets. "Hice las cosas mejor que Andy. Él cometió errores con el resto que no suele cometer. Lo que quise hacer yo lo hice casi todo bien y lo que él planteó no lo hizo bien. De ahí el resultado", explicó Nadal sobre su victoria ante el de Dunblane, que se rindió a la evidencia de que "cuando Rafa está así, es difícil ganarle".