El ascenso del Eibar a Primera División ha convulsionado el mundo futbolístico por las características del club, muy modesto, ejemplar y económicamente saneado. Presidido por Alex Aranzabal, sólo posee 3.500 socios, juega en Ipurua, un campo con escaso aforo (5.250 localidades), y representa a una ciudad pequeña, de unos 27.000 habitantes.
El Eibar se ha convertido en el equipo estatal número 60 que jugará en la máxima categoría y en el séptimo club vasco que alcanzará ese privilegio. Los otros seis ya lo habían logrado cuando el Eibar se fundó en 1940: Athletic, Real Sociedad, Real Unión de Irun, Alavés y Osasuna.
Porque el fútbol vasco está en la génesis de este deporte de masas, hasta el punto de que en el tercer campeonato liguero (temporada 1930-31) la mitad de los clubes que entonces competían en Primera División, en número de diez, procedían de la Comunidad Autónoma Vasca: Athletic, Real Sociedad, Real Unión Arenas de Getxo y Alavés, que se convirtió en el primer club en ascender a la máxima categoría al amparo de un grupo de jugadores de fuste, como Ciriaco, Quincoces, Antero, Roberto y Modesto, que llegaron a participar en los Juegos Olímpicos de Amsterdam.
La CAV mantuvo a sus cinco representantes en la temporada siguiente, aunque terminada la Liga 1932-33 el Glorioso Alavés bajó a Segunda División y no regresó a la élite hasta 1954.
Sin embargo, la hegemonía vasca no duró demasiado. En la campaña de 1934-35 descendieron el Donostia (denominación que adquirió la Real Sociedad durante la República) y el Arenas club de Getxo, que ponía así punto y final a su histórica singladura por la máxima categoría del fútbol estatal. El Real Unión lo había hecho tres años antes. Sin embargo en esa campaña Osasuna tuvo su bautismo Primera, calidad que adquirió después de imponerse en la fase ascenso al Hércules, Celta, Murcia, Sabadell y Valladolid y perdió al año siguiente.
Acabó último y tras un peregrinaje por Segunda y Tercera no regresaría a la suprema división hasta 1956.
El Arenas, además de ganar una Copa, fue un club pionero en el fútbol estatal, no en vano es uno de los cofundadores de la Liga.
José María Acha, entonces presidente del club getxotarra, impulsó la creación de una Liga profesional, que arrancó en 1928, cuya constitución gravitó sobre una idea: diez equipos compondrían la Primera División, articulada por aquellos que hasta la fecha hubieran disputado alguna final de Copa: los seis campeones, Athletic, Real Madrid, Real Sociedad, Barcelona, Real Unión y Arenas de Getxo; y tres subcampeones, Athletic de Madrid, Español y Europa de Barcelona. La décima plaza la ocupó el Racing de Santander después de superar unas eliminatorias previas.
A su vez se articulaba una Segunda División, con dos grupos (A y B) de diez equipos cada uno, aunque en la práctica el grupo B era el equivalente a una Tercera División.
La soledad del Athletic La temporada 1935-36 fue especialmente amarga, a pesar de que el Athletic conquistó su cuarto título de Liga. La Guerra Civil interrumpió la vida y también paralizó la competición, que no volvería a recobrar el pulso hasta tres años después.
De los cinco equipos que llegó a tener el fútbol vasco en Primera en su primigenio esplendor únicamente subsistió el Athletic tras la reanudación del campeonato en 1939.
De hecho hubo once temporadas (1939-40, 1940-41, 1942-43, 1944-45, 1945-46, 1946-47, 1948-49, 1963-64, 1964-65, 1965-66 y 1966-67) en las que solo el Athletic, que junto al Real Madrid y Barça son los únicos clubes que siempre han militado en Primera, enarboló el estandarte del fútbol vasco en la élite futbolística.
La Real Sociedad, el segundo club vasco por títulos y estancia entre los mejores, no llegó a echar verdaderamente raíces en Primera División hasta finales de los sesenta, y se mantuvo cuarenta años consecutivos en la máxima categoría (1967-2007). Eso sí. Está entre los nueve equipos que nunca han competido en división inferior a la Segunda y ocupa el octavo puesto en la clasificación histórica de Primera. Tras su descenso en 2007, volvió a la máxima categoría en 2010 y ha logrado estabilizar tanto su situación económica (llegó a estar bajo la Ley Concursal) como deportiva.
En los años 80, con Osasuna de nuevo en Primera (éramos dos, ya somos tres, sólo falta el Alavés...), el fútbol vasco recobró su vigor, con cuatro títulos de Liga y dos de Copa. Pero el Alavés no volvió a aterrizar en Primera hasta 1998, 42 años después de su última y efímera experiencia. Entonces tuvo sus momentos gloriosos y el fútbol vasco, con el nuevo ascenso de Osasuna a Primera (2000-01), volvió a tener cuatro equipos. Duró dos años, porque bajó el Alavés, el rival con el que el Eibar culminó su proeza el pasado domingo.